Hoy es uno de los días más importantes y significativamente más emotivos de mi existencia… hoy se casa mi tesoro, mi única y maravillosa hija ANGELINA, producto del amor más puro y hermoso que alguien haya tenido en su vida. Como en casi todas las bodas el padre de la novia no tiene mucho que hacer, mas allá de pagar por todo lo que pueda hacer feliz a mi tesoro, por eso me encuentro en mi biblioteca bebiendo una copa de vino y recordando el pasado. A mi memoria vuelve el día que la conocí, el día que se convertiría en la más importante de mis memoria. Era una mañana de febrero, hacia un año que había tenido un accidente de auto en donde perdí a mis padres, la función de mis piernas y mi fe en la vida.
Después de mucho esfuerzo mental y ante las constantes suplicas de mi nana PATRICIA, decidimos abrir la biblioteca de mi casa, antes no había podido hacerlo porque ese era el lugar preferido de mis padres, en donde pasaban gran parte de su tiempo libre. Cuando abrimos la puerta un olor intenso a libros viejos inundo el ambiente. Desde mi silla de ruedas pude divisar un poco el espacio pero no me pude decidir a entrar, no podía, una opresión me invadió el pecho y gruesas lágrimas cayeron de mis ojos. Mi nana dijo que había que encontrar a alguien que limpiara ese lugar, ella no podía porque el olor la enfermaba aparte de que los recuerdos también la perturbaban, por eso me decidí a buscar entre mis contactos – los pocos que me quedaban – a ver si podían ayudarme. Mi amigo Manuel me recomendó que llamara a la biblioteca nacional, que tal vez ellos me pudieran ayudar.