Capítulo 2.
Reencuentro
Luego de salir de aquel café me dirigí a mi hogar, Amy seguía en mis pensamientos, fue interesante y poco inusual aquella charla, me sentía aun alegre y no dejaba de sonreír, sentado en mi cama no halle nada para hacer entonces vi en la esquina el caballete, con un lienzo en blanco y las pinturas y pinceles allí abandonados, no lo pensé dos veces e inmediatamente tome uno de los pinceles y trace una pincelada suave y larga… volví a pintar.
Ya han pasado unos tres días desde aquélla conversación con Amy, busque entonces aquel papel donde me anoto su número y tomé el teléfono... los dos últimos números estaban borrosos y no lograba hallar de cuales se trataba… me desanime.
Salí a comprar víveres y caminó de regresó tuve la idea de intentar los noventa y nueve números para completarlo y encontrar el de Amy, fue una de las tantas ideas pero como las demás era demasiado para intentarlo, solo abandoné completamente la idea de llamarla.
Han pasado unas semanas desde aquél encuentro, he querido poder volver a encontrarme con Amy pero no he hallado la forma, su número está incompleto y tengo otro camino hacia ella, después de tanto tiempo encerrado en mi cuarto, absorbido por mi depresión y desconsuelo, nunca el amor se había convertido en lo más dañino y doloroso de este mundo, mi manos ya no hallaban la gracia en los pinceles que tantas veces tomaba para plasmar mis emociones, nada podía ayudar mi alma inquieta, sola, triste… tan solo aquél día que mi voluntad era mucha y crecía mi valentía, aquél día que despierto de aquella agonía, y poder hablar con alguien después de tanto era la píldora perfecta… Un día luego de unos meses de salir de aquélla depresión y recuperar de a poco mi vida social, recibí una invitación de un viejo amigo, acepte ir entonces a un evento en el centro de la ciudad, lo tomé como una forma de poder ayudarme a volver a entablar vínculos nuevamente, paso el día y la hora de salir llegó, tome entonces un taxi y me dirigí al lugar, al llegar mi amigo se encontraba con un pequeño grupo y me presento con cada uno de ellos; estuvimos dialogando por varios minutos contando anécdotas, historias de nuestras vidas, riendo un poco y de repente siento como acarician mi espalda… al voltear mis ojos se iluminaron y mi sonrisa no podía hacerse esperar…
– ¡Hola Patrick!
– ¡Amy!
– ¡Cuánto tiempo!, estuve esperando tu llamada.
–Perdí el papelito, lo siento –sonreí. Avergonzado–, pero dime, ¿qué es de tu vida?
–Todo va según su cursó, el trabajo, los quehaceres… pero tú, ¡tú si has cambiado mucho!
–Bueno, solo salí de mi encierro, gran parte gracias a ti…
Amy se sonrojo.
–Me alegra haber contribuido en ello –una sonrisa cálida asoma en sus labios–, ¡pero oye! ¿Cuándo me seguirás contando tu historia?
–Bueno, ¿estás acompañada ésta noche?
–No, salí por ocio.
–Déjame invitarte una copa y busquemos una mesa vacía, ¿te parece?
– ¡Me parece bien!, pero no me gustaría recordaras el pasado en este momento, por tanto mejor disfrutemos la noche y dejamos la continuación para otro encuentro, ¿te parece?
–Está bien.
La noche sigue su curso y la hora de partir llega, cada uno comienza a despedirse hasta quedar solo en su compañía, decido entonces acompañarla a esperar un taxi.
–Me alegra mucho que tu vida vuelva a estar bien, aquél día en el café te veías muy mal, irradiabas tu dolor, pero ahora te veo muy bien, estoy feliz por ello –sonríe.
–Sí, aquél día decidí salir para superar, pero no imaginé fuera tan grato, tú compañía aquél día fue realmente reconfortante, te lo agradezco.
–Fue un enorme placer, pero esto no acaba aquí… ¡aún no terminas de contarme tu historia! Pero para evitar que vuelvas a perderte ahora seré quién te llamé, por tanto dame tu número.
–Sonreí fuertemente–, está bien.
Luego de ello paramos un taxi, abrí la puerta y antes de subirse me dio un abrazo, me apretó muy fuerte y susurró a mi oído…
–Fue lindo volver a verte.
Me sonroje y la apreté fuerte susurrándole.
–Lo mismo digo Amy.
Entonces me sonríe y sube al taxi, y por la ventana me grita…
– ¡Espera mi llamada!
Sonrió y tomo camino nuevamente a mí casa.
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Editado: 16.03.2020