Perfecto Desastre | Titanes 1 |

| 013 |

Noviembre 14, 2016
02:54 am

Kylan |

Si.

No.

Si.

No.

Demonios.
¿Por qué siquiera hago esto?

Si.

Salto fuera de la habitación antes de volver a arrepentirme y terminar bajo las mantas de mi cama con la gran indecisión en la cabeza. Me coloco el gorro de los Boston Celtics y guardo mi teléfono en la cazadora sacando el sobre azul de mi sesta de la basura.

¿Por qué hago esto?

¿Por qué demonios hago esto?

Tengo por característica principal tomar decisiones en altas horas de la madrugada y desgraciadamente siempre termino cediendo al "si". Ya ni se para que me molesto; debería saberlo, evitarme todo el proceso de indecisión y simplemente salir. De alguna forma la noche se funde conmigo. Me tranquiliza y consigue hacerme sentir mejor. Por eso siempre creo que la mejor opción es asentir.

Me siento en el Audi y respiro. Inhala, exhala, inhala, exhala.

No voy a morirme por ir a una malita fiesta de "Preexámenes". Si no quiero, no tengo que beber, si no quiero, no tengo que ligar. Estaré bien. Solo voy a divertirme. Pude sacar mi auto del garaje, volver a conducir e incluso llegue a los Dealers, ¿Podría esta fiesta ser más terrible que eso?

Ahora solo tengo que encender el motor y poner en marchar mi auto hasta la casa de la tal chica Day. Si, esa misma a la que joden con el nombre.

Prendo mi auto y le pongo play a la música. Conduzco por las calles semi vacías por la dirección que me indica el GPS.Estacionó y me bajo. El único ruido en la acalles del vecindario a las 3 de la madrugada, es la música proveniente de la fiesta. Se escucha una combinación de electrónica con pop, pero debido al sonido de los bajos me cuesta identificar la canción.

La casa es enorme, quizá casi tan grande como la fraternidad. La fiesta se extiende desde el jardín por todo el primer piso. Hay mucha gente, todos se acumulan por todos lados, bailan, cantan, o simplemente beben con sus amigos. Los cuerpos con olor a alcohol y cigarrillos me chocan sin voltearse a pedir disculpas mientras yo me voy internando en la profundidad del lugar iluminado con tenues luces de colores y fuertes vibraciones de bajo. Todos concentrados en su momento, sin fijarse en nada más que en ellos mismos, como absorbidos por una especie de hipnotismo. Me pregunto si los padres de esta chica la habrán autorizado a hacer algo como esto, y donde están. Probablemente la respuesta sea que no tienen idea, y que se llevarán una gran sorpresa cuando regresen. A pesar de ser una casa muy bonita, grande y elegante por fuera, aquí dentro, donde se desarrolla la fiesta, da pena. Han roto una gran cantidad de adornos, vasos y fotos, las alfombras están dañadas incluso más que los sillones; el suelo se pega a tus pies al caminar y ya ni rastro hay de cosas caras. Cosas que espero que la chica haya guardado antes de iniciar.

Comienzo por clasificar a todos mientras avanzó y busco a alguno de los chicos. Si sabes de fiestas y miras con atención las secciones, es muy fácil identificar cada una. Yo solía ser parte de esto, parte de las malas ideas y las decisiones equivocadas, por lo cual conozco cada una de ellas. En la cocina esta ese grupo de amigas que no quiere involucrarse con nadie, odian a los hombres, e incluso más a las de su mismo sexo; solo vienen aquí en busca de pasar un buen rato con sus amigas igual de amargadas que ellas y bebiendo gratis. Las inteligentes. En los sillones —En los que están limpios porque no se han movido de allí desde que llegaron— siempre se encuentran los denegados, aquellos chicos con los que nadie quiere involucrarse, ni ellos tampoco; los que de alguna u otra forma fueron invitados para atraer sus amigos y que estos no se negaran a venir para no dejarlos solos. No beben, no fuman, no bailan, no se divierten, solo miran a todos con cara de póker como si fuéramos cerdos revolcándonos en el lodo, y aceptan venir porque sus amigos casi terminan obligándolos. Ellos sienten algún tipo de responsabilidad por cuidarlos, evitar que se enrollen con muchas personas a la vez o que no se ahoguen en su propio vomito. Buenos amigos, pero aburridos.

Después están los motivados grupos de amigos, aquellos que bailan, gritan, beben, ríen, pero todo dentro de su círculo, no sociabilizan mucho y tampoco están interesados en buscar alguien con quien liarse. Ese tipo de gente inteligente, los que debería haber sido yo y todo mi grupo. Por desgracia formaba parte del último.

El desmadre.

Allí están los mujeriegos y las chicas... ¿Como se les llama cuando les gusta andar con cuantos hombres quieran? Pues ellas. Son quienes beben hasta que comienzan a hablar en griego, crean y ejecutan las peores de las malas ideas y lo peor, es que los demás los siguen. Conocen a todos lo invitados , y no porque sean sus amigos, si no porque se encargan de hacer contacto con todos desde el mismo momento en que llegan. Son los de los grandes ligues y crean sus zonas de las etapas de coqueteo; para todos los que se divierten y buscan hacer de la noche más que solo una fiesta.

Primera etapa: La terraza.
Es el lugar donde todo comienza. Todos eligen aquel lugar porque hay más claridad y silencio, pueden elegir con más precisión y hablar sin interrupciones. Además de que adentro la música es muy fuerte y ellos aún no generan la confianza para hablarse al oído. Allí los chicos y chicas se miran entre sí, juegan con las miradas, se acerca e invitan a un trago, conversan un poco y buscan el momento perfecto para pasar a la zona dos.

Segunda etapa: La pista de baile. 
Luego de la plática, del rollo de los nombres, la edad, la carrera y la universidad, se invitan a bailar. Aquí es donde ocurre el mayor momento de tensión de la noche. Comienzan los acercamientos, los roces indebidos, toqueteos y si tienen suerte, hasta besos. Duran un gran rato sobre las cerámicas del centro, ignorando el ritmo de las canciones y guiándose por sus deseos carnales para seguir adelante.




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