Perfecto Desastre | Titanes 1 |

| 019 |

Noviembre 20, 2016
10:06 Am

  K Y L A N  

No ha vuelto a salir desde que llego. La habitación se encuentra en él más pleno silencio, un silencio que me inquieta, sobre todo porque es ella quien lo provoca.

Vamos, ella no es así, ni se le acerca a la descripción de tranquilidad. Algo le pasa, y de alguna forma eso me incomoda. No es que me guste y no pueda sacármela de la cabeza o algo así, pero es la hermana de Ian, y sí; ahí vamos de nuevo con todo el rollo de mejor amigo y la responsabilidad que cae sobre mis hombros. Responsabilidad que en momentos odio, pero que ahora quiero utilizar.

Me vuelvo a pasear por el frente de su puerta de un lado a otro, lentamente para no hacer ruido, porque aún no decido si es buena opción. Todo lo que la conlleve a ella y su alrededor significa problemas, meterme en problemas. Uno, porque ella, su ser en si es un problema, después de todo por eso está aquí, ¿no?, y Segundo, porque estoy hablando de Tyee Smith, la hermana de Ian Smith, uno de mis mejores amigos, la chica intocable con la cual ya me enredé. Si continúo a su alrededor no haré más que agrandar el problema, hacerlo más notorio y al final todos lo sabrán. Si todos saben...

Muero.

Cuando por fin reúno los argumentos necesarios para dejarlo ir, y no buscarla, abre su puerta y me pilla plantado frente a ella con cara de estúpido y sin saber aún que decir.

— ¿Kylan? — se detiene de golpe porque estaba a punto de salir. — ¿Que... ¿Que ha...?

— ¿Estas bien? — le corto antes de que logre formular la pregunta, cambiaría todo él contexto de lo que quiero decir, y terminare por enredarme. Además, ni yo sé, ni quiero admitir aun que hago aquí.

—Yo...— mi pregunta la deja anonadada. —Estoy bien.

—Estas mintiendo— suspira y me rodea para salir de la habitación. La observo caminar hasta la cocina, abre el refrigerados y tras unos segundos de silencio lo cierra con fuerza y se encamina hasta el sillón. Viste un largo polerón blanco de hombre que deja ver apenas el short, cuando coloca las piernas sobre el sillón me fijo en el tatuaje de un ancla en su tobillo. — ¿Has comido algo? — No me mira, pero asiente con la cabeza.

Está mintiendo otra vez.

Suspiro también y me encamino a la cocina. Saco cuatro huevos, dos hamburguesas y comienzo a cocinar. Son pasadas las diez de la mañana, y me doy cuenta de que tampoco yo he comido nada desde ayer en la tarde. Mi estómago comienza a gruñir en reclamo por mi irresponsabilidad cuando él olor inunda el ambiente. Enciende la tele y se queda allí en silencio, mirando algún tonto programa que no se molesta en cambiar, su mente esta ida, pérdida en el subconsciente de sus pensamientos y no presta atención al seguro rugir de su estómago, que por la forma en que se lo toca, debe dolerle.

Coloco las tortillas de huevo en cada plato y las acompaño con la hamburguesa, tomo cubiertos y me tiro a su lado.

Ni siquiera me mira, tengo que colocar él plato frente a su vista y moverlo de arriba a abajo para que recién despierte de su ensoñación y se voltee a mirarme.

—Come esto— le tiendo él plato.

Me lo recibe, pero no comienza a comerlo en seguida. Tomo los cubiertos y me meto él primer trozo en la boca, lo mastico viendo la TV. Es una telenovela de personas que luchan o algo así, jamás lo he visto, pero no me molesto en entenderlo. En general no me gusta ver programas de television, porque me carcome por dentro el estar tan tranquilo; necesito estar siempre en movimiento u ocupado, ver televisión no cuenta, y me aburro. Por eso, cuando el cuerpo comienza a picarme, el estar sentado allí solo hace que mi intento de no prestarle atención se haga más notorio y menos natural. Ella tiene el plato en su regazo y sigue con la mirada al frente, se toma unos largos minutos antes de recién tomar los cubiertos y cortar algo que no llega a su boca. Antes de siquiera probarlo se gira a mirarme y suspira.

— ¿Por qué haces esto?

Si Kylan, ¿Por qué haces esto?

—Ian me pidió que te cuidara— Y allí estoy yo inventando otra mentira. Pensémoslo un poco, quizá consiga soltarlo.

Me cae bien.

—Eso fue el día de la fiesta— punto para T.

—Sí, pero si te hubiera visto llegar así antes de irse, habría vuelto a pedírmelo— esta vez después del suspiro si se mete él trozo a la boca. Lo mastica y este le despierta él hambre. Se come otro. — ¿Por qué no sacaste algo para comer? ¿Eres anoréxica o algo? — Ella arruga él ceño, y casi, casi sonríe.

—Resulta que recordé que no sé cocinar.

—Yo te pregunte si habías comido.

—Da igual.

Me meto a la boca algunos trozos más. Su mirada apenada vuelve a mezclarse con el programa de la televisión. Se mete un trozo de comida a la boca cada cinco minutos o más. Luce sin energías ni fuerzas, casi como si se estuviera convirtiendo en una muñeca de trapo y todo su cuerpo pesara.

— ¿De verdad no te caigo bien?

No sé por qué dije eso. Ojalá no lo hubiera dicho, ojalá no me hubiera escuchado. Ojalá hubiera estado tan adentro de su burbuja como parece y no se hubiera volteado a mirarme con esos ojos curiosos.

— ¿De eso se trata? ¿Estas tratando de comprar mis sentimientos con comida? — La voz le suena a arcada, como si mi acción le diera asco y estuviera a punto de vomitarlo todo.

— ¿Que? — la miro confundido. — No.

— ¿Entonces a que viene todo esto?

—Ya te lo dije, luces como la mierda.

—Vaya, gracias por el cumplido.

¡Joder, cómo me exaspera!

— ¿Podemos... Hablar sin discutir? — ella me continúa mirando pero en silencio, parece que mis palabras la frenan. El mal momento que debe estar pasando le está jugando en contra, pero algo de lo que le dije la vuelve a la realidad, como cada vez que se da cuenta que las está cagando. Se frota la cara con sus manos suspirando. —Está bien, lo qué pasó queda en el pasado, pero somos compañeros de cuarto, eres la hermana de mi mejor amigo y no podemos ignorarnos como si fuéramos ex en conflicto o algo así.




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