Pinceladas

Capítulo 15.2

Capítulo 15.2

Recuerdos

–Ya llegue.

Recibí un mensaje de ella… Me quede algo sorprendido, porque me estaba avisando… Si apenas nos estábamos conociendo… Pero me gustaba que lo hiciera… Será que ella al igual que yo siente esa misma conexión…

–Qué bueno, ¿cómo te fue?

–Bien… Salí con unas amigas…

–Qué bueno…

– ¿Y tú?

–Nada, solo me quede aquí en casa…

–Oh… Ya…

–Estuve mirando tus fotos…

– ¿Y?

–Eres muy linda…

No decía nada… Pero seguía en línea… Será que eche todo a perder por este impulso tonto… Será que no debí hacerlo tan pronto… Comencé a desesperarme… No quería arruinarlo tan rápido… No sé qué hacer…

–Gracias…

Sentí algo de alivio… Pero… Ese el mensaje es la representación clara de que aquellas palabras son tan típicas que aburren… Las mujeres están cansadas de escucharlas, obviamente tan poco no hay que dejar de decírselo… Pero, no así… Así se siente como si estuviéramos desesperados y ellas lo sienten también… Y yo sabiendo esto falle en la novatada…

No quise escribirle más, no quería seguir arruinando las cosas… Mejor esperaría a mañana o tal vez en unos días… No sé… Por ahora lo mejor sería no escribirle más…

Mire la hora, ya era algo tarde, mejor decidí acostarme de una vez…

A la mañana siguiente me levante temprano y decidí salir a trotar… Quería comenzar a rehacer mi vida… Cuando era más joven hacia mucho ejercicio y me gustaban mucho los deportes… No era el mejor pero tampoco no era escogido al último… Siempre tuve un buen estado físico y tenía el dicho de decir que tengo un cuerpo afortunado… Porque, sencillo…

Porque no importase lo que comience seguía pesando lo mismo… Era tanto así, que mi madre decía: “cuando comas gente me avisas”… Llegaba a acabar con las ollas… Cualquier cosa que hubiere en ellas terminaba en mi estómago…

Ahora deje tanto esa gula y solo como lo necesario, tuve la fortuna de que mi madre viene de una cultura en donde todos los días son comidas diferentes y variadas… Entonces nunca me canse ni me cansaré de su comida… Y también aprendí de eso, entonces en ocasiones cuando no tengo mucha pereza me hago platillos de restaurante para mí solo, es bueno consentirte un poco de vez en cuando y que mejor que con comida… Que haríamos sin la comida…

Era una mañana bonita, el sol estaba en su punto exacto donde no calienta lo suficiente como para que te sientas abochornado, ni tampoco tan poco para que sientas frío… Y que mejor que hoy para salir a trotar un rato… Aprovechando que era domingo y en la ciudad se hacen muchas actividades este día… Bicicletas, patines, mascotas, todos aprovechan para pasar un rato en familia y demás…

Llegue entonces a la zona deportiva, había una cantidad de personas considerable que coincidieron es salir hoy de la rutina… Tenía sed por lo que me dirijo a comprar una botella de agua… En eso veo a una vieja amiga… No la veía en años… Pero enserio, en años…

– ¿Jenny?

Ella volteó inmediatamente.

– ¿Patrick? Oh ¡Patrick! –Se lanzó a abrazarme–, ¿Cómo has estado?

–Bien, bien todo va bien, y tú ¿Cómo has estado?

–Muy bien… Pero oye ¡ese milagro!

–Sonreía–, Sí… Ha pasado mucho tiempo la verdad…

–Mucho es poco… –Sonreía.

–Y ¿qué haces por aquí?

–Solo salí con unas amigas a montar en bicicleta y ¿tú?

–Nada, solo salí a trotar un rato y salir de la rutina…

–Qué bueno…

–Sí…

–Oye mira que hace poco casualmente me acorde de ti

– ¿De mí? ¿Y eso?

–Es que viaje a la ciudad y en mi habitación tengo aun pegado en la pared aquel dibujo que me diste…

– ¿Dibujó? ¿Cuál dibujo?

–El silvestre bebé… Que tenía una gorra azulita y una pequeña lágrima…

Indague un poco en mis recuerdos…

–Oh sí… Vaya no sabía aun lo conservabas…

–Sí y también la carta que me diste… Creí era un poema o algo así… Pero escuche un día la canción y busque la carta…

–Sí, sí…

–Fue muy lindo…




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