Capítulo 4
Noviembre 2018
Haelyn
El cumpleaños de Veronika es mañana, y mis padres insistieron en que sería bueno llegar a la casa de campo un día antes.
La fiesta sería mañana en la noche; aún quedaba tiempo de sobra.
Desde hace un mes, mi madre se ha ocupado de los preparativos. Cuando la avioneta aterrizó en el pueblo, ella ya estaba al teléfono ultimando detalles. Nada podía quedar al azar.
Debía ser perfecto, ya que también estarían presentes las familias rusas de Toronto y otras familias de la mafia de segundo rango. Mi mamá usaba el término colegas para referirse a ellos, ya que trabajaban en el mismo sector.
Nos enseñó a ser cuidadosas cuando alguien preguntara por los negocios de mi padre y la familia.
El negocio de porcelanas y la casa de empeños eran las caras visibles, las distracciones que alejaban la atención de las autoridades de las otras actividades de la familia.
A nadie en la ciudad ni en nuestro vecindario le parecía raro que tuviéramos guardias tanto en la tienda como en casa. Se decía que mis abuelos debían resguardar su negocio de la competencia y proteger el secreto de la fabricación de porcelanas. Eso era lo que las madres comentaban a la salida de la escuela.
Pero cuando la ciudad dormía, era cuando se hacían los verdaderos negocios. Solo unos cuantos lo sabían.
El resto de la familia llegaría entre hoy y mañana. Nadie se perdería la fiesta de cumpleaños de Veronika, ya que mi hermana había elegido como tema un baile de máscaras venecianas. Cada máscara era única y estaba diseñada para los invitados, un anonimato visible solo para quienes supieran descubrir quién se ocultaba tras cada una.
El color de mi vestido era un secreto, al igual que el de mi hermana.
Además de la celebración, la fiesta tenía otro propósito: que los jóvenes de cada familia se conocieran en un ambiente amigable. Algunas de las invitadas estaban en edad de casarse, y eso significaba alianzas entre familias. Un buen negocio se sellaba con una boda.
Los matrimonios de conveniencia seguían vigentes en las filas de la mafia de segundo rango. Como princesas de la familia Abramov, nuestro destino estaba trazado desde el nacimiento.
Mis padres aún no habían mencionado esa posibilidad, y nosotras estábamos tranquilas. Mi abuelo Vadem, mi padre y mi tío Arseni aún eran capaces de manejar el clan Abramov sin necesidad de ceder el relevo a la nueva generación. Los cambios se daban progresivamente.
—Mis hijas merecen estar con alguien que esté a la altura del apellido de esta familia —dijo mi madre cuando la tía Annika insinuó que ya era tiempo de que mi hermana se casara.
—Talya, ma chérie, tú y yo sabemos que no podemos dejar pasar tanto tiempo —respondió la tía Annika con un tono casi maternal—. Después de la boda, Vera podrá continuar con sus estudios. Es bueno que —señaló el patio— se sepa que nuestra familia está lista para formalizar alianzas.
—Hermana… —intervino mi abuelo. Él y la tía Annika eran hermanos—. Esta no es la ocasión para hablar de ello.
La cena de hace un mes no fue tan alegre como en otras ocasiones. En parte, sentí alivio cuando mi abuelo intervino, ya que no quería que mencionaran mi nombre.
Esperaba que, con el tiempo, mis padres me permitieran casarme con alguien de mi elección, sin que el matrimonio estuviera ligado a los negocios del clan.
—Por favor, Haelyn, no dejes tu mochila en el salón —dijo mi madre, apareciendo en la cocina—. La modista te espera para la prueba del vestido, así que come rápido.
—¿Por fin podré ver mi vestido? —pregunté, emocionada por la sorpresa—. ¿Vera tiene el suyo?
Sentía curiosidad.
—Tu tía Jereni se encargó de eso —respondió—. Margot te lo mostrará junto con la máscara, pero no debes decirle a nadie. —Hizo una pausa—. Eso incluye a tus primas. Cada vestido es único.
Mi madre se tomaba en serio los detalles, incluso cuando Vera estaba en Calgary. Nuestra familia, tanto materna como paterna, estaba repartida por Canadá. Esto ayudaba a cubrir las rutas de tránsito de mercancías. Los Vlasov, mis abuelos maternos, vivían en Calgary, y mi tío Arseni se encargaba de esa ruta.
—Iré cuando termine mi sándwich —respondí. Tenía hambre después de mi pequeña excursión al bosque.
—Nos vemos más tarde —se despidió.
No pude responder; mamá ya había desaparecido.
Desde la cocina podía ver cómo preparaban todo para mañana y cómo el jardín se transformaba en una gran recepción. Mi madre daba indicaciones a los trabajadores, y otros iban de un lado a otro organizando los detalles.
Terminé mi sándwich con emoción por ver mi vestido y la magia que las manos de Margot harían con él. Ella diseñó el vestido de novia de mi madre, y sus creaciones eran muy cotizadas en Toronto.
—Bonjour, Margot y Mathilde —saludé con alegría al entrar a mi habitación.
Mathilde era su ayudante desde que tenía memoria.
—Bonjour, mademoiselle —respondieron ambas en francés.
De vez en cuando debía practicar mi francés.
La prueba del vestido no tomó mucho tiempo, ya que apenas hubo que hacer modificaciones. Incluso me probé la máscara. Me veía diferente, un poco mayor… pero no tanto. Me encantaba el diseño, elegante y recatado.
Quería saber si él sería capaz de reconocerme mañana en la noche. Ese chico se había convertido en mi crush desde hacía un par de meses.
Quería que ya fuera mañana.
—Son las mejores —dije, abrazando a Margot y Mathilde—. Gracias.
—No crezcas tan rápido, pequeña Haelyn —Margot palmeó mi espalda con cariño.
—Mañana lucirás preciosa —agregó Mathilde.
Como mi madre estaba ocupada, mi padre había salido con sus guardias y mis primas, Agathe y Tanya, estaban en el porche mirando a los hombres de seguridad. No notarían que yo no estaba allí.
Tomé mi mochila y fui en busca de provisiones para mi pequeña excursión al bosque. La casa de campo tenía una zona boscosa, y el trato con mi padre era no salir de la propiedad.
Todo estaba monitoreado, así que la gente de seguridad podía encontrarme fácilmente.