Pinceladas

Capítulo 23.2

Capítulo 23.2

Miradas

–Vamos a caminar –dijo mirándome fijamente.

Solo asenté con mi cabeza y comenzamos a hacerlo…

No hablamos nada en el camino, volteamos en la esquina, luego en la otra y cuando habíamos caminado un par de metros miro unas pequeñas escaleras…

–Sentémonos aquí.

Asenté y nos sentamos…

Ella estaba hermosa, traía muchas manillas en sus muñecas, una falda, no estaba muy arreglada que digamos, era más como si no hace nada hubiera llegado de algún lado, a lo mejor de la universidad… Estaba tranquila, sonreía un poco, me miraba de vez en cuando con una mirada pícara y tierna…

–Es la primera vez que te veo con falda…

–Ah sí… Casi no me gustan…

–Pero tienes bonitas piernas, en realidad muy bonitas…

–Sonrió–, Sí claro…

–Enserio…

–Bueno…

–Y… ¿Por qué nos sentamos aquí?

– ¿No podemos o qué?

–Sí, sí… No se enoje…

Se río… Y vaya que me encanta…

– ¿Por qué me dijo que subiera rápido?

–No sé… Quería verlo…

Mi corazón se aceleró en ese momento…

–Sonreí–, Yo también quería verla…

– ¿Sí? Entonces ¿Por qué dijo que me quería dejar de hablar? y no sé qué, y blablabla…

Me está reclamando o es mi impresión…

–No sé… Tal vez me dio impotencia o algo por lo del otro día…

– ¿Qué?

–Lo que me había dicho…

– ¿De qué?

–De qué tiene a alguien…

–Y ¿Qué pasa con eso?

–Pues nada solo… No sé…

–Es que el que yo tenga a alguien no impide otras cosas… –Me miro coquetamente…

La mire extrañado, no sabía bien a qué se refería con eso, pero me alegraba que no estuviera sentida o algo por el estilo respecto a la inmadurez que había tomado tiempo atrás…

–Y ¿cómo van?

– ¿Quiénes?

–Pues ustedes… Su novio…

–Ah… Bien…

–Bueno…

– ¿Volvió a pintar?

–Sí, he h chocolate algunos cuadros en estos días…

– ¿Cuándo me va a enseñar?

– ¿A qué? ¿Pintar?

–Sí… ¿A qué más entonces?

–Ah no sé… Hay muchas cosas… –la mire fijamente con una leve sonrisa en mis labios.

Ella me miro sonriente con algo de duda en su mirada y la bajo rápidamente…

No sé por qué pero seguí mirando la fijamente, sentí en ese momento como si le hubiera dominado de alguna manera, y vaya que nos gusta sentir aquello…

Ella me miraba y cada vez se ponía más nerviosa, miraba para todos lados… Hasta que rompió el silencio…

– ¡No me mire así! –dijo sonriente…

–Así ¿Cómo? –la miraba más fijamente, con más picardía que antes…

–No me mire… –Sonreía.

No podía evitarlo, ya me estaba saliendo natural el verla así… De cierta manera me gustaba hacerlo…

–Pero mirarla como, no entiendo –la seguía mirando fijo, pícaramente…

–Hay ya… ¡Mire para otro lado! –Reía.

– ¿Por qué?

– ¡No me mire!

Tomaba mi rostro con sus manos y lo volteaba, era un juego bonito, se reía mucho… Al final después de tanto acepte y entonces comencé a mirarle del cuello para abajo…

– ¡No me mire hay tampoco! –se reía.

–Pero ya no la estoy mirando…

–No me mire nada, ninguna parte –reía.

–Bueno está bien, ya no la miro…

No podía evitar sonreír, seguimos hablando y solo miraba para el frente o a un lado, y en cualquier intento mínimo por voltear hacia ella, tomaba mi rostro y lo giraba con una sonrisa…

Continuamos así por un largo rato, cuando en eso paso por ahí Jonathan… Nos saludó desde el otro lado de la carretera, iba a comprar algo en una tienda cercana, nos quedamos en silencio un rato mientras esperábamos a que él se fuera nuevamente de nuestra vista… Ella miraba fijamente, no decía mayor cosa… Luego que se fue, voltee a verla, estaba distraída… Me miro y volvió a sonreír…

– ¡Que no me mire! –Abrió sus ojos y con una sonrisa me tomo el rostro y lo volteó…




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