Capítulo 28.1
Bésame
Bésame así, despacio, sin medir el tiempo, hasta desgastarnos los labios…
Bésame como si la vida dependiera de ello, como sí no hubiera un néctar más dulce que jamás hayas probado…
Bésame la boca, el cuello, la vida, el alma…
Bésame hasta que el tiempo se vuelva nulo, hasta que nuestras almas se junten entre nuestras bocas…
Bésame con todo lo que te hace ser tú, con tu misterio, con tu magia…
Bésame sin poner frenos o tapujos en el proceso… Muérdeme si así lo quieres, si eso te encanta…
Bésame y déjame besarte a mi manera, tomándote de la cintura, de tu cuello, de tu espalda…
Bésame hasta que el sol salga en el alba de la mañana… Hasta que las aves canten gozosas del día nuevo que arriba…
Bésame con tus miedos, tus deseos, aquello que nadie conoce en tus entrañas…
Bésame hasta cansarnos de hacerlo… Y luego de separarnos un poco para tomar aliento, bésame otro poco hasta quedar resecos y necesitar agua…
Bésame… Solo bésame sin pensar en el mañana, en lo que dirán, si en un momento alguien más nos ve haciéndolo… Porqué si me besas como hasta ahora esa persona se morderá a sí misma porque no tiene con quien hacerlo…
Bésame… Simplemente bésame hasta que el universo nos separe porque se ha cansado de vernos…
Tú boca es tan cálida y húmeda que en el proceso de unirla a la mía, un éxtasis estalla en medio, me he vuelto adicto a tus labios tersos, su color rosado intenso es tan visible porque la sangre ahora los recorre con fuerza, ahora soy esclavo de ellos… Y no me importaría pagar cadena perpetua sí puedo entre los míos tenerlos…
Y luego que todo el fuego se apacigüe, se calme la llama que llevan dentro… Descansar un poco, tal vez hasta el día siguiente para repetir todo este baile de nuevo…
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Editado: 16.03.2020