Marzo 8, 2017
01:45 am
『 T Y E E 』
No me falta pasar mucho más tiempo en la pista de carreras para darme cuenta de que la manera de jugar de Thomas —o Kriek—, no es lo que exactamente podrías llamar «Limpia». Aunque en tal caso, es realmente gracioso que necesite de la carrera para darme cuenta, siendo que desde un principio nada de lo que me hizo pasar lo fue. Bastan cinco segundos en libertad de acción y ya está intentando arrojarnos su auto encima; y nosotros por nuestro lado parecemos perritos de taxi moviendo la cabeza cada vez que esquivamos su auto. Hacia la izquierda, vamos a la derecha y nuevamente al cetro. Kylan podrá ser la persona más impulsiva e idiota después de mí, pero al menos no le sigue el juego. Conduce tan bien como en cualquiera de las otras carreras a las que he asistido con él, después de todo es un experto al volante y tiene tanta practica que es imposible que algo como eso se le vaya de las manos. Por sobre todo trata de seguir las reglas. Las reglas de la calle. Las leyes de lo ilegal.
Pero no puedo decir lo mismo de Street.
En un intento de esquivarlo, Thomas pasa al frente, instalándose justo en medio de la pista. Nos quedamos viendo sus luces traseras, pero no avanza más. Kylan se ve obligado a bajar la velocidad para no chocar con él. Luego de eso no hace nada más. Deja de intentar arrojarnos el auto encima, no intenta poner distancia entre nosotros, ni siquiera parece que intente ganar. Quizá todo esto para él no es más que un juego, una forma de jodernos, o quizá quién sabe, solo matarnos. No me sorprendería de todas formas; no sé qué acuerdos tienen en las calles, pero Thomas pasa de todas. Se rige por las propias, esas que dicen que elimine a cualquiera que le estorbe. No podría decir si Kylan no quiere pasarlo, o es que de verdad no puede, quizá tiene el acelerador a fondo, pero seguimos en el mismo lugar. Podría quedarme dormida en esta continuidad.
—¿Qué demonios busca este idiota?— gruño ya un poco molesta, porque no entiendo el hecho de que siga a unos metros de nosotros sin acelerar más y haya dejado de intentar lanzarnos fuera de la pista.
—Atención, admiración. ¿Quién sabe? Tan solo es un idiota— me responde él, intentando sonar despreocupado, pero la tensión con la que afirma el volante lo delata.
Solo un segundo mas tarde él mismo Kriek es quien responde mi pregunta. Intenta matarnos.
No quiere hacernos perder, quiere hacernos chocar. Estando justo al frente de nosotros, comienza a frenar súbitamente para que el auto de Kylan, que va tan solo milímetros por atrás, acabe topándolo y perdiendo el control. Kylan parece leer su mente, frena al mismo tiempo que él, posee un increíble tiempo de reacción que nos libra de muchas. Se aleja un poco, manteniendo la distancia para evitar el choque. Street vuelve a frenar una vez más y lo mantiene por algunos segundo para alcanzar la distancia, pero esta vez Kylan lo espera, cambia de dirección tan rápido que mi cuello se va de lleno hacía la izquierda, y lo adelanta por el costado, dejándolo por milímetros detrás de nosotros. Thomas detiene su juego al ver cómo está perdiendo debido a ellos y vuelve a acelerar.
Se planta a nuestro lado. Lo miro a través de nuestros vidrios polarizados, y aun cuando él no puede vernos, me sonríe de manera macabra porque sabe que lo estaremos mirando, luego nos tira el auto encima. Tengo que afirmarme de mi cinturón especial debido al fuerte movimiento que hace Kylan para esquivarlo. Thomas vuelve a su pista y espera a que hagamos lo mismo para volver a acercarse. Me giro a mirar a mi conductor de manera histérica, sabe tan bien como yo que nuestro contrincante no hace más que comenzar con su plan macabro.
—¡¿Puedes acelerar más?! Va a chocarnos.
—Voy a doscientos ochenta kilómetros por hora, Ty. Un poco más y será el auto quien tenga control de nosotros.
Proceso la información un segundo. —Estoy segura de que no es la primera vez que le das al máximo a este auto. ¿Hay alguna diferencia porque yo este arriba ahora? — en respuesta Kylan no responde. Me queda mas que claro. —Si no aceleramos, probablemente, quien tome él control de nosotros será Kriek.
—No dejare que eso pase.
—Entonces acelera, como si estuvieras manejando en medio da la nada un miércoles por la noche y solo quisieras dejar de pensar.
—No se si puedo hacer eso— admite entonces. —No puedo pasar por eso otra vez— por unos segundos siento una culpabilidad por incitarlo a continuar la carrera aun cuando todo a nuestro alrededor grita peligro. Sigo diciéndole que podíamos ganar y que no se rinda aun cuando corremos un gran riesgo. Y me siento aún peor, porque incitarlo a continuar no es solo ponernos el peligro, si no que además, revivir una de sus peores pesadillas e incluso jugar con ella. Pero al final de cuentas creo que yo también soy egoísta, porque perder significa perderlo a él. Y no es algo a lo que este dispuesta a ceder así de fácil.
—La única forma de estar bien, es estar contigo— tomo su mano derecha mientras la mantiene en el volante. —Yo se que tú puedes cuidarme.
Inspira sonoramente y casi puedo escuchar la pelea interna que mantiene en su cabeza a pesar del sonido de los motores rugiendo a nuestro alrededor.
Aprieta más el acelerador y aparta su mano de mi agarre para apretar unas teclas en la pantalla, aprieta más el acelerador y la aguja del velocímetro pasa rápidamente de los doscientos ochenta a los trecientos diez. Dejamos a Kriek atrás en un pestañeo.
Tan solo quedan algunos kilómetros. Una ruta que muestra el GPS en su pantalla de menos de un cuarto de la carrera. Estamos llegando, vamos a ganar; acabaremos con esta ridícula pelea.
Entonces un golpe en la parte trasera del auto nos avisa de que nos han alcanzado; Kriek choca con nosotros y nos desequilibra el auto. Inmediatamente Kylan baja la velocidad y recupera el control. Me giro a tiempo para ver como el Aston Martin comienza a rodar pasando junto a nosotros a una mayor velocidad. El parachoques se prende en llamas incluso antes de detenerse. Lo vemos girar justo en frente a nosotros como una bola de fuego. Da un bote más, se desvía, nos golpea el capo, y nos da vuelta también.
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Editado: 05.11.2020