¿por qué... ? ¡¡me enamoré!!

VII - CONVIVENVCIA (III)

En la mañana la pareja de recién casados despertó abrazada, ambos estaban tan cómodos que les causaba pesar abrir los ojos. Luis sabía que estaba abrazando a Paula y el cumulo de sensaciones agradables que se arremolinaba en su corazón no tenía comparación y lo que más le gustaba era esa calidez que le llegaba hasta el corazón.

Luis abrió los ojos de a poco y vio que Paula estaba casi encima de él, ese aroma de chocolate y vainilla inundo sus fosas nasales (era el olor de su shampoo), ella se veía tan calmada.

“Y ahora como me levanto” – miraba la manera de salirse – “lo siento; pero por mi dignidad lo mejor es que me levante… perdóname” – negando tomo los hombros de Paula y la aventó a un costado

-. ¿Qué te sucede? – escuchó el grito de Paula mientras el corría fuera de la casa, ella sentía que las sabanas estaban demasiado frías

“Un momento” – se sentó de golpe

-. Yo estaba – susurraba para sí misma, movía su mano como si señalara algo de derecha a izquierda – no, no – negaba – Dios por favor – agarro fuerte su frazada – yo… yo… yo creí que era un sueño

Luis que se estaba congelando afuera estando en bóxer, al menos estaba tranquilo que su entrepierna estaba en calma y no le haría pasar una vergüenza. Rosa estaba poniendo todo de su parte para no reírse porque ella vio como él salía corriendo como alma que lleva el diablo y sabía muy bien porque ya que ella había ingresado a la habitación a avisar que el desayuno estaba servido; pero los dejo dormir.

-. Buenos días Rosita – Paula saludó provocándole un sobresalto a la mujer concentrada en su mente no la había escuchado venir

-. Hola mi niña – dijo nerviosa

-. No quería asustarte – Paula no pudo aguantar la risa

-. Estaba distraída – ella sintió y vieron como Luis pasó corriendo de regresó a la habitación y ambas supusieron que ha cambiarse

Cinco minutos antes de las ocho llego el maestro con un camión que traía su madera y un par de ayudantes para trazar el terreno; Luis llamó al señor de la maquinaria para poder avanzar, ya que él no quería que la época de lluvias retrasa los trabajos.

Dejo que Carlos guiara a el maquinista, y él se encargaba de recibir y contabilizar el material; estaba muy feliz porque al fin estaba iniciando con la misión que le dio su abuelo, el deseaba que la hacienda tuviera el mismo resplandor que su abuelo tanto anhelaba.

-. Luis – Paula lo llamó

-. Dime – él se acercó presuroso

-. Ya es hora de almuerzo – explico en voz baja – yo creo que por el momento no estamos en condiciones de poder cocinarles para ellos

-. Si entiendo – Luis también se sentía mal porque no veía que ellos hubieran traído su comida – por favor esperemos un momento

-. De acuerdo – Paula fue a hablar con Rosita, aunque ambas querían cocinar un poco más para darles a los señores

-. Mira hija – Rosa la llamo a la ventana al ver que unas señoras llegaban cargados en unas bayetas (tejidos de lana, hijo o tela en forma rectangular de dos metros por uno o el tamaño que cada quien desea mandar a confeccionar)

-. Qué bueno que les trajeron – Paula se sintió aliviada

-. Don Luis – Carlos llamaba al joven – vamos a descansar en la sombrita de paso aprovechamos para almorzar

-. Listo no hay problema – Luis saludo a las mujeres y se retiró a la casa en donde almorzaron juntos soñando con lo bien que estaban iniciando las cosas

-. Iré con Antonio y Rosa a ver los alrededores – ella le aviso y se despidió con la mano, él quería ir con ella; pero era mejor darle su espacio.

Mientras Paula recorría se dio cuenta que había bastante leña para recoger y eso les ayudaría a tener una cocina mejorada, los recuerdos vinieron de golpe recordando los días en aquella hacienda.

INICIO DE FLASHBACK

En ese viaje Linda la esposa de su tía Andrés le mostraba los ambientes de su casa y Paula al ser una niña estaba fascinada porque nada se parecía a lo que ella tenía en la casa de la ciudad, pero estaba más extrañada de ver que había dos cocinas

-. Tía – Paula no era tímida al momento de querer resolver sus dudas – eso ¿Qué es? – señalo una estructura rectangular que en la parte superior tenía una placa de metal con tres agujeros y un tubo que salía más allá del techo

-. Es una cocina mejorada – Paula sonrió

-. Parece peor que esa - señalo la cocina a gas

-. Pequeña – Linda la miraba con una sonrisa llena de ternura – se le llama así porque en esa podemos cocinar con leña sin que el humo llene el ambiente

-. Podemos cocinar ahí hoy – sus ojos se iluminaron por la emoción

-. Mejor mañana – Paula hizo una mueca de tristeza

-. ¿Lo prometes? – Linda no quería verla llorar

-. Lo prometo – Paula volvió a regalarle esa sonrisa tan inocente y dulce

-. De acuerdo – es difícil imaginar como las cosas pueden ser un vaivén de emociones que suben y bajan demasiado rápido al lado de una niña

 -. Vamos a que veas donde dormirás – Linda tomo su mano y caminaron al segundo piso en el cual había tres cuartos y uno de ellos tenía una sola cama, en los otros dos había dos y hasta tres camas, ella la llevó a donde había tres camas

-. Aquí – Paula no entendía bien – y ¿para quién son esas camas?

-. Para nadie – Paula se rasco el cabeza intentando no ser tan imprudente porque bien sabía que podía ser una parlanchina sin control

-. Y ¿Por qué hay tantas camas? – señalo las otras dos – mis abuelos dormirán conmigo – Linda negó y Paula cruzó sus pequeños brazos en su pecho

-. Es una costumbre del pueblo siempre tener camas así dispuestas por visitas …

-. Inoportunas – terminó la pequeña

-. Se pude decir – Linda se sonrojo – puedes elegir la cama que desees – Paula no camino a ninguna sino se dirigió directamente a el balcón sintiendo como la brisa refrescaba su rostro




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