Perfecto Desastre | Titanes 1 |

| 008 |

Octubre 16, 2016
14:01 pm

| Tyee |

Sale de su habitación y me mira cansado, como si hubiera descubierto que, en vez de estar echada en el sillón, me hubiera puesto a rasguñarlo. Quizá solo pasa que se acordó que casi me expulsan por porte ilegal de droga, y que además me echaron de mi habitación. Lo cual sería suficiente para la cara que me pone. Viste un casual conjunto de pantalones entubados color negro, zapatillas y una polera de mangas color celeste, que para colmo le juega con sus bastardos ojos.

Si yo fuera una chica común y corriente, —Y con común y corriente me refiero a que no fuera mi hermano— de seguro que podría pensar en Ian como un candidato en mi lista de conquistas. Con ese físico perfecto y los risos rubios, está llegando a la cima de la perfección. Pero no, si es mi hermano, y pensarlo me da arcadas.

Joder, ya te digo. Que lo conocí cuando comenzaba a experimentar con su cosa entre las piernas y le parecía divertido escribir su nombre con el meado en la calle, frente a la vista de todos.

Solía ser divertido en ese entonces.

—Vale, he organizado mi habitación. Dormirás ahí desde ahora.

—¿Tendré mi propia habitación? — pregunto, y siento que los ojos me brillan.

—No te la mereces, pero no puedo tirarte a otra habitación— rodea los ojos.

Le sonrió tranquila. —Gracias.

—Por favor evita los paseos turísticos a la oficina de Finneman.

—No te preocupes, creo que es tiempo de cambiar de destino.

Él se sienta a mi lado, suspira y medio sonríe cuando ve que ya he instalado mi Xbox en la Tv. Fue lo primero que empaqué. —¿Need for Speed?

La sonrisa casi no me cabe en la cara.

Y la felicidad que siento en estos momentos, no se debe solo al hecho de que Ian este dejando su enojo de lado; lo es también porque un momento como este no le tenía desde hace más de dos años, cuando estaba viviendo con él en Danforth. Me alegra saber que un pese a todo, mi personalidad difícil de soportar y la enorme distancia a la que hemos estado sometidos durante nuestra vida, él sigue aquí y se seguirá por mucho tiempo. Me acerco cuando me extiende los brazos para sumirme en un abrazo. Yo no soy de mucho contacto físico, y mucho menos de ir por la vida expresando mis sentimientos con abrazos; puede que en cinco minutos más me arrepienta y hasta me ría de mi momento de sensibilidad, peor en estos momentos me apego a mis sentimientos.

Algunas veces los abrazos son mejores que las palabras, sobre todo para personas que abren la boca y las cagan.

Comenzamos a jugar y nos perdemos en el tiempo. Yo ya llevo entrenamiento en esto, mucho más de lo que supongo lleva él, por lo cual es inevitable que le gane unas cinco veces antes de que lo logre él. Literalmente le vuelo el trasero con mi súper auto.

Unas voces se acercan hablando muy fuerte por el pasillo entre risas y bromas. Debido a que estamos en la fraternidad de los Alph sau no les pongo atención; doy por hecho de que siempre debe ser así. Son hombres, la mayoría del tiempo actúan de formas inexplicables sin razón. Basta con verlos merodear por los pasillos de DreamsField como para hacerse una idea de cómo deben ser en su ambiente casual. Sin embargo, por otro lado, Ian suspira, suelta una sonrisa, pero pone el juego de carreras en pause.

—Si lo reinicias porqué vas perdiendo, voy a golpearte— le advierto, ya que es común en él hacerlo. Odia que le gane.

Ignora mi comentario totalmente desconcertado y mira hacia la entrada. Sigo su mirada justo a tiempo para ver la puerta abrirse, y desde allí mismo entran uno por uno cuatro chicos, riéndose y jugando a manotazo limpio como todos unos prehistóricos. En cualquier otra situación los habría ignorado, pues me importa muy poco quienes sean sus compañeros de habitación y tampoco es como si quisiera causar una buena impresión. Realmente me da igual, ya me resigné, y he planeado muchas buenas formas de convivir con ellos sin realmente involucrarme en sus vidas. Sin embargo hace falta que me fije en una sola cara, pera desdibujar la sonrisa de la mía. Quiero hundirme bajo tres metros de tierra. 

Trágame, por favor trágame.

—¿Que hacen ellos aquí? — le pregunto tirando de su camiseta como una niña pequeña, remarcando mucho el «ellos», para darle un énfasis especial al hecho de que quiero saber porque justamente tenían que aparecer aquí. Veo a Ian gesticular una mueca. Todos dejan de jugar cuando escuchan mi voz y se plantan a mirarme curiosos. Ian parece algo incómodo con la situación y rasca su cabeza sin saber que decir. Cuando nadie pronuncia palabra, el rubio es el primero en interrumpir el momento.

—La pregunta es, ¿Quién eres tú?

—¿Desde cuándo juegas a la Xbox con las tías con las que follas, Ian? — dice otro

Paren el maldito mundo.

¿Qué mierda fue lo que acaba de decir?

¿Yo? ¿Follar con mi hermano?

Santo cielo. Acabo de decir que imaginarme a Ian en mi lista de candidatos me pone la piel de gallina. Pensar en algo más me da náuseas. 
El comentario me desagrada por completo. Les pongo mala cara a los cuatro.

—Es mi hermana, imbéciles— contesta él aún más serio que antes.

Todos caen boquiabiertos, guardan silencio y se miran avergonzados por la estupidez soltaron, mientras en mí solo crece la curiosidad. Luego me miran un tanto apenados, y puedo ver una disculpa en su mirada. Me acomodo en el sillón para poder ver mejor a Ian.

—¿Eres amigo de los T5?

—Soy uno de los T5.

Joder, no.

De no haber estado sentada, me habría caído de culo. Aun no sé porqué después de ver que ellos son solo cuatro, que entraron a esta habitación y que lo conocen, no encaje las piezas. Son los Titanes, los Cinco Titanes, o como su abreviación lo dice, los T5. No hay que pensar mucho ni ser un cerebrito para darse cuenta, yo me habría reído de mí misma de no haber estado tan shockeada. Salí corriendo de esta habitación hace algunas semanas atrás, y aun cuando las habitaciones de la fraternidad se parecen entre sí, debí haberme dado cuenta de que esta está exactamente igual que aquel día. ¿Como es que no lo pillo hasta ahora? Supongo que nunca pensé que mi hermano fuera parte de ese ridículo grupo. Es idiota, pero no creí que tanto.




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