CAP. XI
Día 37…
Es lunes, ya es abril y angelique está terminando su trabajo, estos días he trabajado mucho investigando sobre angelique pero no pude averiguar casi nada. Ella sí que es todo un misterio, uno que estoy resuelto a resolver empezando por hoy.
Son las 9 am y espero cerca de la puerta que llegue, la puerta suena y me apresuro a abrirla y allí esta ella, simple, sencilla igual que siempre, pero hoy se nota un poco más pálida de lo normal. Sonríe ligeramente mientras me saluda y yo le respondo con una sonrisa amplia que me sale del alma. Nos dirigimos a la biblioteca y yo me decido a hablarle.
- Oye angelique… -¿umm? responde ella-, ya casi terminas tu trabajo y me preguntaba si luego de que termines podríamos tratar de ser amigos, no se… ir al parque, pasear por ahí, conocernos mejor… me agradas sabes y de verdad me gustaría que fuéramos amigos. Ella me miraba con sus ojos muy abiertos mientras yo moría de nervios esperando su respuesta.
- ¿De verdad quieres ser mi amigo? Me pregunta.
- Por supuesto… ¿Por qué razón no querría? Tu eres una persona muy inteligente, tienes muchas cosas de las que hablar y es muy divertido escucharte. Le dije sin mucha fanfarria, tal como me instruyo mi psiquiatra, natural, sin imponerme ni suplicar.
- ¿y es que tú no tienes otros amigos con quienes hablar? Inquiere ella.
- Pues no, aparte de Manuel que es más que amigo mi hermano, no quedan muchos con quienes hablar de verdad. Esos eran amigos de fiestas, paseos y cosas así, nada profundo o constructivo la verdad.
- ¿y tu novia, citas o algo así?
- ¡JA! Exclame, junto con un suspiro que me salió del alma… después de mi accidente mi supuesta novia me dejo, porque no podía –hago comillas con mis dedos- perder su juventud con un invalido, y por supuesto cualquier otra mujer pensaría más o menos igual, le sonrío medio de lado con tristeza
- Pero yo no soy así, dijo muy bajito tal vez pensando que no podía oírla, y luego puso una gran sonrisa y me dijo: bueno, tratemos de ser amigos entonces y me tendió su pequeña mano, mucho gusto amigo, soy Angelique Do Santos, encantada de conocerte.
- Tomé su mano y le conteste, mucho gusto amiga, soy Antón La Rocca, encantado de conocerte, espero que seamos grandes amigos.
Los días transcurrieron y ya el miércoles angelique termino su trabajo y debo reconocer que todo quedo incluso mejor de lo que yo le pedí. Cancelamos nuestro contrato y para celebrar, la invite a venir a almorzar el viernes y sorprendentemente… ella aceptó.