Perdóname por ser cobarde (2)

26-Ciegos

Clara

Había salido de la escuela después de dar clases en la primera hora de la tarde. Dicen que dar clases a los de la tarde era una experiencia no muy agradable ya que suelen ser más bulliciosos, pero capaz haya tenido suerte ya que mi clase fue bastante respetuosa.

Sabia que hoy Marco iba a jugar, aunque si me embarcaba ahora llegaría para el final. Pero aun así me gustaría verlo. Ezequiel le había enseñado a jugar desde que aprendió a caminar, así que suponía que ahora seria el mejor de todos.

Iba caminado por las canchas buscando en donde se encontrarán jugando futbol, me detuve al ver una en el cual jugaban vóley. Me acerque mirando el partido y buscando al que últimamente me tenia preocupada. Y ahí estaba, mirando el partido mientras daba instrucciones.

Era el mismo chico de las fotos. Santiago había crecido bastante, siempre lo había recordado como un niño tímido. Pero ahora estaba ahí dando órdenes con una voz gruesa e imponiendo determinación, de ese niño que se avergonzó al decirle que iba a ser un jugador de la selección ya no quedaba nada.

Estuve largo tiempo observándolo. Había decidido quedarme a hablar con él. Seguramente no me recordaría, pero necesitaba tener una conversación. Necesitaba saber el motivo por el que estaba ahí.

Al terminar el partido en el cual su equipo gano, me acerque a él después de que las jugadoras empezaran a esparcirse.

ꟷSantiagoꟷlo llamé estando detrás de él. Giró y se quedó observándome extrañado.

ꟷ¿Sí?ꟷera evidente que no tenia idea de quien era yo.

ꟷ¿Cómo has estado? Supongo que no recuerdas quien soy yo.

ꟷLa verdad que noꟷrespondió analizándome, seguramente estaba buscando recuerdos de mí.

ꟷNos conocimos cuando eras un niño y jugabas en el equipo de tu primaria. Yo era amiga de tu entrenadorꟷSantiago abrió los ojos de par en par, eso lo había tomado desprevenido.

ꟷ¿Qué necesita de mi?ꟷme pregunto un poco nervioso.

ꟷMe gustaría poder tener una conversación con vos ¿puede ser?

Era evidente que lo que menos quería era hablar conmigo ya que su expresión era de contrariedad, pero se mantuvo un buen rato replanteándoselo hasta que suspiro.

ꟷEstá bien. Ahora tengo que firmar algunas cosas. Así que...ꟷ se quedó pensativoꟷ me podría esperar en los campos de futbol donde antes practicaba.

Asentí a su pedido.

El lugar donde quería vernos solo evocaba recuerdos de Ezequiel, así que él sabía perfectamente que hablaríamos de eso.

Me dirigí para el campo. Al llegar tome asiento en las gradas, el campo esta en total silencio ya que seguramente el equipo del colegio debía estar jugando como visitante en el predio de otra escuela.

Sentarme acá me hacía recordar las miles de veces que había venido para darle el almuerzo y esperarlo. Ezequiel le gustaba mucho su trabajo, realmente fue trágico que fuera acá donde la vida de mi amigo se empezó a desmoronar.

2005

Otro día más perdiéndome en libros para intentar olvidarme de él. Un día como este seguramente habría ido a verlo en sus entrenamientos para darle el almuerzo y de ahí me habría llevado a su casa para pasar el rato jugando con su hermano o entregándonos a nuestra pasión en algún lugar. Pero ahora solo tenía este libro viejo que la profesora de literatura me había dejado como tarea para que hiciera una monografía.

Un mundo donde todos habían quedado ciegos, donde todos pelean por sobrevivir, una guerra sin cuartel. Realmente con libros así, lo primero que podías pensar era que lo mejor era ser un perro.

Mi celular empezó a sonar sorprendiéndome, no era de las que lo llamaba todo el mundo, así que era raro. Tome el celular y me quede pasmada al ver su nombre en la pantalla. A pesar de que nos hubiésemos peleado hace más de dos semanas, él jamás se había dignado a llamarme. Cuando me veía en la escuela seguía como si yo no existiera, haciéndome entender que para él el mundo seguía igual. Que al final yo no significaba nada en su vida, haciéndome más miserable aún. Había pensado mil veces en ir a la azotea para rogarle volver a su lado porque sentía que no podía más con todo esto. Pero también sentía que no podía escucharlo más hablar de su obsesión por ella. Creo que Ezequiel se había enamorado de Celeste y yo no quería escucharlo decirme eso. Por ello lo mejor era dejarlo ir, aunque eso estuviera acabando con mi vida.

Quería dejar que el teléfono sonara, si oía su voz provocaría que terminara llorando. Pero a pesar de mis deseos por no verme tan patética, termine contestando.

ꟷ¿Qué querés?ꟷdije apenas respondí con la voz más fría que pude, Ezequiel se mantuvo callado parece que le había sorprendido

ꟷMañana voy a ir a entrenar y voy a tener hambre

ꟷ¿Y a mí qué? Si tenés hambre que te lo haga Celeste. No entiendo porque me estas llamandoꟷotra vez hubo un silencio del otro lado.




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