Al verlo tirado en el suelo corro donde se encuentra, me arrodillo y lo veo lleno de sangre.
-¡Ethan! – exclamo llorando, ha cerrado los ojos, le tomo el pulso y me calmo un poco al saber aún respira - ¡amor, Ethan respóndeme!
El hombre quien lo atropello baja con rapidez de su auto para ayudarlo.
-Debemos llamar a una ambulancia – dice sacando con rapidez su celular, llama en seguida y yo solo me quedo observando el cuerpo de Ethan.
-Ethan, amor despierta – digo entre sollozos – debiste ver que ningún carro pasara – lloro como niña.
Me acerco y limpio la sangre con mis manos de la que tiene en su cabeza, tengo miedo de perderlo, debí escucharlo.
En menos de cinco minutos la ambulancia llega, dejan que me vaya con ellos, lloro demasiado por verlo en ese estado, como ansió poder ver sus ojos, sus sonrisa.
El temor se apodera de mi cuerpo, no sé qué hare si no lo vuelvo a ver, todo es mi culpa, debí quedarme, aceptar sus disculpas porque en si no tiene culpabilidad, sostengo su mano entre la mía, la acerco a mis labios y le doy un tierno beso, varias lagrimas caen en ella pero realmente no quiero perderlo, para que sepa que lo amo.
Los paramédicos atienden su cabeza y le pusieron una mascarilla en su boca.
Al llegar al hospital, lo bajan rápido llevándolo a la sala de emergencia, quiero seguir su camino pero un paramédico me detiene.
-No puede entrar señorita – me dice, poniendo sus manos en mis hombros – espere que el doctor salga, para informarles sobre el paciente.
Me quiebro en llanto, lagrimas descienden en mis mejillas, me duele bastante que Ethan este así, me lástima que lo pueda perder sin decirle lo que siento por él.
De repente una llamada de mi celular me interrumpe, en seguida lo veo y es de mi hermano.
-Hola Lucy, ¿Dónde has estado? – pregunta Enrique a través del celular, con la única fuerza en mi voz hablo.
-Enrique… llama a los padres de Ethan… - digo cortante sollozando.
-¿Qué sucede Lucy?
-Es Ethan… ha tenido un accidente, estoy en el hospital esperando resultado - respondo llorando – fue mi culpa debí escucharlo…
-Lucy cálmate, no te entiendo nada pero iremos en seguida – dice para luego cortar, me pongo en cuclillas abrazándome a mí misma.
-Ethan… - digo en un susurro mientras quiero dejar de llorar, ya que esto no resolverá nada.
¿Por qué la vida se designa en hacernos sufrir?
Realmente no lo sé pero lo único que puedo decir es que las cosas no están bien y debemos resolverlos todos.
Me levanto y me siento en unas bancas que se encuentran cerca, cuando escucho ruidos de pasos, ladeo la cabeza para donde se deriva ello, observo a Enrique junto mis padres, atrás de ellos están los padres de Ethan.
-¿Qué le paso a mi hijo? – pregunta acercándose la señora Beckett, en sus ojos se ve preocupación.
-El… paso la calle y un carro lo atropello – respondo otra vez dejándome caer en mi debilidad – lo siento tanto, no debí huir de él.
-¡Dios mío! - exclama la señora tocándose el pecho, el señor Beckett se aproxima a sostenerla en sus brazos para consolarla – Ethan mi hijo – dice repitiendo varias veces al borde de las lágrimas.
Mis padres se acercan a mí, los dos me miran con confusión, en cambio Enrique no deja de pasarse su mano en el cabello, está preocupado porque Ethan esta así.
-¿Cómo sucedió todo? – pregunta con voz ronca mi padre quien trata de ocultar tristeza.
-Ethan… me dijo que quería hablar conmigo, hablamos un poco pero después me aleje yéndome sola, al pasar la calle el también lo hizo pero por la precisión que no quería que me fuera paso pero sin ver a los lados – digo llorando de nuevo.
-Oh cariño – mi madre se acerca y me abraza – todo saldrá bien.
-Si le pasa algo no me lo perdonare nunca – respondo en sollozo mientras me cubro con mis manos.
-¿Cómo todo tiene que ocurrir? – Pregunta esa voz que conozco, que antes seria mi suegra - ¿Por qué siempre pasa algo que los tiene que pasar a ustedes?
Sus preguntas las hacen a mí, no sé qué decir porque realmente no lo sé, como acudir a la desesperación en estos momentos es bien fácil.
No le contesto y solo dirijo la mirada al suelo donde me quedo viendo un lugar fijo en el cual acudir para no ser el centro de atención.
Todos nos quedamos en silencio escuchando solo las voces de los pacientes que deben pasar algo similar a nosotros, Sofía llega después con su esposo, les comentaron los sucedidos, no dejaba de mirarme pero no podía darle la cara, no porque estoy enojada, sino porque me siento culpable de lo que le ha sucedido a Ethan.