Perfecto Desastre | Titanes 1 |

| 038 |

Febrero 16, 2017
10:46 Am

  K Y L A N  

No hay palabras para expresar lo que sentí cuando entré a aquella pieza en llamas y la vi inconsciente en el suelo, porque lo único que pude pensar fue, aquí también he muerto yo. La prudencia y el ingenio ni siquiera forman parte de alguna de mis cualidades, porque no las tengo, nunca las tuve y dudo que alguna vez pueda tenerlas. Para mi todo lo es ridículamente simple, hago algo o simplemente no hago nada; no pienso antes de actuar, no mido mis palabras, no me preocupo de lo que el otro pueda llegar a sentir o yo lo que yo llegue a provocar; simplemente me lanzo. Algunas veces resulta que lo improvisado sale aún mejor de lo planeado, otras muy distintas cuando se trata del amor, de mi vida amorosa, todo se va a la mierda.

Entonces fue cuando entendí a lo que se refería T aquel día en los Begginers, cuando la obligué a dejar a la chica en el suelo y largarse conmigo sin intentar ayudarla. O más allá de eso, lo que sintió ella cuando la tuvo en frente sin saber que hacer. Por primera vez en mi vida me planteé la carrera que estaba estudiando y si de verdad yo servía para eso, porque cuando la vi allí sin vida, no hice más que paralizarme y comenzar a morir también. Aun no puedo quitarme la imagen de su cuerpo entre los escombros y el fuego, sin respiración, sin pulso, sin vida. Allí me quede, frío, temblando. mientras Skyle me gritaba lo que debía hacer. No estaba preparado para eso, no estaba en lo absoluto preparado para salvar lo que nunca debió estar en peligro. Por un momento su corazón dejo de latir, por un momento la había perdido, se había alejado de mí y me había dejado aquí, solo y roto. La había jodido nuevamente, la había jodido desde el primer momento, y cuando tuve la oportunidad de arreglar mi error, la volví a cagar.

Nunca en mi vida me había sentido más inútil y miserable.

Lo peor de todo, no es que sea un futuro médico y no atinara a ayudarla, si no que sea un futuro médico y conspire para matarla. No de forma intencional, pero es lo mismo si consideramos que yo sabía que algo así podría pasar. Kriek me lo advirtió, me amenazó con destruirme, con destruirnos. Pero otra vez volvía a colocarme el traje del tío cabrón que nunca podría ser derrotado; me enrolle tanto en mi papel que olvide que no estoy solo, que ahora voy con alguien a mi lado y en el corazón, y que si le daba la espalda a mi enemigo, él podría matarla.

Felicidades Kylan Hooligans, eres un jodido cabrón.

«Ahora solo queda esperar»— dijeron los médicos, y he estado esperando desde entonces. Eso es lo que más me mata, lo que más odio en el mundo. Vivo completamente al aire, sin esperar nada de nadie, sin soñar «Futuros» ni «Por siempres», vivo el día a día, porque fue la manera que encontré de hacer mi existencia un poco menos tediosa. Así no tengo que esperar por nada.

Cuando todo lo que tenías se acaba, buscas un sustituto que llene el vacío de lo que se fue, o por lo menos que haga lo posible por no recordártelo cada puta vez que puede. Ese es el mío, el dejar de esperar por algo todo el tiempo. Mi problema comenzó luego de conocer a Tyee; todo se volvió una continua espera. Esperar su presencia, esperar que me mirara, que dejara de odiarme y comenzara a hablarme. Esperar que comenzara a llamar su atención, que dejara de mirarme como un pedazo de mierda, que sintiera algo parecido a lo que me pasaba con ella, que le gustara. Y cuando por fin conseguí acercarla a mí, cuando por fin la tuve a mi lado y pensé que eso había acabado, simplemente todo se reinició y comencé a esperar nuevamente. Esperar que me sonriera, que me besara, que no me mintiera ni me engañara, que estuviera conmigo, incluso, esperar que siguiera viviendo.

Mi vida parece una maldita broma de mal gusto.

Y como soy idiota, voy a buscarlo. Lo primero que hago cuando lo veo, es asestarle un golpe en la mandíbula. Lo lanzó con todas mis fuerzas, para que se acuerde de mi por al menos unos días, porque se que es el único que seré capaz de darle. En cuanto Kriek retrocede por el golpe, la jauría de guardianes que le sigue me toma por los brazos y me ataca en contra. Recibo un par de puñetazos antes de que me den tiempo a explicarme. No soy estúpido, —aunque bueno, si quizá un poco—, sabía que esto iba a pasar, que estando solo me iban a moler a golpes, pero no podía meter a los chicos en mis problemas. Tyee está en el hospital y los necesita más que yo. 
Además, después de todo, esto es lo que buscaba. Necesitaba que alguien me golpeara e hiciera salir la electricidad que tengo en el cuerpo desde que la vi muerta en patio de la universidad intentando ser reanimada por Skyle.

—Has roto la tregua, imbécil— escupo la sangre que comienza a acumularse en mi boca. —Te has metido con uno de nosotros.

Sus chicos aprietan más el agarre en mis brazos, yo sin embargo no forcejeo, ¿Qué caso tiene? El dolor de los golpes que me dieron, ni siquiera se compara con lo que sentí cuando toda esta pesadilla comenzó.

—Es duro aceptarlo ¿No?— alza las cejas. Miro el vendaje de mi mano quemada lleno de su sangre y luego el corte en su labio que chorrea el líquido rojo. No puedo evitar sentirme un poco mejor, —que te quiten lo que más quieres, y sin embargo te prohíban vengarte del maldito. ¿Crees que la tregua iba a calmarme? ¿Qué me permitiría olvidarlo?— se ríe. —Una venganza no tiene sentido si no haces sufrir de la misma forma que te hicieron a sufrir a ti.

Tyee. Del infierno solo subí para arrastrarla conmigo, acercándome ella solo conseguí condenarla a una vida terrible. Él no va a parar hasta matarla, hasta cobrar su venganza. Fui un estúpido por creer que podría seguir con mi vida adelante luego de arruinar la suya, que me merecía volver a sentir algo bueno. Fui un idiota sin duda.

—No puedo creerme que pienses que cambie— le sonrío. —¿Enamorarme? No lo hice la primera vez, ¿Porque habría de hacerlo ahora. —Kriek frunce el ceño, sé que comienza a enredarse con mis palabras y mi falta de sentimientos, además que ahora estoy metiéndola a ella también. Vuelvo a escupir sangre y me limpio la que corre por mi mandíbula. —Tú mismo me lo dijiste una vez, soy esa clase de cabrón que jamás sabrá lo que es el amor. Yo lo tengo claro, pero tu pareces haberlo olvidado.




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