" CORRE, SALTA, DISPARA Y CORRE "
Isabella:
Un golpe, una caída, mí cuerpo se sentía más pesado y me sentía ausente.
¡Levántate! Debemos correr.
Escuché decir a alguien, pero no pude hacerlo, mí cuerpo dolía demasiado y mí mente estaba demasiado abrumada.
De repente me sentí un poco más ligera, tomé una gran bocanada de aire antes de abrir los ojos y ver el respirador que alguien sostenía contra mí boca. Seguí inhalando hasta que me sentí mejor.
Mí vista se aclaró y pude ver a las dos personas frente a mí.
Un castaño y un rubio.
Ojos marrones y ojos mieles.
Ambos también tenían cada uno un respirador y estaban levemente heridos.
Antes de hablar revise mí entorno, estábamos en una trafic llena de mochilas, equipo de camping junto a varias pistolas, varios tasers y en una esquina un pequeño botiquín de emergencias.
Se me escapa una risa irónica por esto.
Los dos me miran puedo sentirlo y lo confirmo cuando volteo a verlos, me miran de dista forma, uno sonríe con chispas en sus ojos mientras el otro está completamente extrañado.
Soy yo quien rompe el silencio ya que parecen estos parecen estar en otro mundo.
Hombres.
—¿Alguno va a explicarme que sucedió? —espeto con la voz algo rasposa—¿O van a quedarse viéndome como lelos todo el rato?
El rubio se río mientras el castaño arrugó su entrecejo sacudiendo su cabeza.
Solo Dios sabe en qué estaban pensando.
Gire mis ojos y esperé a que alguno hablará, sorprendentemente fue el idiota quien tomó la palabra.
— Fueron granadas aturdidoras los que nos arrojaron —explica con una calma que me sorprende—. Afuera hay toda una pelea.
Miro al rubio que aún permanece con el respirador al sentir mí mirada me sonríe.
Esa sonrisa...
¡Concéntrate Isabella!
—¿Donde está Ryder?
— Ya sabes que el no es de peleas está en lugar donde puede hacer todas sus cosas y nos ayuda —el señala un lugar y al girar veo una pequeña cámara oculta entre unos estantes— Dile hola princesa.
Sacudo mí mano en saludo militar a como lo hacíamos de niños y una risa me sobresalta.
— Hola princesa —regresa el saludo el — Ha pasado tiempo.
Rayo me tira el walkie talkie y lo atrapó entre mis manos volviendo a la cámara.
— Unos seis años Ryder.
El vuelve a reír antes de preguntarme por Megan.
— Siempre que puedo trato de verlas por las cámaras de la cuidad, aunque ustedes no son de quedarse quietas... nunca lo han sido.
— Ya sabes, cuando siempre estás huyendo es así.
— Veo que has hecho amigos nuevos.
Olvidé que el idiota sigue aquí.
— Algo así, mis amigos están afuera ¿Puedes verlos?
— Esa es una pregunta tonta teniendo en cuenta que estoy viendo todo el complejo a la vez. Pero sí puedo verlos y tranquila todos están bien, están con Rex.
— Gracias —procuro sonreír más fracaso.
— Cuando quieras princesa.
Al terminar nuestra corta pero reconfortante charla me pide para hablar con Rayo.
Ellos hablan un rato y Rato va a la parte delantera de la trafic dejándonos solos.
Pasan y pasan los minutos y Rayo no vuelve, las manos empiezan a sudarme y los tics nerviosos comienzan.
Mis piernas comienzan a tomar un ritmo más frenético de los normal y siento a las paredes cerrarse.
Decido pararme y para poder salir más una mano me detiene por el brazo.
— Si sales serás carnada fácil y dudo que quieras que los buitres o alguna de las cobras te atrape ¿No? —cuestiona él.
— Se cuidarme Noah —susurro su nombre inclinándome un poco antes de abrir la puerta y salir.
Siento la brisa fresca de la madrugada y al inspirar hondo el olor es adictivo, uno de esos olores a los que dejan los cohetes luego de explotar.
Al abrir mis ojos veo la escena.
El estacionamiento es un desastre, autos y bodegas en llamas, cosas destruidas y personas corriendo.
Por acto reflejo me pego a la camioneta y me deslizo por ella hasta quedar junto a la llanta, saco la cabeza y desde el techo veo a los francotiradores que disparan a varias personas.
Chicos de todas las bandas van cayendo, caen chicas de las local queen, pocos de los rebel boys pero a los que más apuntan son a los de mí banda, veo caer a unos tres y algunos que logran esquivar los disparos y se alejan lo más rápido que pueden.
Una mano se posa en mí hombro sorprendiéndome y antes de que pueda hacer algo me tapa la boca indicando que haga silencio.
El idiota me señala un punto y giro para observar una vez quito su mano de mí, arriba, en el terraza de una de las bodegas hay una persona, mejor dicho un francotirador, disparando a cualquier persona que intenta huir.
Se escuchan pasos y doy un ojeo rápido antes de ser tironeada del brazo por el castaño.
Unos chicos —obviamente armados— con linternas caminan entre los vehículos y revisando los cuerpos.
El idiota empieza a rodear la camioneta y al ver que no lo sigo tira de mí pero me rehusó queriendo escuchar la conversación.
—¡No está aquí! —espeta una voz que reconozco bien— Mataré al que dijo que la vió correr hacia aquí ¡Bastardo mentiroso!
— Cálmate, seguro volvió con su grupo.
—¡Eso significa que volvió a escapar! —vuelve a gritar Anya—¡Aquella perra que se cree princesa de las carreras me las va a pagar! ¡¡Como que soy la líder de esta banda me las va a pagar!!
— Tranquilízate maníaca, ya la agarraremos —estableció seguro Brandon.
— Voy a disfrutar arrancar sus pelirrojos cabellos una vez que esté en mis manos —reveló con una risa, como si ya lo imaginara—. Y luego la entregaré.
— Si, lo que nos interesa es la recompensa —asegura su hermano—. Puedes conseguirte un juguete cuando quieras y no necesariamente tiene que ser una persona.