Noviembre 26, 2016
04:46 Am
『 T Y E E 』
Ian fue quien me enseñó a manejar. La primera vez que tome un volante comencé a tiritar como una gelatina, y él me dijo «No puedo creer que la chica dura ahora sea una gallina». Entonces casi por arte de magia, comencé a conducir como una perfecta loca maniática. En aquel entonces con Vike recién habíamos llegado a vivir con él, y desde el primer instante comenzó a joderme por no saber hacerlo. Cuando me convenció de aprender, fue él quien nos ayudó.
El que hoy esté aquí conduciendo el lujoso auto de Kylan, es gracias a él.
El teléfono vibra en mi bolsillo, y antes de siquiera sacarlo, me imagino a quien debo el honor de sus palabras. Tengo amigos bastante malos madrugadores, nadie se despierta a las siete de la mañana para decirme buenos días. Es triste, pero es mi maldita realidad, por lo cual no me sorprendo cuando leo el remitente en la pantalla.
«Es triste no terminar la fiesta contigo»
Quiero decir que me parece estúpido, pero en realidad es escalofriante; da miedo saber que la persona que te envía mensajes diariamente estuvo en la misma fiesta que tú. Aunque no por eso es que yo vaya a dejar de ir a fiestas y me quedé encerrada por siempre, eso ni de broma. En realidad no me preocupo, porque voy siempre acompañada, y con eso de que Ian tiene un ojo sobre mi todo el tiempo, envía a Kylan a mi cuidado, o es el mismo Skyle quien se ofrece como guardaespaldas, sé que da igual hacía donde grite, quieran o no, llegarán todos.
Achico los ojos, y miro un segundo los mensajes de más arriba.
Tengo al menos unos veinte, ya que tengo un acosador bastante preocupado, me envía al menos uno al día, como para asegurarse de que no he cambiado el teléfono. Por otro lado yo nunca he contestado ninguno. Sus palabras jamás tienen sentido, y tampoco me dicen mucho de lo que podrían significar, sin embargo esta vez es tan simple y claro, que sé que no es un error.
Bloqueo el teléfono y suspiro; decido pasar de todo y miro el amanecer más allá de las nubes en las alturas de la cuidad.
Cuando Kylan me dijo que lo llevara a alguna parte, no tenía idea de a dónde ir, así que solo me dispuse a conducir. Pase gran parte del camino sin saber que ruta tomar, solo dando vueltas y tratando de calmarme y de olvidar algunas partes de la noche que no dejaban de darme vuelta en la cabeza. En la mitad del camino Kylan cayó dormido, aunque apenas lo note, porque después de cambiar de lado para conducir, no volvió a dirigirme la palabra de nuevo.
Finalmente conduje al mismo sitio que él me trajo cuando yo estaba en esta situación. Dormí un poco cuando llegamos pero volví a despertar antes del amanecer; pesadillas, frío y por sobre todo incomodidad. Termine por abandonar el auto y sentarme para esperar el amanecer.
Me volteo asustada cuando siento un peso caer en mis hombros. Él está detrás de mí mirando el cielo por sobre mi cabeza. Es su cazadora la que prácticamente ha tirado sobre mi cabeza sin ningún tipo de cuidado. No me había percatado de que estaba abrazándome a mí misma y de que estoy fría. Obviamente mi chaqueta esta más de adorno que de otra cosa. Más que cubrirme del frio, parece atraerlo.
Aunque suene estúpido, hay ropa que hace justamente eso.
—Creí que no ibas a darme tu cazadora— me burlo. Él baja la mirada y se acerca un poco hasta llegar a mi lado.
—Tómalo como un gracias.
—No la necesito— en cuanto trato de devolvérsela coloca una mano sobre mi hombro para impedírmelo.
—Me da igual. Cállate— Gruñe levantando la vista, luego suspira. —A veces olvido que estoy tratando de convencer a Tyee Smith y que no hay forma de que me hagas caso sin joder— arrugo el ceño. No se suponía que estaría aquí a estas horas de la mañana, si no que en mi cama, tapada y durmiendo. Esto es en parte también su culpa, así que me lo debe.
Aunque yo también le debía una, así que podría decirse que estamos pagados. O algo así.
Me colocó bien su cazadora dando gruñidos por lo bajo. Comienzo a acostumbrarme a tenerla sobre los hombros, ya que más de la mitad del tiempo la uso yo. Él se sienta junto a mí y continúa mirando más allá; me gustaría decir que disfruto yo también el amanecer, pero sin embargo mis ojos están sobre él, pensando, analizando, clasificándolo, tratando de descifrarlo. ¿Quién es ahora? ¿El Kylan irónico, o el chico amable encubierto? ¿Por qué no puedo dejar de mirarlo? Algo en él está traspasando mis barreras, ¿Debería alzar mi muralla?
Inhalo, exhalo, me obligó a apartar la mirada y vuelvo al cielo. La mitad del sol ha salido ya, me pega directo a los ojos. No sé por qué me gusta mirar este tipo de escenas si ni siquiera termina de gustarme el sol.
—Por cierto— menciono. Él se vuelve a mirarme mientras yo saco su teléfono de mi bolsillo. —Anoche no pude devolvértelo. Te estaba llamando una chica llamada Kriek o algo así.
Él abre los ojos y lo toma apresuradamente, casi como si se le hubiera perdido y no pudiera creer que se lo estuviera devolviendo. Lo desbloquea y busca la llamada en su registro con desesperación. Ahora que lo veo, me doy cuenta de que tiene muchas llamadas hechas por ella, algo así como unas diez. Debe querer hablar con él con urgencia.
— ¿Has contestado?— pregunta. Sus ojos verdes dan de lleno con los míos.
— ¿Qué clase de persona crees que soy?— respondo indignada.
— ¡Contesta!— me gruñe. — ¿Tomaste la puta llamada?
— ¡Que no! ¿No ves que todas están perdidas?— le gruño de vuelta. Su tono me pone de mal humor enseguida. Él me fulmina entre cejas. —Anoche fui a buscarte cuando comenzó a sonar, pero en esas condiciones no creo que recordaras ni tu nombre, por eso no te lo había dicho antes. No me interesa hablar con las tías a las que te follas.
—Es un chico. La foto es de su hermana— aclara él innecesariamente.
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Editado: 05.11.2020