Perfecto Desastre | Titanes 1 |

| 029 |

Enero 5, 2017
21:57 Pm

  T Y E E  

Salgo del trabajo, abro mi paraguas y cierro la puerta con la campanita retumbando en mis oídos. Enciendo la música y coloco mis audífonos para emprender mi camino hasta la parada de autobuses. Voy repitiendo la letra de la canción a voz baja aun cuando no hay nadie más a mis alrededores, acobijándome bajo la capucha para evitar que la lluvia me moje la cara. Dobló una esquina y me detengo cuando vislumbró a una sombra un poco más atrás. Retrocedo y me volteo a mirarla. Unos pocos metros más allá vislumbro un hombre con una capucha negra que le cubre parte de la cabeza, parte de la frente y desde la nariz hacia abajo. Se ha parado al verme retroceder. Parece también llevar gafas de sol, aun cuando evidentemente a las diez de la noche no hay ni siquiera un rayo de luz. Va completamente vestido de negro, con una sudadera que bajo la lluvia se le ha pegado al cuerpo y me da cuenta de que posee un gran cuerpo, además de también bastante altura. Sigo avanzando y acelero el paso en mi camino a la parada, pero un poco más allá lo veo doblar mi esquina también e incluso parece que va más rápido. Cuando doy la segunda vuelta y le veo allí otra vez, es más que evidente que este tipo está siguiéndome.

—¿Qué demonios quieres?— medio grito. El sujeto se mantiene inmóvil por un segundo, y si no tuviera nada sobre la cara, sé que podría verlo sonreír. Su siguiente movimiento es buscar algo en su bolsillo, y retrocedo un paso pensando que podría ser un arma, pero simplemente es su teléfono. Baja la mirada para teclear algo, y un segundo más tarde, en mi estomago vibra mi móvil. Para ese punto ya se exactamente qué es lo que voy a encontrarme cuando vea la notificación, pero de todas formas me obligo a mirarlo y confirmar mis sospechas.

«Hola»

Dice. Y es él, «acosador», tal como temia, y eso logra asustarme aún más. Sopesó mis opciones apretando el collar del lobo en el pecho. Kylan dijo que tenía mucha fuerza interior, pero en estos momentos creo que ya no me queda nada, porque creo que estoy a punto de desarmarme. Esa valentía que tenía cuando lo enfrente y le grite en medio de la calle, se ha esfumado por completo en cuanto me di cuenta de con quien estaba tratando.

¿Qué podría hacer? ¿Enfrentarlo? No estoy tratando con cualquier clase de loco, es alguien que está realmente obsesionado con hacerse notar frente a mí. Quien sabe qué clase de ideas tiene en la cabeza para aplicar conmigo. Y la verdad no estoy dispuesta a descubrirlas.

Así que echo a correr.

No conozco las calles, no sé si van o vienen; algunas no tienen salidas, otras tienen por millones, pero sin embargo me dedico a doblarlas sin descanso para tratar de poner mucha distancia y entre nosotros. Lo siento correr también tras de mí, y aumento la velocidad, provocando que la lluvia comience a empaparme más rápido; a este punto ni siquiera recuerdo en qué momento solté mi paraguas. Vuelvo a doblar esquinas e ingreso por callejones cortos para darme tiempo de despistarlo, y con suerte perderlo. La distancia que teníamos me ha dado un poco de ventaja, por lo cual alcanzó a doblar varias esquinas y dejarlo atrás. Cuando comienzo a cansarme, me veo obligada a detenerme, y me doy cuenta también, de que no hay manera en que pueda llegar corriendo a la fraternidad, ni de prolongar esta situación mucho más tiempo.

La lluvia cae sobre mi teléfono y no reconoce la huella de mis dedos mojados. Aún con las manos temblorosas, intento marcar la contraseña; 7311, 7421... pero sin embargo no consigo darle, mi nerviosismo se combina con la frustración y me aterrorizo aún más.

—Lla... llamar a Kylan— le digo a Siri, porque sé que es más rápido, y que si sigo intentando darle a mi contraseña, solo conseguiré bloquear el teléfono.

Comienzo a caminar rápido nuevamente para no perder mi ventaja mientras escucho los pitidos tras la línea. Tras unos cuantos tonos, recoge la llamada.

—¡Ayúdame por favor!— le suplico en cuanto contesta el teléfono sin ni siquiera dejarlo hablar. Su respiración se corta un momento antes de volver a tomar aire.

—¿T?— pregunta. —¿Que sucede?

—Alguien está siguiéndome— murmuro

—¡¿Que? !¿Dónde estás?— su voz se vuelve preocupante y comienza a hablar rápido y fuerte. Aumenta mi pánico y tengo que hacerme de toda mi fuerza de voluntad para volver a hablar.

—Es... dice Maddem Port— susurro. Me apoyo más en la pared, miro a ambos lados de manera maniática, casi esperando verlo doblar la esquina nuevamente. Todo mi cuerpo tiembla, me siento débil y mareada. En cualquier momento podría caer. —Creo que lo perdí, pero podría regresar.

—Envíame tu ubicación ahora ya— me dice en un susurro desesperado. Vuelve a tomar aire, parece que el necesita calmarse mucho más que yo.

—Es... es que no puedo desbloquearlo— me quejo. —La lluvia y... la clave.

—T, ¿Ves al sujeto?— interrumpe. Vuelvo a mirar atrás. La calle sigue vacía.

—No...

—Entonces detente ahí; tranquilízate y concéntrate. Se que puedes hacerlo. Todo va a estar bien si llego hasta ti. Lo prometo.

Paso mi mano por la cara tratando absurdamente de secarla de la lluvia y las lágrimas que me impiden ver bien y que solo consiguen aumentar el nerviosismo de la situación. Alejo el teléfono y salgo de la llamada para desbloquearlo. Vuelvo a mirar atrás para asegurarme de que siga vacío, inhalo y exhalo antes de ingresar la clave.

—Listo— susurro otra vez al teléfono.

—Voy para allá. Sigue moviéndote y no te detengas. Estaré contigo antes de que te des cuenta.

Los siguientes momentos comienzan a suceder muy rápidamente, entre cortas respiraciones, visiones borrosas y cuerpo tembloroso. Después de cortar la llamada vi al sujeto encontrarme otra vez y tuve que volver a correr hasta poder perderlo de vista nuevamente. Y seguí haciéndolo por lo que a mí me pareció una eternidad. Y entonces simplemente ya no pude más. No tropecé, pero caí al suelo completamente sin energías. La lluvia que continúa cayendo sobre mi es absorbida por la ropa y ahora creo pesar el doble que desde cuando comencé a correr. La ropa mojada se me pega al cuerpo y el cabello a la cara. Me aprietan, me cortan la circulación como si alguien me ahorcara, pesa. Tengo el pulso tan acelerado que el corazón me late a mil por hora y las respiraciones entrecortadas me dificultan aún más la tarea de calmarme. Tengo miedo y ansiedad. Siento que comienzo a sudar pese al frio en mi cuerpo, el aire dejó de ser suficiente y, la lluvia se volvió más pesada y me empujaba un poco más al suelo con cada gota que dejaba caer sobre mí.




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