En la mañana la pareja de recién casados despertó abrazada, ambos estaban tan cómodos que les causaba pesar abrir los ojos. Luis sabía que estaba abrazando a Paula y el cumulo de sensaciones agradables que se arremolinaba en su corazón no tenía comparación y lo que más le gustaba era esa calidez que le llegaba hasta el corazón.
Luis abrió los ojos de a poco y vio que Paula estaba casi encima de él, ese aroma de chocolate y vainilla inundo sus fosas nasales (era el olor de su shampoo), ella se veía tan calmada.
“Y ahora como me levanto” – miraba la manera de salirse – “lo siento; pero por mi dignidad lo mejor es que me levante… perdóname” – negando tomo los hombros de Paula y la aventó a un costado
-. ¿Qué te sucede? – escuchó el grito de Paula mientras el corría fuera de la casa, ella sentía que las sabanas estaban demasiado frías
“Un momento” – se sentó de golpe
-. Yo estaba – susurraba para sí misma, movía su mano como si señalara algo de derecha a izquierda – no, no – negaba – Dios por favor – agarro fuerte su frazada – yo… yo… yo creí que era un sueño
Luis que se estaba congelando afuera estando en bóxer, al menos estaba tranquilo que su entrepierna estaba en calma y no le haría pasar una vergüenza. Rosa estaba poniendo todo de su parte para no reírse porque ella vio como él salía corriendo como alma que lleva el diablo y sabía muy bien porque ya que ella había ingresado a la habitación a avisar que el desayuno estaba servido; pero los dejo dormir.
-. Buenos días Rosita – Paula saludó provocándole un sobresalto a la mujer concentrada en su mente no la había escuchado venir
-. Hola mi niña – dijo nerviosa
-. No quería asustarte – Paula no pudo aguantar la risa
-. Estaba distraída – ella sintió y vieron como Luis pasó corriendo de regresó a la habitación y ambas supusieron que ha cambiarse
Cinco minutos antes de las ocho llego el maestro con un camión que traía su madera y un par de ayudantes para trazar el terreno; Luis llamó al señor de la maquinaria para poder avanzar, ya que él no quería que la época de lluvias retrasa los trabajos.
Dejo que Carlos guiara a el maquinista, y él se encargaba de recibir y contabilizar el material; estaba muy feliz porque al fin estaba iniciando con la misión que le dio su abuelo, el deseaba que la hacienda tuviera el mismo resplandor que su abuelo tanto anhelaba.
-. Luis – Paula lo llamó
-. Dime – él se acercó presuroso
-. Ya es hora de almuerzo – explico en voz baja – yo creo que por el momento no estamos en condiciones de poder cocinarles para ellos
-. Si entiendo – Luis también se sentía mal porque no veía que ellos hubieran traído su comida – por favor esperemos un momento
-. De acuerdo – Paula fue a hablar con Rosita, aunque ambas querían cocinar un poco más para darles a los señores
-. Mira hija – Rosa la llamo a la ventana al ver que unas señoras llegaban cargados en unas bayetas (tejidos de lana, hijo o tela en forma rectangular de dos metros por uno o el tamaño que cada quien desea mandar a confeccionar)
-. Qué bueno que les trajeron – Paula se sintió aliviada
-. Don Luis – Carlos llamaba al joven – vamos a descansar en la sombrita de paso aprovechamos para almorzar
-. Listo no hay problema – Luis saludo a las mujeres y se retiró a la casa en donde almorzaron juntos soñando con lo bien que estaban iniciando las cosas
-. Iré con Antonio y Rosa a ver los alrededores – ella le aviso y se despidió con la mano, él quería ir con ella; pero era mejor darle su espacio.
Mientras Paula recorría se dio cuenta que había bastante leña para recoger y eso les ayudaría a tener una cocina mejorada, los recuerdos vinieron de golpe recordando los días en aquella hacienda.
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En ese viaje Linda la esposa de su tía Andrés le mostraba los ambientes de su casa y Paula al ser una niña estaba fascinada porque nada se parecía a lo que ella tenía en la casa de la ciudad, pero estaba más extrañada de ver que había dos cocinas
-. Tía – Paula no era tímida al momento de querer resolver sus dudas – eso ¿Qué es? – señalo una estructura rectangular que en la parte superior tenía una placa de metal con tres agujeros y un tubo que salía más allá del techo
-. Es una cocina mejorada – Paula sonrió
-. Parece peor que esa - señalo la cocina a gas
-. Pequeña – Linda la miraba con una sonrisa llena de ternura – se le llama así porque en esa podemos cocinar con leña sin que el humo llene el ambiente
-. Podemos cocinar ahí hoy – sus ojos se iluminaron por la emoción
-. Mejor mañana – Paula hizo una mueca de tristeza
-. ¿Lo prometes? – Linda no quería verla llorar
-. Lo prometo – Paula volvió a regalarle esa sonrisa tan inocente y dulce
-. De acuerdo – es difícil imaginar como las cosas pueden ser un vaivén de emociones que suben y bajan demasiado rápido al lado de una niña
-. Vamos a que veas donde dormirás – Linda tomo su mano y caminaron al segundo piso en el cual había tres cuartos y uno de ellos tenía una sola cama, en los otros dos había dos y hasta tres camas, ella la llevó a donde había tres camas
-. Aquí – Paula no entendía bien – y ¿para quién son esas camas?
-. Para nadie – Paula se rasco el cabeza intentando no ser tan imprudente porque bien sabía que podía ser una parlanchina sin control
-. Y ¿Por qué hay tantas camas? – señalo las otras dos – mis abuelos dormirán conmigo – Linda negó y Paula cruzó sus pequeños brazos en su pecho
-. Es una costumbre del pueblo siempre tener camas así dispuestas por visitas …
-. Inoportunas – terminó la pequeña
-. Se pude decir – Linda se sonrojo – puedes elegir la cama que desees – Paula no camino a ninguna sino se dirigió directamente a el balcón sintiendo como la brisa refrescaba su rostro