Marco
Un sonido retumbaba en el lugar provocando que me tuviera que levantar de mi ensoñación. Rápidamente tome el celular que tenía debajo de la almohada para apagar esa maldita alarma. Al verlo este me comunico que ya eran las siete de la mañana, haciéndome recordar que había puesto la alarma para llegar a tiempo al encuentro con la hermana de Hope.
Gire hacia la izquierda donde mi novia se encontraba aun durmiendo.
Esperanza se veía imperturbable, su respiración era acompasaba y estaba hecha una clase de bolita entre las sabanas. Se veía muy tierna que hasta parecía un pecado levantarla. Pero por desgracia tenía que hacerlo sino llegaríamos tarde.
ꟷAmorꟷ la llame varias veces, pero Esperanza no respondíaꟷ. Hope, dale tenemos que irnosꟷ volví a intentar, pero nada.
Empecé a jalarle las sabanas para que se levantara, pero con eso lo único que logré fue descubrirla, exponiendo toda la piel que no cubría mi camisa.
Mis ojos recorrieron todas sus piernas que al solo verlas me dejaban en claro que seguramente serían muy suaves al tacto. Definitivamente Esperanza era hermosa con ropa y sin tanta de ella.
«¿Cómo podés estar tan buena?»
Ir recorriendo su cuerpo con mis ojos hicieron que los recuerdos de la noche anterior inundaran mis pensamientos. Todo lo que me hizo sentir no se podía explicar con una palabra, era una mezcla de deseo, amor, lujuria y frustración. Pero ahora lo último ya no me fastidiaba tanto, hasta me sentía optimista con respecto a ello. Supongo que se debía la felicidad que me demostró ella al escuchar mi promesa, verla tan feliz con sus ojos llenos de lágrimas fue lo que reafirmo mi meta. Definitivamente no iba a descansar hasta que pudiera tomar las manos de esa hermosa mujer, besar sus labios con devoción, inundarme de su calor y amarla con todo mi ser.
Le puse nuevamente las sabanas porque si me seguía perdiendo en su cuerpo, tendría que volver a ir al baño.
ꟷEsperanza, dale levántateꟷ volví a llamar, en este caso ella respondió removiéndose en la cama
ꟷno tengo colegioꟷ balbuceo aun dormida
ꟷSí ya lo sé, pero tenemos que ir a encontrarnos con tu hermana
Esperanza empezó abrir los ojos, se veía desorientada hasta que comenzó a incorporarse.
ꟷBuenos días amorꟷ saludé con una sonrisa
ꟷBuenos días amor, que lindo es levantarse con vosꟷ aseguró haciendo que se me escapara una risa
ꟷNo, más lindo es levantarse y encontrarme con vos a mi ladoꟷ. Esperanza sonrió ante mi dicho.
ꟷMarꟷparó y rápidamente se tapó la boca dejándome sorprendido.
«¿y ahora que pasa?»
Salió de la cama hacia su mochila y se puso a buscar algo
ꟷ¿paso algo?ꟷ pregunté desconcertado viendo como removía las cosas de su mochila.
ꟷTengo que lavarme la boca y peinarme seguramente me veo horribleꟷ respondió al encontrar lo que andaba buscado, un cepillo y una pasta de dientes.
Antes de que yo pudiera decir algo se metió al baño, dejándome con la palabra en la boca.
« Pero si se veía bien, además yo también debo tener mal aliento»
Definitivamente el género femenino se preocupaba por cosas demasiado insignificantes.
Me levante de la cama para así poder ponerme las zapatillas y esperar a mi novia, la cual salió del baño después de veinte minutos.
Se había puesto nuevamente su vestido y atado el pelo.
«¿veinte minutos solo para eso?»
ꟷA mí me gusta cómo te ves a las mañanas, tardes, nochesꟷ aseguré acercándome a ella.
ꟷLo sé, pero a mí me gusta verme bien cada vez que te veoꟷcontestó con una sonrisaꟷ ¿Querés pasta para que te laves los dientes?ꟷ preguntó extendiéndome la pasta de dientes
ꟷSiꟷ afirmé tomándola del otro extremoꟷ¿siempre llevas un cepillo, pasta de dientes y un peine?
ꟷEs que con el frio mi pelo se llena de frizz, y se ve horrible. Así que siempre ando peinándomelo. Ademásꟷañadióꟷ a nadie le gusta que le apeste la boca.
ꟷPero eso es algo normal
ꟷYa lo sé, pero no me gustaꟷdijo con un puchero
Le sonreí divertido por su expresión y me fui al baño.
Cuando la conocí de niño, me llamaba mucho la atención lo gestual que era para decir las cosas. Me alegraba que eso no hubiese cambiado. Ella no necesitaba hablar para entenderla, con solo ver su rostro ya podía saber qué era lo que estaba pensando. Aunque capaz el que yo la viera de ese modo se debía a que había pasado casi toda la secundaria mirándola de lejos, memorizando así cada gesto de ella.