Perfecto Desastre | Titanes 1 |

| 007 |

Octubre 16, 2016
08:33 am

| Tyee |

Voltea la hoja hasta mi y me deja un plano perfecto para que yo comience a leer. Achinó un poco los ojos; decido fingir que soy un poco ciega en caso de que lo necesite utilizar a mi conveniencia.

Punto uno. Rebelde. Es lo primero que pone.
Me describiría como adrenalínica. Pero no, es solo que no me gusta que me controlen.

Punto dos. Antipática.
¡Por favor! ¡Si soy un amor! No es mi culpa que DreamsField esté lleno de idiotas y perras.

Punto Tres. Irresponsable
Vale. Soy de ese tipo de irresponsables que hace todo a última hora, pero lo hace.

Punto cuatro. Peleadora.
Solo me he peleado con Atria, y en mi defensa, ella arrojó el primer golpe. Yo me defendí.

Punto cinco. ¿Chica problema?
Orgullosa de admitir que sí.

Punto seis. Impuntual.
No. Bueno si, un poco... ¡Demonios! hago carrera a todos los ramos, eso cuenta como punto a favor. ¿No?

Punto siete. Posibles problemas psicológicos
No, no y no.

¿Qué mierda es esto?

¿Qué más dice? ¿Explosiva? ¿En serio? ¿Por qué esta lista tiene mi nombre? Deben estar jugándome una broma, no pueden tener tan mal concepto con respecto a mí.

— ¿Y bien?

Apartó la hoja de mí y se la entregó. Bajo la mirada a mis uñas y me muerdo el labio de forma nerviosa, pero molesta. ¡¿Porque en estos momentos no se me ocurre ninguna excusa?!

—Ya se lo dije, no es mía.

—¿Y de quien es entonces?

—¿Quiere que vaya por la universidad preguntando? De seguro aparecerá más de un dueño.

—No me falte el respeto, señorita Smith— me quedo callada, pero frunzo el ceño. —Esto estaba en su habitación, ¿De quién más podría ser?

Miro la bolsa con los ojos entrecerrados. Si, es mía, por supuesto aquellas láminas de LSD son mías, pero no voy a reconocerlo o me quedo fuera antes de que alcance a decir joder. En primer lugar, nunca deberían haberlas encontrado, ni siquiera en aquellas revisiones mensuales de rutina. La bolsa estaba pegada a la parte baja de mi armario, ¡En la vida ellos revisarían allí! Además, esas cosas ni siquiera era para consumo propio, las escondí por un chico de derecho que me pago a cambio porque a él lo tenían en la mira.

—Pueden ser de la antigua dueña de la habitación, de algunas de mis compañeras de cuarto que quería esconderlas de ustedes y librarse de una grande si las encontraban. ¡No lo sé! Usted lleva más años en esto, deben existir miles de posibilidades más.

—Así como mentir...

La puerta se abre, e Ian aparece tras de ella con una expresión muy exaltada, como si hubiera venido corriendo desde la Fraternidad. La directora Finneman suspira, pero no termina lo que estaba diciendo, y en parte lo agradezco; decirme mentirosa me va a poner de los nervios; odio mentir, pero si no lo hago, estoy fuera.

—Disculpe el retraso— se disculpa mi hermano. —Estaba ocupado con los papeles de la universidad.

—¿Qué es lo que hace acá, señor Smith?

—Conocer la situación de mi hermana— responde enseguida sin dudarlo, como si supiera desde un comienzo que iba a preguntarle justamente eso. —Supe que estaba en problemas y es mi responsabilidad ocuparme de ellos.

La señora Finneman lo evalúa cautelosa, decidiendo en una batalla interior si lo deja estar o arma otro alboroto por eso. Mi hermano le mantiene la mirada, neutro; hasta el más mínimo rasgo equivocado podría ponerlo fuera de una patada. Ella es impredecible, y eso él ya lo sabe. Al final simplemente lo deja estar. Le desvía la mirada y vuelve hasta a mí, con sus labios apretados en una fina línea inquebrantable.

—¿Sabe lo serio que es esto? Si se llega a comprobar que son de usted, podríamos incluso tener problemas legales.

—Vaya suerte que no es mía.

Cierro los ojos e inhalo, se perfectamente lo que va a pasar, por eso no puedo abandonar mi mentira, por más que me disguste. La única forma en la que podrían haberse enterado de lo que guardaba, era si alguien se los mencionaba, y estoy segura de quien pudo tratarse.

—Todos los alumnos de DreamsField tienen una ficha como esta— dice dándole toquecitos a la mía sobre la mesa frente a ella. —Su historial no tiene muy buena reputación como para avaluar sus palabras.

Los profesores anotan cosas sobre tu comportamiento a lo largo de los años para que finalmente cuando termines tu carrera puedan tener una idea con respecto a cómo serás en el futuro. A final de cada año te la dejan ver y te dicen lo que debes cambiar, porque aquella maldita ficha estará adjunta en tu antecedente para que todo quien quiera contratarte pueda verla. Viendo esto, tengo una reputación tan mala, que, si llegan a subir esta lista a final de mi carrera, viviré cesante para siempre. Aunque si mencionamos que el año pasado agregaron una ficha extra para mí por falta de espacio y ahora solo llevo la mitad de la primera, es un avance. No sé si debo sentirme orgullosa o avergonzada, quizá la primera y fingir la segunda. Sin embargo, me limito a mirarla para que no termine por timbrar mi expulsión ella misma.

—¿Dice algo sobre drogas? — pregunto alzando las cejas.

Porque muy mala reputación puedo tener, pero una cosa no tiene nada que ver con la otra, no me joda.

Ian me golpea la pierna poco disimuladamente. La señora Finneman nos inspecciona y arruga el ceño, se dio cuenta de que él quiere que cierre la boca, sin embargo, vuelve a ignorarnos.

—No lo podemos pasar por alto— murmura, y estoy segura de que está disfrutando esto. —Deberíamos expul...

—No puede hacer eso— le corta Ian. Finneman abre los ojos totalmente sorprendida. —Quiero decir... usted no haría eso con la hermana pequeña de uno de los orgullos de la universidad— Eso me sabe a soborno.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.