¿por qué... ? ¡¡me enamoré!!

VI - CONVIVENCIA (II)

Luis tenía la costumbre de levantarse un poco temprano para salir a correr o hacer ejercicio en su gimnasio personal; sin embargo, extrañamente esa mañana no tenía ganas de levantarse ya que sentía que estaba muy cómodo en su cama. Intentó estirarse y sintió un peso en su brazo así que abrió los ojos de golpe y vio cabello castaño a su lado y recordó en donde estaba, miró a Paula a su lado tan serena durmiendo y vio la posición en la que estaban

“En qué momento” – se preguntó mentalmente – “Es una sensación cómoda” - reconoció para sí mismo

Vio que Paula empezaba a moverse así que retiro sus brazos de su cuerpo y se levantó para ir afuera a hacer sus necesidades básicas y que ella no se sintiera incómoda o le acomodara una señora cachetada.

Paula se levantó y se sintió algo desilusionada el que estuviera sola, aunque el costado de ella aún se sentía caliente como si recién él hubiera salido; pero lo que le parecía más extraño era que hubiese descansado tan bien a pesar de estar compartiendo la cama con un desconocido.

“Bien un nuevo día y a poner de nuestra parte para que pueda seguir con mi vida después de estos dos años” – se animó ella misma

Se puso sus zapatillas ya que ella imaginaba que el clima era frío, saló frotándose los ojos y no vio que Luis entraba algo acelerado chocándose

-. Ouch! – Pau se sobaba su frente y Luis la tenía en sus brazos para evitar que ella cayera al piso

-. Lo siento – Luis se apresuró a disculparse – no te vi

-. Porque entraste como maratonista – se incorporó y ahí se dio cuenta que estaba tan solo en bóxer - ¡cúbrete! – se tapó los ojos

-. Lo siento – Luis siguió su camino y ella fue a buscar un arbusto donde pudiera hacer sus necesidades sin ser vista, a pesar del frío tomó agua del balde y se lavó la cara, el agua helada terminó por despertarla

-. Mi niña – Rosa entraba ya cambiada y fresca como una lechuga – buenos días

-. Buenos días – Paula la saludo con una sonrisa

-. Prepararé el desayuno – informo

-. Yo haré el inventario – Paula empezó a abrir todos los cajones de la alacena, anotando todo en el cuaderno que había dejado anoche en la mesa del comedor, faltaba toda clase de condimentos para aderezos o aliños que hicieran para la comida a parte de obviamente el gas; un par de tanques para juntar agua y algunos útiles de aseo.

Desayunaron y Paula no había notado que seguía en pijama y el cabello lo tenía sujeto en una trenza; Luis por su parte se había colocado un jean, zapatillas y una camisa sport

-. ¿Cómo descansaron? – pregunto Paula

-. Bien señorita – Luis miró mal a Antonio

-. Solo Paula – recordó ella

-. Muy bien niña – intervino Rosa – y tú – Paula sonrió con cierto nerviosismo

-. Bien – terminaron el desayuno

-. Yo limpio - Rosa se apresuró antes que Paula hablase

-. De acuerdo – dijo con resignación – iré a cambiarme porque debemos ir al pueblo a realizar las compras – y se fue a su habitación

-. Iré a revisar la camioneta – Antonio también salió

-. ¿Te encuentras bien, mi niño? – Rosa interrogó mientras recogía la mesa

-. Sí – Luis respondió de inmediato - ¿Por qué lo dices?

-. Por nada – Rosa se daba cuenta que Luis empezaba a demostrar cierta atracción por Paula; pero lo conocía tan bien como para saber que no lo admitiría tan fácil

En veinte minutos todos estaban en la camioneta con dirección al pueblo, Rosa cautelosamente pudo apoderarse de la lista que Paula había hecho en cuanto legaron dejaron la camioneta en la entrada del pueblo.

-. Bien Antonio y yo iremos por las cosas que hacen falta en la casa – Rosa se adelantó ya que ella quería que ambos se conocieran un poco más y ella se llevó al pobre casi a rastras para que no protestará.

-. Espero no te moleste acompañarme – Paula negó y él le ofreció su brazo, ella lo tomó porque no conocía nada ni a nadie

-. ¿Conoces el pueblo? – preguntó curiosa

-. No – ella lo miró mal – pero preguntando se llega a Roma – dijo tranquilo, caminaron a la plaza en la cual había muchas tiendas de ropa, juguetes, aparatos electrónicos, telas, estudio de fotografía, su municipalidad y un par de academias preuniversitarias

-. Es como una mini ciudad – murmuró Paula

-. Con la diferencia que aquí la delincuencia es prácticamente inexistente – complementó el - mira ahí hay un serenazgo preguntémosle – caminaron en dirección a él

-. Buenos días – saludaron al unísono y se quedaron mirando

-. Buenos días – saludo amablemente el señor

-.  ¿Quisiera saber cómo llegó a la compañía eléctrica? – Luis tomó la palabra

-. Claro – el señor les indico cuantas cuadras caminar y ellos siguieron sus indicaciones llegando al lugar correcto

-. Vaya llegamos – Paula temía que se hubiesen perdido

-. Vamos – la llevó al interior – esperemos que no haya que hacer mucho papeleo

-. Luis – un señor de unos cincuenta años lo llamó por su nombre – Luis Montemayor

-. Buenos días – él volteó y lo saludó

-. Supongo que eres el nieto de Luis – él asintió – eres su vivo retrato en la juventud – ambos sonrieron

-. Ya sabes cómo vas a verte de mayor – Paula le susurró al oído y Luis la miró estupefacto porque con su aliento sintió algo raro en su espalda

-. Soy su nieto – intentó concentrarse en otra cosa – ella es mi esposa Paula Montemayor – ella extendió la mano para saludar, aunque se sintió raro escuchar su nombre con otro apellido

-. ¿A qué debo esta inesperada y sorpresiva visita? – dijo el hombre mayor – por cierto, Mario Villanueva 

-. Mucho gusto – dijo por cortesía – quisiera contar con el servicio de electricidad en la hacienda… 

-. Inti Killa – termino por él

-. Exacto – Luis le sonrió

-. No te preocupes traeré los papeles que debes firmar – Paula se preocupó y apretó un poco el brazo de Luis, él por inercia acaricio su mano




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