Septiembre 30, 2016
08:18
| Tyee |
Me golpea una vez más en el estómago, pero esta vez no alcanzo a cubrirme y da de lleno. Ya no me puedo mover más. Me tomó del brazo para ponerme de pie, pero estoy demasiado frágil, demasiado adolorida. Me arrastra como puede, y cuando por fin llega, me arroja dentro. Lo último que veo antes de que cierre la puerta, es su maliciosa sonrisa, como si él fuera el jefe, como si en realidad no estuviera solo siguiendo órdenes.
Todo está oscuro, demasiado oscuro como para siquiera ver la forma de algo. No hay nada, me siento perdida en un vacío pequeño. He estado aquí millones de veces antes, pero me asusta más de lo que me gustaría admitir y puede que esa sea la principal razón. Comienzo a generar un miedo a este lugar. Pongo una mano en el suelo y me impulso para sentarme hasta que mi espalda choca con la muralla. Estiro mi mano derecha para enderezar mi cuerpo un poco más, pero mi codo choca de inmediato.
¿Qué demonios sucede?
Con la otra mano hago lo mismo, pero entonces vuelve a chocar. Tanteo las paredes, están más cerca de lo que recuerdo, incluso más lisas y suaves. Intento estirar mis pies, pero ni siquiera me da para llegar a un ángulo de noventa grados. Esto es raro, es mucho más pequeño de lo que normalmente es.
¿Es nueva? ¿Me han arrojado en una diferente?
La pared a mi espalda se pega a mi cuerpo, la de los costados comienza a tocar mis codos y la que está a mis pies los presiona. Lentamente, en silencio; las paredes se están moviendo, se están acercando de a poco. Me están encerrado.
Demonios.
El techo choca con mi cabeza y me empuja hacia abajo, aunque puede ser también que sea el suelo el que está subiendo, no puedo saberlo. Abrazo mis rodillas y oculto mi cabeza entre ellas, y aunque no puedo ver nada, de igual manera cierro los ojos. Intento respirar normalmente, inhalando y exhalando por la nariz para intentar calmarme, pero parece que el aire se está acabando, parece que me lo estoy respirando todo y cada vez se hace más difícil llenar mis pulmones.
Las paredes ahora están apegadas a mí y poco a poco presionan más, me intentan aplastar de todas partes, como si me quisieran hacer más pequeña. Pongo presión en contra, pero no es suficiente, estoy demasiado frágil, demasiado adolorida. Me están ganando, me están matando...
—Demonios, Ty. Que si no te levantas ahora llegas tarde a clase— Quita las tapas de encima y las tira hacia atrás.
Me siento de un solo un golpe en la cama y miro alrededor. Hay luz, ahora puedo ver, no hay paredes, puedo respirar.
Fue un sueño.
No, un sueño no fue un recuerdo mezclado con la fantasía de una pesadilla.
Esa maldita pesadilla otra vez.
Comienzo a mirar alrededor para intentar calmarme, porque con el miedo que tengo, lo último que necesito es entrar en una crisis. Cuento mis respiraciones y las retengo, y hago un recuento de mis realidades. Tal como me han enseñado.
—¿Estas bien?— Vike se me queda mirando curiosa, enarcando las cejas y hasta casi la boca.
Suspiro —Por supuesto. Siempre es un agrado verte despertarme a estas horas de la mañana— El sarcasmo de mis secas palabras me raja la garganta.
Me tiro de vuelta a la cama e intento llevar mis tapas también, pero ella las sigue sosteniendo con el rostro perplejo, así que finalmente me hago bolita y cierro los ojos. Hace un frío que pela.
—¿Tyee?— Pregunta ella, medio curiosa medio asustada. —Debes levantarte, tienes clase.
Abro un solo ojo y la observo de pie al final de mi cama. —¿Qué hora es?
—Ocho y veinte.
—¡Mierda!— Salto de la cama, pero esta vez me pongo de pie —¡Llegare tarde!—Corro al armario por ropa. —¡¿Pero por qué no me despertaste antes, Vike?!
—Pero tía si te echas cada vez que te hablo—. Se queja. —Acabo de despertar... mi electivo no comienza hasta dentro de una hora— Maldita perra suertuda. —¿De seguro estas bien?
Salto en mis jeans para acomodarlos a mi cuerpo y meto los brazos dentro de swetter amarillo. Así mismo, sin una polera. Suerte que duermo con brasier o así mismo corro a clase.
—Nunca sabré porque apagas tu alarma y sigues durmiendo.
Ya tía, yo tampoco.
Veo mi reflejo en el espejo, mi pelo no podría estar peor. La maraña de rulos anaranjados se esparce por mi cabeza como un anticuado estilo de los ochenta, así que tengo que amarrarlo en una cola sobre mi cabeza para evitar parecer un zombie, lavo mi cara y me dejo estar. Me hago la idea de pasar el día exhibiendo mis ojos achinados. O "Almendrados" como les dice Vike. Cuando salgo de la habitación, Vike me espera en la cocina. Me tiro una bolsa y se encamina a su habitación aun en pijama. Envidio el tiempo que le queda para poder arreglarse.
—Come eso— Ordena. —Nada de cigarrillos hasta que tengas algo en el estómago.
—¡Que si mamá!— Ella ríe y niega con la cabeza.
—Y pensar que si es posible hacerte estar lista en diez minutos.
—¿Te parece esto estar lista?— e señalo. Visto lo primero que encontré cuando metí mi mano al armario, el único color en mi cara son unas increíbles ojeras mucho grandes que mis ojos, y no lograré pensar más que un zombie aun si lo intento. —Solo no quiero quedar fuera.
—Adiós, nena.
Y me echo a correr. Choco con todo el mundo camino al salón y también desgasto mis cuerdas vocales gritándole al Sr Bring para que sepa que estoy aquí, que voy corriendo y no cierre la puta puerta. Él es de esa clase de profesores que conocen a la perfección su poder dentro del aula y lo utilizan por completo. Además de que tiene un gusto especial por dejar a la gente atrasada fuera de su clase; y también por echarlas ante el más mínimo ruido. Si no fuera porque saco mi perra interior y chillo tan fuerte que todos giran a verme sorprendidos, él se habría hecho el desentendido y habría cerrado la puerta en mis narices, entonces toda mi carrera no habría servido de nada. Juro que lo oigo gruñir cuando paso por delante de él y me dirijo a mi banco.
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Editado: 05.11.2020