Perfecta

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Jamás podré olvidar el día que vi una imagen de ella en internet por primera vez. Estaba en una red social, deslizando una y otra vez mi dedo por la pantalla, cuando apareció frente a mí. Era una foto suya caminando por la calle, acompañada por dos hombres, todos miraban a la cámara. Pero yo solo podía mirarla a ella. Desprendía confianza al caminar. Cada parte de su vestuario, maquillaje y accesorios hacían juego y combinaban con su belleza. Ella lucía perfecta.

¿Quién era ella? ¿Quiénes eran los hombres que la acompañaban? Di clic en la imagen que se expandió, y apareció un pie de foto que decía: “Sara Cliville camina por las calles de México con un precioso look, y enamora a sus seguidores. La cantante presumió su bellísima figura mientras caminaba por las calles de México, donde está para promocionar su nuevo álbum ‘Solo Tú’, el segundo álbum de Sara que se estrenará el 8 de junio a nivel mundial”.

En ese momento, las respuestas llegaron a mí. Ella es una famosa cantante pop de 21 años, su nombre es Sara. Por lo que pude leer buscando más información, los hombres que la acompañan, forman parte de su equipo de trabajo y estaban viajando a varios países visitando emisoras para promocionar su nuevo álbum. No recuerdo haber escuchado ninguna canción suya antes, hasta que continuando mi búsqueda encuentro una canción pop bastante pegajosa que estuvo muy de moda hace algún tiempo, y ella es quien la canta. Ya había escuchado a este precioso ángel y no lo sabía, no sabía su nombre, no conocía su rostro.

Como fan del pop, me sorprende no haberla descubierto antes. Guardo en mi lista de reproducción todas sus canciones, necesito escuchar más de su voz. Busco todas sus entrevistas, necesito saber más de ella. Veo todas las fotos suyas que encuentro, necesito más de sus ojos, necesito más de su sonrisa, necesito más de sus labios. Me encanta en todas sus fotos; en cada imagen se ve más hermosa, ella es una obra de arte. Sus ojos…

Pero algo más llamó mi atención: la presencia constante de otra chica en sus fotos, una colega llamada Karen Martínez. Ellas están juntas en entrevistas, viajes, cenas y fiestas de cumpleaños. Lucen felices; en algunas fotos, están abrazadas sonriendo; en otras, son tomadas por camarógrafos que las captan desprevenidas. Por lo general, caminan una al lado de la otra con un semblante serio.

Karen Martínez, la colega de Sara, es muy bella; su rostro angelical es lo más atractivo. Ella comenzó su carrera musical hace tres años en el género pop y, aunque es reconocida en el medio, no tiene la misma fama que Sara. Sin embargo, su presencia constante en las fotos de mi cantante favorita me llevó a querer saber más sobre ella.

Mientras exploraba más videos, una entrevista en particular me intrigó. Era una conversación destinada a promocionar la canción en la que Sara y Karen colaboraron. Durante la entrevista a Karen le preguntaron: “¿Cómo se había enterado de la existencia de Sara?” Su respuesta fue que se enganchó con una de sus canciones; la canción se repetía y se repetía en su cabeza sin que pudiera detenerla. De ahí le dio curiosidad conocer a la cantante, averiguó un poco de ella en la internet y comenzó a seguirla en redes sociales. Sara es muy bella y talentosa, añadió Karen a su respuesta. Tiempo después empezaron a chatear por redes sociales, se conocieron en persona y de ahí surgió la idea de la colaboración.

Una dinámica en la entrevista añadió un toque de complicidad. La dinámica consistía en sacar preguntas de una tómbola. La persona que sacaba la pregunta debía leerla en voz alta y decidir si quería responderla o no; pero había una regla, la misma pregunta que decidía responder una, debía responderla la otra. La regla les impresionó y su cara de sorpresa hizo reír al entrevistador, quien confesó que lo hacía para poner en aprietos a los invitados. Durante los momentos que tuvieron para ponerse de acuerdo en qué preguntas debían contestar, hubo toqueteos sutiles en el hombro de la otra, en la mano, a manera de pedir una aprobación a las preguntas que podían contestar o una aclaración a algún tema que las hacía estallar en risas.

Una de las reacciones más graciosas durante la entrevista fue cuando Sara sacó una pregunta de tipo sexual y la leyó en voz alta: "¿A qué edad fue tu primera vez?" ¡No! Esa no. Karen gritó. Sara le dijo que había llegado el momento de confesarse que ella iba a responder la pregunta y que Karen se vería obligada a contestarla también. "Noooo", respondió Karen con una voz de bebé mientras hacía un puchero. A lo que Sara se compadeció y dijo: "Está bien, rechazaré esta pregunta solo porque eres una chica tímida”.

Ellas se miraron todo el tiempo y sus miradas produjeron sonrisas y brillo en sus rostros cuando se encontraron, aunque en algunos momentos sus miradas fueron evasivas y en otros se convirtieron en suspiros. Miradas que se perdieron sobre la otra mientras contestaron las preguntas. A veces parecía que se olvidaban de la presencia del periodista; solo existían ellas dos, atrapadas en un mundo que parecía sincronizado en cada gesto y movimiento. Era lo más dulce, y al mismo tiempo lo más desconcertante, que he visto.

"Si pudieran definir el video de su colaboración con una sola palabra, ¿cuál sería?" les preguntó el periodista. "Romántico", dijo Sara. "Sí", apoyó Karen. Sara le contó al periodista que siempre había querido colaborar con cantantes que compartieran emociones con ella, artistas que al escuchar sus canciones la hicieran sentir identificada con sus letras, personas con las que ella sintiera que podía tener experiencias en común. Contó que cuando escuchó una de las canciones de Karen sintió justamente esa conexión que la llevó a querer hacer una colaboración con ella.

"¿Fue fácil hacer una colaboración?" Preguntó el periodista. "Lo único complicado fue elegir la canción", dijo Sara. "¿La canción fue escrita por ustedes?" Averiguó el periodista. "No", respondió Karen, "fue escrita por un maravilloso artista que la compartió con nosotras."




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