Por Siempre

CAP. XII

Primera cita… “de amigos”.

Llegó el viernes y me siento muy agitado por la emoción, ella vendrá a almorzar conmigo, siento como si fuera nuestra primera cita, me siento como adolescente, hasta estoy transpirando, jajaja. A las 12:30 sonó el timbre y como siempre salí a abrirle en mi silla de ruedas. Allí estaba ella, igual que siempre con la diferencia que hoy traía el cabello suelto, tenía muchos rizos que caían hasta sus hombros, se veía tan encantadora que me quede en silencio unos minutos apreciando tan hermosa imagen, luego de un par de minutos  le sonreí y ella también sonrió, nos saludamos y pasamos directo al comedor.

Mi nana, sabiendo lo que yo pretendía, preparo un almuerzo sencillo, nada suntuoso o exagerado, no queríamos abrumar a angelique. Sorprendentemente sus modales en la mesa eran mejores que los de algunas mujeres con las que Salí antes, se le veía delicada y recatada, como toda una dama. Comimos y charlamos como si siempre lo hubiéramos hecho, era una imagen tan familiar y cálida que me reconfortó el corazón y me hizo desear más de esos momentos, ella al terminar igual que siempre hacia, comió uno de sus caramelos. Bromeando le dije.

  • Oye amiga, ¿por qué no compartes?
  • Lo siento mucho, contestó, pero temo que puedan hacerte daño, así que al respecto seré muy tacaña, los guardo y me sonrió.

Juro que daría cualquier cosa en este mundo por poder ver a diario una de esas sonrisas.

Luego salimos a dar una vuelta por el jardín y hablamos de nuestros planes inmediatos. En eso le dije:

  • Oye amiga, ¿aún vas a ayudarme con mis terapias verdad? Di que si por favor, pensé y la miré con ojitos de cachorro.
  • Me sonrió y dijo: claro, sólo dame el horario de tus sesiones de terapia para yo ajustar el mío.
  • Por supuesto que si mi amiga, contesté y entramos a la casa para ajustar nuestros horarios, ahora la vería dos veces por semana. Quise ser codicioso y propuse hacer algo los domingos, algo así como un conversatorio sobre libros y ella encantada acepto. Me sentí exaltado, así me asegure de tenerla conmigo tres veces a la semana.

Así comenzó a fluir nuestra vida, nos veíamos para mis terapias y hablábamos de libros los domingos. La primera semana fue genial, pero a la segunda semana, desapareció solo que esta vez me lo informo por adelantado.

  • La próxima semana no podre verte me dijo, debo terminar un trabajo y por tu causa no he podido… me guiño un ojito y sonrió.

Esa sonrisa, que hermosa era, y aunque la situación me entristecía un poco debía aceptarlo. Cuando reapareció la siguiente semana volvió mi felicidad, continuamos nuestra rutina. Ella se veía cada vez más cómoda en mi compañía y yo por supuesto era muy feliz.

Otro mes pasó y otra vez desapareció por una semana, ella siempre daba alguna excusa cuando desaparecía y yo siempre lo acepte. Mi terapia iba muy bien. Me sentía muy motivado. Y así continuaron pasando los días.

 

 



#17369 en Otros
#5019 en Relatos cortos
#27517 en Novela romántica

En el texto hay: separacion, dolor, amor

Editado: 04.02.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.