NARRADOR
Paula estaba avergonzada, pero feliz porque estaba en el lugar donde sentía una dichosa y la situación embarazosa al menos la estaba cercando a él, si tan solo su relación o al menos el conocerse se hubiese dado en otras condiciones.
Ya se acercaba la tarde y el cielo se nubló de improviso, el aire empezaba a hacer estragos en ambos ya que uno estaba prácticamente sin ropa y ella por tener la ropa mojada.
-. Estas temblando – dijo ella
-. Tú también – rebatió él
-. Me has mojado toda mi ropa – le golpeo de forma suave el pecho – y tú – se sonroja - ¿Qué hacemos?
-. No sé – Luis sentía el frío en sus huesos y unas gotas empezaron a caer – iré por mi ropa – intentó alejarla, ella no se movió
-. Vamos juntos – había olvidado que estaban siendo observados, la tomó de la mano y caminaron despacio porque el barro podía ser algo traicionero y la lluvia cada vez aumentaba en su fuerza; recogieron la ropa y fueron a la casa.
-. Vayan a cambiarse de inmediato – Rosa dijo en cuanto los vio y ellos obedecieron sin demora porque el aire empezaba a soplar y les llegaba hasta los huesos
-. Me cambiare en la sala – Luis se adelantó a tomar su ropa y salir corriendo, Paula apenas tuvo tiempo para asentir, acababa de cambiarse la ropa interior cuando su celular sonó
- Amiga – la voz chillona de su casi hermana por poco la deja sorda
- Hermana – contesto cubriéndose con una toalla que apenas le llegaba debajo de sus pompas
- Al menos estas… viva – ambas rieron - sino te llamo, tú peor ¿no? – el reclamo era evidente
- Lo lamento – Paula sabía que eso no sería suficiente para su amiga – es que de verdad hay mucho que hacer y ni se diga de la pésima conexión y señal que hay en este lugar, discúlpame – uso su tono más meloso para que ella no le peleara
- Te vas y te olvidas de mí – se querían y no podían estar mucho tiempo molestas
- Cuéntame ¿cómo va todo por ahí? – Paula se sentía ansiosa
- Viento en popa – respondía su amiga orgullosa – contrate un ayudante de cocina y una mesera más porque el local está casi siempre lleno
- Me alegra mucho escuchar eso – en realidad era un alivio para ella
- El único inconveniente – se aclaró la garganta – o la incomodidad es tener que soportar ver casi a diario a tu madre
- ¿Mi madre? – no esperaba escuchar ya nada más de ella
- Viene cada día – suspiro - a excepción de los fines de semana
“Gracias a Dios”
- Siempre trae una cara – ríe con desgana – al parecer no le han dejado poner las manos sobre la empresa de tu padre
- Es lo mejor – desde niña siempre imaginaba a su madre siendo otro tipo de persona y al final siempre se decepcionaba - porque es capaz de terminarla de hundir
- Lo siento – ella notaba a Paula triste porque su voz sonó apagada - no quería ponerte triste y menos malograr tu día, por cierto ¿qué tal tu matrimonio?
- Simplemente conocidos – respondió seca
- Amiga aprovecha porque tu marido es muy guapo – ella siempre pícara
- Solo espero que el tiempo pase rápido – siguieron conversando de todo un poco con el compromiso de que Paula trataría de comunicarse más seguido.
Se terminó de cambiar y pensó quedarse solo un momento en la cama y sin darse cuenta se quedó profundamente dormida, Luis fue a buscarla para la cena y al verla dormir tan plácidamente se retiró sin incomodarla. Llegada la hora él se acostó a su lado y la abrazó
“Pensé que ella sería una caza fortunas y al ver en donde viviríamos, me dejaría o me armaría un Señor escándalo y nada; ella me demostró ser una mujer que se gana todo en base a su esfuerzo y mi respeto lo tiene desde que llegamos aquí”
PAULA
Escuche mi alarma y de inmediato tomé el celular para apagarla porque lo que menos quería era incomodar a Luis, me levante despacio y salí haciendo el menor ruido posible; tomé una casaca de Luis porque eran las cuatro y media y estaba haciendo un bendito frío
-. Niña - la voz de Rosa me hizo dar un salto en mi lugar y morderme la lengua para evitar gritar – le dije que no era necesario que se levantara tan temprano
-. Y yo te repito – le dijo llegando a su lado para abrazarla – que me iba a levantar porque no iba dejarles el trabajo solo a ustedes
-. Mi niña – Rosa negaba con una sonrisa – ella es Domitila
-. Mucho gusto – le extendí la mano y ella con miedo me la apretó – soy Paula
-. Si ya sé que usted es la dueña de esta casa, señora yo solo vine a prestarles un par de peroles más porque les va a hacer falta – parecía que me tenía miedo
-. Nada de señora – le dije seria – soy simplemente Paula ¿de acuerdo? – ella asintió – y te agradezco mucho que nos des una mano ya que somos nuevos en el pueblo
-. No hay problema – la miré con advertencia – Paula
-. Entonces te quedas – era una afirmación
-. Es que he dejado a mis hijos solos – se veía preocupada
-. Te propongo un tarto- ella me miro con mucha atención – ayúdanos un momento y de ahí te vas por ellos y te los traes
-. No quisiera incomodar se… - la volví a mirar – Paula, no creo que sea adecuado
-. No hay problema y por la comida ni te preocupes hemos comprado un poco más de todo –me acerqué a ella que apenas me llegaba al hombro – anda di que sí
-. Está bien – se ruborizó por completo
-. Olvide preguntarte ¿vives cerca? – porque si no la pobre mujer se infartaría de tener que caminar tanto
-. A unos diez minutos en carro – se me cayó el alma, eso era demasiado lejos
-. No te preocupes paremos los fogones y después Antonio te llevar a tu casa y te esperara para que vengas con tus hijos – ella iba a refutar – y no acepto un NO como respuesta –asintió y me ayudo a encender los fogones que yo iba armando al final armamos cinco, dos de ellos para las papas y los restantes para freír los cuyes.