-. Hay algún río por acá cerca – indagó Paula porque no estaba segura que las casa tuvieran agua y desagüe instalados
-. Si mal no recuerdo – respondió Rosa dubitativa – este camino llega a una quebrada – señalo un camino que iba delante de las casas
-. Más o menos cerca o lejos – Pau necesitaba calcular cuánto caminaría
-. Cinco o diez minutos – dijo Rosa
-. De acuerdo – tomó una botella de tres litros de su mochila y fue a buscar la quebrada
-. Nana – Luis llamó su atención – lamento no haber bajado a ayudarles antes – miró a Antonio también
-. Ya tranquilo – Rosa rio de repente – la niña Paula estaba enojada porque llevaba ya un buen rato ayudándonos y la reja no cedía
-. No me había percatado – miró al suelo y empezó a jugar con la tierra
-. No pasa nada joven – animó Antonio
-. Solo espero que te des cuenta que tu esposa es más de lo que ves o has escuchado – comentó Rosa
-. Hola – Pau llegaba cargado su botella con el rostro y el cabello mojado aparte de obviamente haberse lavado las manos – les traje un poco de agua para que puedan lavarse ustedes también
-. Gracias – Antonio dio un paso adelante y ella aflojo un poco la tapa y el echo agua como si de un caño se tratara
-. Siguiente – llama Paula una vez que Antonio termino, se acercó Rosa
-. Está helada – comentó al tocarla
-. Me parece que está fresca – le sonríe Paula, Rosa terminó y Luis no sabía si acercarse o no porque Paula le había hablado enojada hace rato
-. ¿Quieres estar sucio para no ayudarnos a bajar las cosas de la mudanza? – le dijo ella como si fuese un amigo de hace mucho tiempo, ella no deseaba tener que tratarlo como un desconocido y menos estar como enemigos
-. Ya voy – Luis sonrió un poco porque ella parecía haber olvidado lo de hace rato – se siente muy bien
-. Lo sé – dijo Pau con una sonrisa – ahora termina porque nos queda mucho por hacer y son un poco más de la una – dijo después de mirar al cielo
-. Son casi las dos – confirmó Antonio después de ver su celular
-. Bien entonces debemos empezar para acabar antes del anochecer – animó Paula cerrando la botella una vez que Luis terminó de lavarse
-. Esta casa será para ustedes – Rosa señalaba la casa de la derecha – así que empecemos a acomodar
-. Rosa – Paula al detuvo
- Luis y yo acomodaremos está casa – señalo la que ella les había dicho – y tú y Antonio arreglaran la suya
-. Pero – Rosa quería refutar
-. Nada, nada, nada – la corto – aquí los cuatro tenemos manos y piernas estamos completos y no me gustaría que ustedes pasen mal esta noche
-. Estoy de acuerdo, nana – apoyó Luis
-. Como ustedes digan – Rosa estaba sorprendida por como Paula se preocupaba por todos y no solo por ella, con la ayuda de los tres señores que habían venido en el camión de mudanzas, en dos horas tenían todo en cada casa y en cada ambiente solo faltaba organizarlo.
-. Esto si fue agotador – comentó Rosa limpiándose el sudor de la frente y una vez que despidieron a los señores quienes ya habían cumplido con su trabajo, Paula subió a la camioneta y busco algo en su mochila.
-. Toma – le ofreció una botella de agua – también hay para ustedes – le entregó una a Antonio, otra a Luis y obviamente una suya que era un tomatodo rosa en el fondo y plomo casi al llegar a la tapa.
-. Eres una mujer precavida –murmuro Luis
-. Me gusta prevenir – contestó ella con diversión y Luis se sintió algo nervioso – bien creo que debemos cocinar algo – miró a Rosa y esta asintió – hay algún lugar con agua limpia para poder cocinar
-. Me parece que cerca había un nacimiento de agua – Paula sonrió
-. Bien vamos a buscarlo – fue a la camioneta y bajo un balde de veinte litros, tomo el brazo de Rosa lista para emprender el camino
-. Necesitaran ayudar para cargar el balde – dijo Luis disponiéndose a ir con ellas
-. Para nada – lo detuvo Paula – yo pudo cargarlo, ya que tú – lo señalo – y Antonio deben comenzar a armar las camas para descansar esta noche
-. Como diga señorita – Antonio tomó el brazo de Luis y lo llevó adentro de la casa porque él parecía una estatua al terminar de escuchar las palabras de Pau, la cual ya era llevada por Rosa hacia donde ella recordaba que debía estar el agua
-. ¿Por qué todo está tan marchito? – preguntó al mirar a su alrededor
-. Hace más de una década que nadie se paraba por acá - dijo Rosa con tristeza en su voz – y el cuidador falleció hace unos meses; era demasiado mayor para poder mantener la finca
-. Bueno con algo de trabajo y dedicación esto volverá a ser el paraíso que supongo fue en sus mejores años – dijo con una sonrisa soñadora
-. Eres muy buena, mi niña – Rosa también sonrió
-. ¿Acaso creían que soy un monstruo o algo así? – preguntó bromeando
-. Normalmente las mujeres de su estatus pocas veces realizan alguna labor de exigencia – Rosa no quería que ella la malinterpretara
-. Tranquila – ella siempre amable – ya me conocerás y verás que no me parezco en nada a nadie que conocieras antes
-. Ya casi llegamos – caminaron unos diez pasos llegaron a un pequeño pozo del cual el agua se desbordaba
-. ¿Aquí nace? – Paula miraba por todos lados para ver si por algún lado le llegaba el agua
-. Así es – interesante – empezaron a llenar el balde, lo taparon y Pau lo cargo
-. Déjame ayudarte – insistía Rosa
-. Rosita de mi corazón – Pau dejó el balde en el piso – no soy tan inútil como parezco
-. Yo…
-. Sí – Paula soltó una carcajada – sé que no piensas eso, pero no puedo permitir que cargues este peso eres una mujer que ya no está para estos trotes y no dudó que en tus tiempos de buena moza no hayas sido una mujer luchadora capaz de hacer cualquier tarea que te encargasen
-. Pero puedo ayudarte – insistía