Perfecto Desastre | Titanes 1 |

| 041 |

Marzo 1, 2017
17:33 pm

 T Y E E 

Recuerdo que una vez mis padres dijeron que si uno quiere cambiar o mejorar debe hacerlo para beneficio propio y no por alguien más.

También recuerdo que dijeron que nada es para siempre, que las cosas se pierden, que la gente muere, que los años pasan, la vida avanza. Dijeron que hay recuerdos que quedan para siempre, y que hay otros que se olvidan al día siguiente, que se esfuman en nuestra memoria y se alejan como la niebla cuando llega el sol.

Recuerdo otra cosa, algo que nadie me dijo, algo que aprendí a lo largo de mi vida. No hay que confiar ni esperar nunca nada de nadie. Los seres humanos están hechos para fallar y equivocarse, pero no podemos permitir más errores en nuestra vida, que los que nosotros mismos cometemos. La soledad es el mejor de los entrenamientos.

—¿Como vas?— me volteo a mirar al dueño de la voz. Su cuerpo aparece como una silueta al contraste del atardecer, a sus espaldas el fuego en el cielo me recuerda que está a punto de esconderse el sol, y que aquella aureola rosada será lo último bello que veré antes de que todo se vuelva oscuridad y soledad.

—¿Como me has encontrado?— descubro mi garganta seca. Llevo más de medio día aquí sola. No había hablado con nadie desde entonces.

—Llevo observándote más tiempo del que crees. Ya me parecías interesante antes de conocernos— se encoge de hombros y se acerca lentamente para subirse a la banca y sentarse en el respaldar a mi lado. —Te gusta la tranquilidad y la naturaleza. No hay muchos lugares cerca que sean tan tranquilos como el campus de la DreamsField un sábado.

No sé si creerle o no. Sus palabras suenan tan acosadoras que no podría estar segura cien por ciento de que no sea él quien me sigue en ocasiones. Considerando que no iría al quinto piso de Alph sau para preguntar por mí a los chicos, dejo de pensar en que me está mintiendo para dárselas de detective juvenil.

—¿Qué pasa?— vuelve a preguntar.

—¿Qué pasa de qué?

—Siempre pensé que por lo entrenamientos pasaba mucho tiempo acá, pero tú lo estas llevando a otro nivel.

Suelto una media sonrisa. —Alph sau es la fraternidad más ruidosa de Dublín— me encojo de hombros. —Solo quería pensar.

—¿Esta todo bien con tus amigos?— asiento

—Esta todo tan bien, que si alguno me viera aquí contigo, estarías muerto— Blake se larga a reír

—Es cierto. Esos tíos me odian.

Disfruto de la brisa unos segundos para dejar ir aquel pesar en mi pecho y dar el final de mi estado tan deplorable. La Tyee de antes tiene que volver a su carácter normal, las palabras cortantes, el tono frío y las respuestas ingeniosas.

—Pensé que no ibas a volver a hablarme— comienzo. —Kylan es un idiota. Lamento que fuera a amenazarte con aquella ridícula historia de que soy su chica y no sé qué— Blake abre los ojos en sorpresa, después de todo no creo que se esperara que yo supiera la forma en que él lo amenazo para no acercarse a mí.

—No había venido porque me lo creí. Pensé que estarías mejor si tomaba distancia— niego con la vista al frente, pensar que estuve a punto de perder a una gran persona por el capricho de un imbécil.

No sé si podría considerar a Blake un amigo, fueron realmente pocas las veces que trate con él sin estar en una fiesta, pero esas pocas veces, logre darme cuenta de que es ese tipo de persona que estaría ahí para ti aun así lo mandaras a la mierda el día anterior. Le guarda lealtad hasta a sus enemigos. Un hombre de palabra, podría decirse. Por eso tenerlo a tu lado es una buena forma de guardarte una carta bajo la manga. Y con esto no me refiero a utilizarlo ni algo por el estilo, pero si podría considerar la idea de acercarme a él.

—¿Ya no están juntos?

—Jamás estuvimos juntos. Kylan se aprovechó de su rivalidad para alardear. Quería joderte.

Duda. No estoy muy segura de que siquiera me crea; en sus ojos casi puedo ver una historia creada por él, en la que Kylan y yo somos enamorados desesperados, y él, el amante no correspondido. Una historia en la que ni siquiera puede ser una esquina de un triángulo amoroso.

—¿Vienes a la fiesta?— no tiene esa forma sutil de evitar momentos incómodos, pero al menos lo intenta. Trata de no preguntar mucho más aún si lo come la intriga.

—¿Estas invitándome?

—Estoy tratando de crearme una compañía para evitar hacer de violinista esta noche— sonríe. —Mis amigos son especialistas en dejarme tocando entre ellos.

Amigos...

—Bien, vamos— accedo. —Con la condición de mantenernos alejados de cualquiera de los idiotas de nuestros bandos. No tengo ánimos de peleas.

Él acepta con una sonrisa.

Permito que me espere a la salida de la fraternidad. Se ofreció ir por mi hasta la misma puerta en el quinto piso, dijo que le daba igual si tenía que pasar entre todos sus enemigos, pero finalmente se lo negué. No me pareció tan buena idea que lo viera alguno de los chicos, o incluso alguien que no fuera de los Lobos de F.A. Insistió, pero finalmente accedió y me concedió la razón.

De no ser porque se comenzó a acercar, no lo habría visto bajo la sombra de un árbol. Parece que se ha tomado muy en serio el que nadie lo vea, porque su vestimenta se camufla perfectamente entre las sombras de la noche, tratando de pasar desapercibido de los ojos del mundo. Viste una simple camisa a cuadros verde oscuro, unos pantalones apretados negros y sus zapatillas blancas relucientes que brillan con las luces de la calle. Su mirada me recorre a cuerpo completo y no puedo evitar sentirme nerviosa, es casi como si estuviera pensando de mí que soy algo divino. Me sonríe cuando alcanza mi mano y besa mi mejilla.

—Luces... bien.

Mas que un cumplido, suena como algo forzado, como si no quisiera emplear muchas palabras para describir mi aspecto por miedo a que suene demasiado comprometedor. No le digo gracias, pero internamente si se lo agradezco, porque tampoco luzco demasiado digna para ello. Ni siquiera me esforcé por pensar demasiado en lo que ocuparía. Me adentré en una falda negras, un camiseta blanca bajo una chaqueta de mezclilla, y unas botas negras de tacón alto que llegan más arriba de mis rodillas. Me las arregle para que ninguno de los chicos me viera salir, porque aunque seguramente me los encontrare allí, será una situación muy diferente, ya no podrían prohibirme que siga con mi acompañante, ni tampoco me recriminaran la vestimenta. Lo que suelen hacer ocasionalmente.




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