El hombre alzó la copa en señal de saludo. La rubia imitó el gesto, esbozando una ligera sonrisa. Era hermosa y a él, no le había pasado desapercibido tal detalle. Llevaba dos horas en el lugar y pudo apreciar cuando ella realizó su entrada triunfal. Se llevó, al caminar hacia la mesa, las miradas de todos los representantes del género masculino. Su andar cadencioso lo impactó y solo alcanzó a pensar en un único objetivo: llevarla a su casa esa noche.
Fuerte, arrogante y frío eran sus rasgos más sobresalientes por eso, poco le importó el sentimiento de la joven, solo quiso satisfacer sus deseos carnales y después desecharla como un objeto inservible, igual a todas las que habían tenido la desgracia de pasar por su cama.
Se acercó a la muchacha para comenzar a preparar el terreno. Quería encandilarla con su belleza. Era un hombre atractivo y lo sabía, por eso se sentía seguro. La conversación fluía mientras, el joven de la barra, llenaba continuamente sus copas. Cuando la sintió dócil y completamente a su merced le dijo:
- Preciosa, deberíamos seguir esta conversación en mi casa - mientras hablaba detallaba con sus dedos el rostro de la fémina - allí podemos conocernos y…
Ella lo interrumpió. Con un poco de rubor en sus mejillas por el alcohol o la vergüenza susurró:
- Vamos.
Esa fue la aceptación que él esperaba, una invitación maravillosa que le daría acceso a ese espectacular cuerpo. Era un manjar delicioso que comería hasta saciarse.
La tomó bruscamente de la mano, arrastrándola hacia el auto. La rubia no ofreció resistencia, dejándose llevar, inevitablemente, hacia el lugar señalado.
- Solo será esta noche - expresó el arrogante ya en el salón recibidor de su casa - no quiero comenzar una relación. Lo mío es solo sexo.
Ella parpadeó varias veces y después asintió con un ligero movimiento de cabeza.
- Yo tampoco quiero una relación seria. Me parece bien tu proposición - se levantó del asiento y preguntó - ¿Puedo prepararme una bebida?
El joven señaló la nevera, con sus largos dedos y se alejó unos minutos para realizar una llamada telefónica. Conversó con su asistente, dándole instrucciones para el próximo día y se dirigió nuevamente al salón.
Tomó la copa que le ofreció la rubia. Sin dudarlo y con rapidez bebió su contenido. Logró sentarla en su regazo y repartió besos húmedos por lugares estratégicos de su cuerpo.
De repente sintió una extraña pesadez en sus párpados. Resultó casi imposible, para él, mantenerse despierto. Su cuerpo se rindió ante la extrema relajación que lo envolvió, sumiéndolo en un sueño profundo, enajenándose del mundo terrenal.
Abrió sus ojos porque, la luz del sol, le molestó en el rostro y tardó unos segundos en salir de la cama. Realizó una mueca de disgusto cuando los destellos de la noche anterior inundaron su mente.
- ¡Qué vergüenza! - exclamó - quedé en ridículo.
Detalló su habitación. ¿Dónde estará la rubia? Su último recuerdo fue una copa, ofrecida por ella, en el recibidor. Intentó realizar una llamada, pero no encontró el celular. Sus alertas se activaron y decidió salir del cuarto pero, al abrir la puerta, quedó completamente estático ante la aterradora imagen que presenció. Su departamento estaba completamente vacío. ¿Ella se había atrevido a despojarlo de todos sus valiosos objetos? Deparó en una pequeña nota que la joven había dejado totalmente visible para él.
Tu arrogancia no te dejó razonar. Fue muy fácil engañarte. Subestimaste mi inteligencia y no percibiste que mi meta fue siempre dejar al burlador burlado.
Nunca subestimes las capacidades de tus semejantes. La arrogancia nublará tu juicio, llevándote únicamente al fracaso. Piensa que, como tú, las personas han podido cultivarse. Tendrás amigos, enemigos o simplemente conocidos dignos de admiración y cuando entiendas que, en la escuela de la vida, existe talento innegable serás capaz de superarte, aprender de tus errores, alcanzar tus metas, convirtiéndote claramente en un vencedor.