¿por qué... ? ¡¡me enamoré!!

XII - PARARAICO (II)

NARRADOR

Paula estaba avergonzada, pero feliz porque estaba en el lugar donde sentía una dichosa y la situación embarazosa al menos la estaba cercando a él, si tan solo su relación o al menos el conocerse se hubiese dado en otras condiciones.

Ya se acercaba la tarde y el cielo se nubló de improviso, el aire empezaba a hacer estragos en ambos ya que uno estaba prácticamente sin ropa y ella por tener la ropa mojada.

-. Estas temblando – dijo ella

-. Tú también – rebatió él

-. Me has mojado toda mi ropa – le golpeo de forma suave el pecho – y tú – se sonroja - ¿Qué hacemos?

-. No sé – Luis sentía el frío en sus huesos y unas gotas empezaron a caer – iré por mi ropa – intentó alejarla, ella no se movió

-. Vamos juntos – había olvidado que estaban siendo observados, la tomó de la mano y caminaron despacio porque el barro podía ser algo traicionero y la lluvia cada vez aumentaba en su fuerza; recogieron la ropa y fueron a la casa.

-. Vayan a cambiarse de inmediato – Rosa dijo en cuanto los vio y ellos obedecieron sin demora porque el aire empezaba a soplar y les llegaba hasta los huesos

-. Me cambiare en la sala – Luis se adelantó a tomar su ropa y salir corriendo, Paula apenas tuvo tiempo para asentir, acababa de cambiarse la ropa interior cuando su celular sonó

- Amiga – la voz chillona de su casi hermana por poco la deja sorda

- Hermana – contesto cubriéndose con una toalla que apenas le llegaba debajo de sus pompas

- Al menos estas… viva – ambas rieron - sino te llamo, tú peor ¿no? – el reclamo era evidente

- Lo lamento – Paula sabía que eso no sería suficiente para su amiga – es que de verdad hay mucho que hacer y ni se diga de la pésima conexión y señal que hay en este lugar, discúlpame – uso su tono más meloso para que ella no le peleara

- Te vas y te olvidas de mí – se querían y no podían estar mucho tiempo molestas

- Cuéntame ¿cómo va todo por ahí? – Paula se sentía ansiosa

- Viento en popa – respondía su amiga orgullosa – contrate un ayudante de cocina y una mesera más porque el local está casi siempre lleno

- Me alegra mucho escuchar eso – en realidad era un alivio para ella

- El único inconveniente – se aclaró la garganta – o la incomodidad es tener que soportar ver casi a diario a tu madre

- ¿Mi madre? – no esperaba escuchar ya nada más de ella

-  Viene cada día – suspiro -  a excepción de los fines de semana

“Gracias a Dios”

- Siempre trae una cara – ríe con desgana – al parecer no le han dejado poner las manos sobre la empresa de tu padre

- Es lo mejor – desde niña siempre imaginaba a su madre siendo otro tipo de persona y al final siempre se decepcionaba - porque es capaz de terminarla de hundir

- Lo siento – ella notaba a Paula triste porque su voz sonó apagada -  no quería ponerte triste y menos malograr tu día, por cierto ¿qué tal tu matrimonio?

- Simplemente conocidos – respondió seca

- Amiga aprovecha porque tu marido es muy guapo – ella siempre pícara

- Solo espero que el tiempo pase rápido – siguieron conversando de todo un poco con el compromiso de que Paula trataría de comunicarse más seguido.

Se terminó de cambiar y pensó quedarse solo un momento en la cama y sin darse cuenta se quedó profundamente dormida, Luis fue a buscarla para la cena y al verla dormir tan plácidamente se retiró sin incomodarla. Llegada la hora él se acostó a su lado y la abrazó

“Pensé que ella sería una caza fortunas y al ver en donde viviríamos, me dejaría o me armaría un Señor escándalo y nada; ella me demostró ser una mujer que se gana todo en base a su esfuerzo y mi respeto lo tiene desde que llegamos aquí”

PAULA

Escuche mi alarma y de inmediato tomé el celular para apagarla porque lo que menos quería era incomodar a Luis, me levante despacio y salí haciendo el menor ruido posible; tomé una casaca de Luis porque eran las cuatro y media y estaba haciendo un bendito frío

-. Niña - la voz de Rosa me hizo dar un salto en mi lugar y morderme la lengua para evitar gritar – le dije que no era necesario que se levantara tan temprano

-. Y yo te repito – le dijo llegando a su lado para abrazarla – que me iba a levantar porque no iba dejarles el trabajo solo a ustedes

-. Mi niña – Rosa negaba con una sonrisa – ella es Domitila

-.  Mucho gusto – le extendí la mano y ella con miedo me la apretó – soy Paula

-. Si ya sé que usted es la dueña de esta casa, señora yo solo vine a prestarles un par de peroles más porque les va a hacer falta – parecía que me tenía miedo

-. Nada de señora – le dije seria – soy simplemente Paula ¿de acuerdo? – ella asintió – y te agradezco mucho que nos des una mano ya que somos nuevos en el pueblo

-. No hay problema – la miré con advertencia – Paula

-. Entonces te quedas – era una afirmación

-. Es que he dejado a mis hijos solos – se veía preocupada

-. Te propongo un tarto- ella me miro con mucha atención – ayúdanos un momento y de ahí te vas por ellos y te los traes

-. No quisiera incomodar se… - la volví a mirar – Paula, no creo que sea adecuado

-. No hay problema y por la comida ni te preocupes hemos comprado un poco más de todo –me acerqué a ella que apenas me llegaba al hombro – anda di que sí

-. Está bien – se ruborizó por completo

-. Olvide preguntarte ¿vives cerca? – porque si no la pobre mujer se infartaría de tener que caminar tanto

-. A unos diez minutos en carro – se me cayó el alma, eso era demasiado lejos

-. No te preocupes paremos los fogones y después Antonio te llevar a tu casa y te esperara para que vengas con tus hijos – ella iba a refutar – y no acepto un NO como respuesta –asintió y me ayudo a encender los fogones que yo iba armando al final armamos cinco, dos de ellos para las papas y los restantes para freír los cuyes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.