¿por qué nos has abandonado?

PRÓLOGO

Día 1 - Valle de Kidron. Jerusalén

El ajetreo que se escuchaba desde el valle sorprendía incluso a los religiosos más veteranos todas las mañanas. Durante más de mil años el gran palacio del Padre había sido gestionado y organizado por Arzobispos y Obispos, pero aún reinaba el caos durante las primeras horas del día.

Todo el mundo corría de un lado para otro. Un grupo se encargaba de la misa diaria, otro grupo de organizar y gestionar la seguridad de la plaza frente al palacio, que siempre suponía un quebradero de cabeza, ya que desde las cinco de la mañana empezaba a llegar gente de todas partes del mundo. Y un último grupo, el conjunto compuesto por los Obispos de mayor edad, andaban con ritmo frenético hacia su labor, ayudar con sus quehaceres diarios a Dios.

Dentro de las cocinas del palacio siempre había un gran jaleo, como en cualquier restaurante, era un cúmulo de caos en las horas próximas al desayuno, la comida y la cena.

- Por favor, necesitamos que esa tortilla salga en diecisiete minutos y no veo a ninguno cortando patatas. - Tadeo había sido ascendido hace poco a responsable de cocina. Era su primera semana como sirviente del Padre y todavía no se hacía a la idea de estar tan cerca de él, sería el orgullo de su familia si todavía le quedase alguien.

Era un momento realmente especial para la vida de cualquier hombre del clero. Uno de los sueños de cualquier niño de oriente medio era poder servir al Señor una vez en su vida y solamente unos pocos podían entrar a su residencia habitual.

La radio de la cocina se escuchaba débilmente por encima de los fuegos y los gritos del chef.

“ - Quedan solamente 6 días para el 3 de abril, el aniversario de La Llegada. Una fecha en la que todos nos paramos ¿No, Marcos?

- Efectivamente Eva, este año van a hacer 1992 años desde que, después de que crucificaran a su hijo, nuestro Padre descendiera de los cielos y desterrara a los infiernos a todos los paganos. ¿Por cierto, has ido alguna vez a la entrada del infierno? Porque me han dicho que es una pasada.

- No he ido todavía, Marcos, pero es un viaje que tengo pendiente con mi novio. Bueno, no nos distraemos más, vamos con la actualidad de Jerusalén que ha venido llena de… “

- ¡Hermano Tadeo! - Una voz alta y áspera lo distrajo desde fuera.

- Ven, te necesitamos para relevar al hermano Abel en el dormitorio principal. El pobre se ha tropezado por las escaleras y ha tenido que venir un equipo de sanitarios. Dios le tenga en su gloria.

- Dios le tenga en su gloria - Dijo Tadeo entrecortadamente mientras intentaba disimular su sorpresa. - Voy enseguida. Déjeme delegar mis labores a otro hermano y enseguida estoy con usted.

Los nervios afloraron en Tadeo, era la primera vez que iba a servir directamente al Padre. Tenía claro que esta oportunidad no volvería a suceder en muchos, muchos años. Por lo que se arregló el pelo, estiró su sotana para eliminar las arrugas y marchó hacia el pasillo después de un suspiro.

Ahí se encontraban los doce hermanos. Esperando exactamente a las siete en punto para entrar en la habitación donde descansaba El Padre. Todos allí estaban rezando para si mismos. Tadeo era el único que parecía más nervioso, ni siquiera recordaba sus plegarias diarias en una situación como esa. Sería el inicio de su nueva vida y el mayor acercamiento que puede tener una persona a su religión.

Las siete en punto. El Obispo de mayor edad, ya sin pelo en la cabeza ni las cejas y con la piel de un tono gris, nada saludable,, dió un paso adelante y golpeó tres veces el portón con la palma de su mano. Se hizo el silencio durante tres segundos y abrieron los portones, algo no iba bien.

Todos los días, cuando los obispos entraban en la habitación, su divina gracia estaba ya vestido y listo para comenzar con su agenda diaria.

Esta vez, la gran figura de Dios estaba postrada en la cama, inmovil.

Todos los hombres de la sala se acercaron apresuradamente a la cama, sin perder la compostura para no generar alarma entre sus compañeros, pero todos ellos con una expresión de terror en el rostro. Nadie entendía qué estaba sucediendo.

Tadeo fue de los últimos en llegar y se colocó a los piés de la cama. Un círculo de sotanas rojas rodeaba el cuerpo. Mientras, el Obispo que anteriormente había abierto las puertas, tocaba el cuello de Dios con una rapidez y brusquedad que en cualquier otra situación habría sido considerado pecado.

El resto del grupo mantuvo la respiración durante unos instantes esperando un veredicto. Un silencio sepulcral se hizo en la habitación, para todos los presentes, se habían acallado hasta las voces y el sonido de los pasos que entraban por la puerta. Entonces, el hombre que osó tocar a Dios sin su anterior permiso abrió los ojos e hizo el amago de hablar, sin poder articular palabra.

Parecía querer decir algo, pero temblores y todos esos ojos mirándole fijamente dificultaban dar la noticia.

- Ha..., Dios ha…ha... muerto.

¿Eso podría suceder? Era imposible, ¿No? Dios era eterno, no podía morir. ¿O sí? Debía haber algo que no estaban entendiendo bien, era un ser inmortal… Y sin embargo, ahí estaba. inmovil y frío, con los ojos cerrados.

Después de unos segundos de shock, uno de los obispos tomó la palabra a la vez que todos le miraron.




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