Perfecto Desastre | Titanes 1 |

| 020 |

Noviembre 23, 2016
09:32 am

  T Y E E  

A ver, otra vez, que no me queda claro cómo fue que termine besándolo.

Todo el día en mi cabeza el recuerdo de ayer tan claro como si acabara de besarle. Sus labios, el sabor, el deseo que sentía, y la sensación que inundo mi cuerpo cuando correspondió mi beso. Pero también su cara cuando tome distancia y lo deje allí.

Después de eso no volví a salir hasta que hubiera más gente en la habitación. No es como si él hubiera ido a tocar mi puerta por explicaciones tampoco, pero prefería evitar encontrones. No lo vi cuando salí a cenar, debía estar en alguna clase, quizá no, tampoco me importaba.

O bueno, sí. A quien quiero engañar. Ojalá supiera donde esta y que está pensando.

La señora Banner comienza otra vez con sus aburridas clases, y hace que Vike y yo quedemos demasiado apartadas para hablarnos. La miro otra vez, está mirándome con la cara apoyada en su palma, y dejándome ver lo aburrida que esta, extraña cuchichear tanto como yo.

Mi teléfono vibra sobre la mesa y la pantalla se ilumina para hacerme saber que he recibido un mensaje nuevo. Desbloqueo el teléfono y de forma perezosa busco para ver el contenido.

«¿Aburrida?»

Arrugo el ceño y lo vuelvo a leer. ¿Esto de verdad es para mí? Porque suena como si estuvieran observándome. Miro a mis alrededores, pero me doy cuenta de que con hacerlo no voy a descubrir nada. Hay al menos cuarenta personas aquí dentro, y esta sala da directamente con los jardines de DreamsField, podría ser cualquiera. Alguien de aquí dentro o alguien qué pasó por fuera. Podría ser cualquiera, pero lo que si estoy segura, es que es con intención. Proviene del mismo número que me ha enviado mensajes antes, ese tipo de mensajes extraños.

Lo ignoro otra vez, aunque ahora si me preocupa un poco más. Se siente extraño saber que alguien te observa y no puedes hacer nada, porque no tienes idea de donde ni cuándo. Recibo un mensaje de un numero desconocido, y casi me esto preparando para que sea el mismo acosador desde otro dispositivo.

«Este es mi nuevo número. Debería volver a estar a salvo».

Vike.

Creo que mi suspiro de alivio llega a escucharlo mi compañera de asiento.

Miro a la profesora Banner con el corazón a dos manos cuando se pone de pie, pensando en que sabe lo que estoy a punto de hacer y vendrá a recriminarme; en cambio, toma un plumón y escribe en la pizarra.

«Lo estas. Sabe muy poco, Vike. No va a encontrarnos. No cometeremos ese error dos veces.»

Le envío de vuelta. Ella se demora en responder. Juega con sus manos de manera nerviosa mientras piensa que escribirme.

«¿Y si ya lo hizo?»

«Ya habría venido por nosotras».

«Puede que tengas razón».

El resto de la clase lo dejo estar, porque sé que si sigo con el tema, conseguiré que se vuelva paranoica. Cruzó mis brazos sobre la mesa, apoyo la cabeza en ellos y duermo hasta el final de la hora.

Cuando salgo de clase me encuentro con los pasillos copados de gente; a pesar de que gran parte de la universidad tiene otro ramo en estos instantes, más del cincuenta por ciento de los estudiantes tienen tiempo libre, y de alguna forma, a todos se les ha ocurrido venir a pasear a los casilleros. Cuando llegó al mío, tengo que pedir permiso para que un grupo de chicas se mueva y me deje siquiera divisarlo, aun así, no falta la que no quiere moverse. La miro unos segundos, ella me conoce y por eso está jediéndome, pero yo no tengo idea quien es, por lo cual me da igual. La empujo un poco y luego le doy con la puerta del casillero en el hombro. Suelta un quejido y empuja la puerta para tratar volver a cerrarla, pero yo ya estoy contra ella y eso era justo lo que estaba esperando, así que no logró moverla ni hacerme daño.

Miles de trocitos de algo caen en cuanto abro la puerta. Solía tener fotos mías y de Vike en el interior pegado contra la puerta, también tenía fotos de Ian, de Mary y de momentos importantes allí dentro. Estaban los libros de clase, y mucha basura; pero tan solo tenía, porque no es lo que me encuentro cuando abro. Dentro ya no están mis libros, ni nada en realidad, aunque la basura sigue allí junto con miles de partes de mis fotos. El casillero siempre me pareció pequeño, ahora cuando no tiene nada más que mis recuerdos esparcidos por todos lados, luce enorme.

Estoy bastante segura de que mi clave no era fácil, y que además mis fotos —Y los libros de una estudiante de enfermería— no son algo realmente importante como para hurgar y llevárselo todo. De verdad, ¿Para qué quieren libros de clase? Ni siquiera tenía dinero o algo de valor aquí dentro. ¿Por qué entrar tan cuidadosamente para robarme cosas tan insignificantes?

Bien, puedo dejar a un lado los libros, de todas formas, solo los paseo del casillero a la clase y de vuelta, no los utilizo. ¿Pero qué culpa tenían mis fotos? ¿Por qué... destrozarlas?

Mi primer instinto es culpar a Atria, pero lo descarto de inmediato. Ella no usa tácticas tan... Infantiles. Odio admitirlo, pero tiene un ingenio de perra cuando se trata de jugar en mi contra, al igual que yo. Ella habría hecho algo más inteligente, algo que me jodiera más. Además, ya no tiene necesidad de vengarse. Consiguió que me suspendieran y que me sacaran de la habitación de la Gir tey.

Prácticamente arranco la puerta cuando la tiro de vuelta para cerrarla y salgo de allí.

Lo segundo que pienso, me parece lo mas seguro cuando tiro toda la mierda en mis manos dentro y golpeo la puerta de vuelta. Mis zapatillas queman el suelo mientras camino a toda prisa y hecha una furia buscándolo. No se me su horario, pero si se que en estos momentos no tiene clase, así que debería estar holgazaneando por algún rincón de DreamsField. Lo más probable que es que en algún sector del patio, y si el tiempo que llevo con ellos no fue en vano, debería estar donde creo.




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