No se puede pedir nada, observo como ella sonríe con el viento haciendo que su cabello se mueva, su sonrisa es única e inconfundible, tenerla en mi vida es lo único que quería y ahora aquí vamos en nuestro auto decididos a reunirnos con nuestras familias.
Tengo todo arreglado, sabían que nos íbamos a casar y no se negaron pues supe resolverlo, espero que aun así pueda complacer a mi bella Lucy.
Es mía, es mi esposa, tengo una razón por la cual no permitiré que se aprovechen de ser hermosa, porque es mía.
-¿Y también Enrique lo sabe? – pregunta mi esposa a mi lado enarcando una ceja.
-Asi es – respondo sonriendo – todos los saben amor.
-Sabe guardar secretos mi hermano – dice cruzándose de brazos.
-No lo culpes, todo fue idea mía – digo mirándola solo un momento cuando sigo mi vista al frente.
-Sí, tu eres el culpable – dice señalándome con una sonrisa en sus labios.
-¿Me vas a castigar? – Pregunto con malicia mirándola, ella me sigue el fuego.
-Si – responde mordiéndose el labio inferior – es un castigo por el cual te arrepentirás, porque te lo daré en la noche.
-Espero esa noche con ansias – digo guiñándole el ojo cuando ella niega riéndose.
-No lo creo – dice sonriendo con picardía – porque el castigo será que te quedaras en el sofá a dormir.
Abro los ojos como platos y Lucy se empieza a reír con ganas cuando ve mi expresión, se acerca con cuidado y deposita sus labios en mi mejilla.
-Es broma cariño – dice cuando se aleja y se acomoda en el asiento – te amo.
-Yo igual amor – le confieso sonriéndole de manera dulce, es la mejor mujer que he visto, no puedo evitar sentirme feliz por saber que está conmigo, que estamos unidos, casados.
En seguida llegamos a la casa de mis padres que ahí también se encuentran mis suegros y mi cuñado.
Al salir del auto lo rodeo para abrirle a mi chica quien me agradece con un asentimiento, nos agarramos de la mano para introducirnos a la casa quien como una persona sabedor de lo que está sucediendo me sorprendo al ver que al abrir cae confeti blanco del techo cayéndonos a nosotros dos.
-¡Sorpresa! – exclaman todos con felicidad, sonrió y volteo a ver a Lucy y está cubriéndose su boca con las manos de lo sorprendida que esta.
-¡Felicidades mi hija! – exclama la señora White acercándose para abrazar a su hija.
-Gracias madre – dice sonriendo mi hermosa Lucy, luego se acercan todos a hablar con ella y conmigo, me volteo a ver y veo a mi cuñado.
-Felicidades Ethan – dice estrechando mi mano con la mía, para luego abrazarme – perdóname por no confiar en ti.
-No te preocupes – digo cuando me alejo de el – tenías tus motivos para enojarte.
-Claro que si – dice riéndose – es mi hermanita y tengo que defenderla, ahora te lo dejo a ti.
-Lo hare con gusto – respondo con sinceridad, este asiente y se aleja.
Todos nos quedamos a conversar felices, e incluso luego le di una sorpresa a Lucy, luego llegaron Kaite y Kevin.
Almorzamos y les comentamos sobre ir a vivir a la casa que he tenido por bastante tiempo, desde que le ofrecí a Lucy casarse conmigo hace un año, obtuve una casa para hacerla nuestro hogar.
Al terminar nuestra reunión, nos despedimos de todos para ir al departamento de Lucy y el mío para empacar, al estar en el departamento entramos.
-Espera aquí – dice cuando se introduce a su cuarto, me acomodo en el sofá esperando que salga con sus cosas, recordando que antes tenía miedo de perderla, de no amanecer mirando su hermoso rostro y sin embargo ahora somos matrimonio.
Mañana al enterarse todos hasta los periódicos, se sorprenderán y caerá su mentira de que mi chica anda con Henry, ahora sé que son amigos pero la prensa todo lo toma de otro lado para sacar.
Ahora espero que ya no haya nada que nos aleje, será hasta imposible ya que nuestro amor es demasiado fuerte, si una mentira no nos hizo que nos separáramos mucho menos lo que se venga en el futuro.
Mis pensamientos son interrumpidos cuando escucho un grito del interior del cuarto, me levanto rápido asustado esperando que a Lucy no le haya pasado nada, corro y abro la puerta, luego de hacerlo escucho unas risas que son de mi princesa quien esta acostada en su cama abrazándose como si le doliera el estómago, enarco una ceja confuso al no saber qué pasa.
-¿Qué paso Lucy? – pregunto acercándome para ayudarla a levantarse.
-Nada… - dice evitándose reír mas – solo quería alcanzar esa caja pero al hacerlo caigo en la cama.
-Me hubieras llamado Lucy – digo cuando me acerco donde está la caja y la alcanzo del armario de donde se encuentra.
-No quería que vieras mi regalo – dice cuando agarra la caja de mis manos y la coloca en la cama – ven ábrelo.
-¿Qué es? – pregunto sentándome mirándola en frente.
-Es un regalo que te quise dar cuando me comportaba tímidamente en tu cumpleaños – responde dejándome sorprendido, desde tanto tiempo tiene esto.
Abro la caja con lentitud y mis ojos se iluminan al ver que es un balón de futbol americano pero está hecha con acero.
-Waoo es la original – digo sorprendió al ver que se trata de una que siempre quise pero nunca me gane en los juegos, un hombre millonario como yo no lo pudo conseguir se escucha raro pero es la verdad y más cuando mi padre no quería que continuara jugando.
-¿Te gusta? – pregunta esperanzada, pongo el balón en la caja y la muevo para acercarme a Lucy y unir nuestros labios.
-Gracias princesa – digo sonriéndole, ella pone sus manos en mi cuello para acercase y darme un beso más apasionado que hace que mi miembro se ponga erecto.
Nos besamos jugando con nuestras lenguas, la sujeto de la cintura para atraerla más a mí deseando que pueda tenerla en esta cama. Pero recuerdo que debemos parar.
-Cariño debemos proseguir – le digo en un susurro, ella hace un puchero pero luego asiente – ya veo que no me quedare en el sofá.