Mayo 5, 2017
10:26 Am
| Tyee |
Blake se acerca lentamente, se acomoda la chaqueta y se encoge un poco de hombros por el viento que cala los huesos. Se mueve de manera rara, hacia todas partes y hacia ningún lado; al principio creo que puede tratarse de frío y el hecho de que lleve ese tipo de zapatillas que tampoco le ayudan mucho a mantener el calor. Pero entre más se acerca, más notorio se hace de que está nervioso; casi no me mira, y está esforzándose demasiado para que no lo note. Mentir y disimular es ese tipo de cosas que no va con la buena alma de Blake.
—¿Que tal tu primer día alejada de Hall?— pregunta, su mirada se desvía hacia el final del pasillo. La sigo, por si acaso, para ver si viene corriendo algún chico en pelota o hay una tipa haciendo de mono, pero allí no hay más que los mismo millones de estudiantes que ves a diario, nadie interesante. —¿Llevas la Desert?
Frunzo el ceño, y aunque el arma me lleva todo el día picando en el estómago, la vuelvo a tocar. Sigue en su mismo sitio, fría e inmóvil. Hasta el momento aún no ha intentado matarme. —Si, justo aquí— l baja la mirada hacia mi mano y asiente cuidadosamente.
—¿Pasa algo?
—¿Eh?— pregunta, y su mirada confundida llega en un segundo a mis ojos.
—Que si pasa algo— repito. —Estás como en otro mundo.
—Ah, no. No pasa nada, no te preocupes.
Ahora sí que me preocupo. Ese «No te preocupes» significa que está pasando de todo. Es como el «No me pasa nada» o el "«Haz lo que quieras» de una chica. Efectivamente significa qué pasa algo y que tú NO puedes hacer lo que quieras.
—Dímelo ya. ¿Es Hall? ¿O le pasó algo a Heckler?
—No, no, ambos están bien— pronuncia rápidamente, y ahora se hace más notorio que está muy preocupado por algo. Casi ni modula y no se está quieto.
—¿Entonces que demonios es? Dímelo ya— alzó la voz más de los necesario, algunos a nuestro alrededor se giran a mirarnos, sin embargo, y aunque trató de ignorarlos, Blake me toma del brazo y me lleva hacia afuera; camina un poco más allá de la salida donde no hay casi nadie, y dejo que tire de mi porque me está transmitiendo su nerviosismo y estoy comenzando a pensar lo peor. Un nudo se instala en mi estómago.
—Yo acabo de enterarme, te juro que no tenía idea.
—Bien Blake, ¿Pero qué es?
Mantiene el silencio por un poco más. —Es Skyle— suelta por fin. —Le dispararon anoche y le perforaron un pulmón.
Creo que todo en mi se descoloca en ese mismo instante. No puedo hablar, ni siquiera tengo palabras, incluso mi mente está en blanco. Dejó de encogerme dentro de mi chaqueta sin importa el viento que abraza mi cuello. Tomo aire un par de veces y pestañeo para intentar poder reaccionar.
—¿Que...?— pregunto, pero no porque no pueda entenderlo, sino porque no quiero creerlo —¿Como...?
—Los emboscaron en una entrega. La información comenzó a circular por los bandos.
Dime que es una broma, por favor.
—¿Como está?— mi voz sale casi en un grito, ahora me parezco a Blake, hablo más rápido de lo que pienso.
—Está en el hospital, pero nadie sabe cómo está.
—No puede ser.
Comienzo a sentirme desesperada, una sensación de inquietud pica dentro de mi como una carga de adrenalina que está a punto de ser liberada; no me permite pensar con claridad, tengo muchas ideas y no coordino con mi cuerpo para decidir cual ejecutar primero. Me muevo de un lado a otro intentando ubicarme para saber dónde estoy; he pasado miles de veces por aquí, pero ahora, sin embargo, ni siquiera sé dónde lleva cada uno de los caminos. Me desoriento, me tomo la cara y presiono mis ojos para concentrarme; reconozco el sentimiento, se lo que está a punto de pasarme y es lo que más me da miedo.
No puedo permitírmelo ahora, no puedo dejarme llevar por una crisis de pánico, tengo que seguir respirando.
Deja de tiritar, toma aire, respira, concéntrate, cálmate, esto es mucho más importante, tienes que detenerlo, tienes que controlarte.
Vuelvo a mirar, Blake toma mi brazo y me gira hacia él; luce preocupado, pero no entiende que me está pasando.
—¿Estas bien?
—Voy a verlo— me suelto de él y me giro para ir hacia los estacionamientos, pero Blake tira de mí y vuelve a gírame.
—No puedes ir, no así.
—¿Como que no?— arrugo el ceño.
—No puedes alejarte de nosotros, tienes que estar segura.
—Me da igual mi seguridad.
—A nosotros no.
—¡Es mi mejor amigo, joder!— terminó gritando y me suelto de un tirón del agarre de su brazo. —¡Es mi mejor amigo, lo balearon anoche y yo no tenía puta idea!— en mis ojos bordean las lágrimas y me doy cuenta de que estoy a punto de llorar en medio de la universidad. Tomo aire y le mantengo la mirada. —Debo saber cómo está, y tu ni nadie va a impedírmelo. Me dejas ir, o tendrás que comenzar a perseguirme.
Blake no dice nada, ni siquiera le oigo respirar. Se toma unos segundos para pensarlo. Su mirada vacilante no abandona mis ojos; pero finalmente cede, abre los brazos y me hace una ceña para dejarme continuar.
No espero ni un minuto más para dar media vuelta y comenzar a correr.
§
Me bajo de la moto, me quito el casco y salgo corriendo. Ni siquiera conozco el hospital, mucho menos sé que caminos debo tomar, pero de todas formas atravieso puertas y pasillos hasta dar con algo.
En la recepción hay una o dos personas, más la enfermera que me mira asustada cuando choco con el mesón.
—¿Dónde está?— pregunto. Ella no responde nada de la impresión y me mira con ojos muy grandes. No estoy segura de sí prestó atención a lo que le pregunte, quizá piense que vengo a robarle o algo por el estilo.
—¿Qui-quien?
Suspiro y abro la boca intentando recordar su nombre. —Skyle... Skyle Dickens
Pestañea un par de veces antes de procesar mis palabras, deja de atender a las personas frente a ella quienes están igual de sorprendidos que la enfermera y teclea algunas palabras en el ordenador.
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Editado: 02.12.2020