Perfecto Desastre | Titanes 1 |

| 034 |

Enero 23, 2017
10:04 am

  T Y E E  

Diez y cuatro de la mañana. Mary vuelve a removerse incomoda a mi lado mientras intento encontrar mis llaves en el fondo de mi mochila. Desde que Kylan me regalo aquel carísimo teléfono de cristal, jamás volví a meterlo en cualquier parte, y de hecho mi instinto obsesivo compulsivo me hace mantenerlo en los bolsillos de mis abrigos y chequearlo cada cinco minutos por si no se me ha perdido, lo han robado o he sido lo suficientemente estúpida como para aplastarlo y quebrarle la pantalla. Me pincho el dedo y sé que he dado con un cuerpo del llavero de toro de los Chicago Bulls; gruño y tiro de él. Lo mantengo en el aire frente a mis ojos un momento y le envío todo mi odio; lo único que le faltaba mi mañana, era que un llavero me pinchara el dedo. Colgando de las mismas llaves está el duende de los Boston Celtics que Kylan me regalo cuando vio que llevaba uno del equipo contrario.

Ver ambos llaveros me recuerda el secreto que mantengo entre ellos. Me pregunto qué diría mi hermano si supiera que llevamos una historia juntos incluso antes de que él llegara, que follamos por error y que terminamos sintiendo cosas por el otro. Mary me toca el hombro para apresurar la entrada.

—¿Estas segura de que no va a molestarles que entre?

—¡Que va, joder! — doy vuelta a la llave en la puerta. —¿Cuantas veces es necesario que te lo repita?

Mary se encoge de hombros. El silencio de la habitación nos envuelve cuando atravesamos la puerta, la lúgubre luz de la sala de estar me deprime en solo unos segundos; tienen aún las cortinas cerradas y todo demasiado encerrado para mi gusto, casi puedo sentir el olor a hombre aquí dentro. Con un suspiro me dirijo a abrir las ventanas para dejar que entre luz y por sobre todo, aire. Por lo general soy yo quien hace eso cada mañana, evidentemente el hecho de que me fui a dormir a la hermandad de Mary la noche pasada hizo que nadie recordara que no estaba, y nadie se dignó a abrirlas. Me giro a ver a mi amiga, quien aún se mantiene detenida en el mismo que la deje cuando me separe de ella; no para de mirar todo a su alrededor como si Alph sau y Gir tey no fuera idénticamente iguales y aquí dentro se desarrollara alguna especie de espectáculo. Llamo a los chicos por su nombre antes de echar un vistazo en cada pieza, pero no recibo más respuesta que el silencio mismo y algunos suspiros de Mary; tiro de ella para que se siente y voy hasta mi habitación.

Anoche, cuando decidí ir a estudiar una de las materias más difíciles a su casa, me aseguré de guardar en mi mochila todo lo necesario para quedarme allá. Ropa, maquillaje y accesorios. Cupo todo dentro, y, aun así, deje fuera el libro. Cuando llegue allá sentí una frustración tan grande, que estuve a punto de tirar todo por la ventana; si no soy capaz de recordar llevar el libro para estudiar la materia, no seré capaz de mantener en mi cabeza la información que va dentro de aquel libro. Pero Mary no es mi amiga por la ternura que derrama, si no que por la paciencia que me tiene, y como sabe sacarme de mis ataques de irresponsabilidad. Hizo algo así como que pego mi cabeza a la materia y me hizo estudiar de todas formas.

Salgo de la habitación empujando el libro dentro de la llena mochila, y estoy tan molesta conmigo misma, que ni siquiera me doy el tiempo de hacerle el espacio. La puerta se abre y Jhon entra por ella casi brincando delante de Kylan; me sonríe, pero la sonrisa se esfuma en cuanto su mirada se topa con la de Mary; ambos se miran fijamente por unos minutos.

—¿Qué haces tú aquí? — Jhon es el primero en abrir la boca.

Siempre pensé que él se caracterizaba por ser el carisma y el alma solidaria que en momentos al grupo le faltaba, ya que todos no son más que un puñado de cabezotas. Es un tipo tranquilo y paciente que casi te hace olvidar que está a tu lado. Sin embargo, eso no es lo que muestra cuando la mira como si la conociera y no la pasara para nada, como si realmente le molestara su presencia. Mary abre la boca como si quisiera decir algo, pero no termina.

—Ha venido conmigo, Jhon— le digo para calmar el ambiente. Él gira la mirada a mí y en pocos segundos devuelve la sonrisa a su cara.

—¿Vas a clase? Anoche no te quedaste aquí, ¿No es así?

Niego con la cabeza aún un poco confundida. —Tengo un examen de hecho. Marynelle me ayudó a estudiar.

Él me sonríe. —Espero que te vaya bien

—Gracias— él da por terminada la conversación cuando camina hasta su habitación y cierra la puerta tras de él.

Kylan y yo nos dirigimos una mirada confundida; ninguno de los dos entendió lo que acaba de suceder aquí, sin embargo, a ninguno le importa mucho tampoco. Podría sonreírme o abrazarme, algo, después de todo no lo veo hace casi dos días; pero qué más puedo esperar de él, que una mueca sería.

—¿No tienes examen en quince minutos más? — Este tío debería tener un premio mundial al don de arruinar días.

—Veinte, y no deberías saberte mi horario.

—¡Es que se le quedó el libro! ¿Puedes creerlo? ¡Tiene la memoria a corto plazo de Dori! Un caso especial— alza la voz y se burla Mary levantándose de un salto de su asiento. Comienza a hacer aquel gesto con las manos que hace cada vez que está nerviosa; une sus dedos y mueve las manos como si tratara de formar olas. 
Ahora si estoy confundida; Mary no es del tipo de personas que se entrometen en conversaciones ajenas, y menos para bromear con los defectos de alguien, por lo que salta a la vista que está completamente ida.

—Dime que son los Dextranos— vuelo la vista a Kylan, quien ignora por completo el comentario de Mary y tiene los ojos en mí, el color esmeralda me atraviesa sin perderse ningún solo movimiento. Achica los ojos y se acerca lentamente desde su rincón junto a la puerta. Miro a Mary casi aterrorizada porque creí saber todo lo que salía en el libro hasta que él me pregunta, y entonces simplemente se me olvida, justo como me sucede cada vez que tengo el examen en frente. Mi amiga, sin embargo, me mira casi riéndose. No obtendré ayuda de aquella perra.




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