Por Siempre

Por siempre...

El desagradable sonido de cuerpos impactándose con violencia, precede una lluvia de sangre que rápidamente cubre la inmaculada nieve y también las ramas de algunos de los arboles cercanos. Ahogo un grito desesperado, mi cuerpo sacudiéndose fuera de control, más por el temor, que por el intenso frio que me envuelve. Delante de mí, a solo algunos metros de distancia, una batalla fuera de este mundo se desarrolla y soy yo, quien es responsable de ello. Por encontrarme en el lugar y momento equivocado o eso creo…

―Eres una vergüenza para los nuestros. ―La sonrisa desdeñosa que el desconocido dirige a Adam me provoca nauseas, algo que nada tiene ver con el líquido tibio que empapa mis manos. Sangre fresca―. ¿Cómo puedes si quiera pensar en proteger a unas simples humanas? ―Escupe, mostrando otro poco de su desagrado por quienes considera insignificantes.

Trago con fuerza, acunando con determinación el cuerpo inerte de la chica tendida parcialmente en el suelo, es alguien a quien he visto por primera vez esta noche. Es una completa desconocida, pero eso no ha impedido que al tratar de salvarla haya quedado inmersa en una pelea, la cual inesperadamente ha terminado por revelar la más grande de mis dudas.

¿Quién es en realidad Adam Duban, el hombre que amo?

Clavo mis ojos en su espalda, que solía mirar desde la distancia y pensar que parecía el mejor refugio, justo ahora luce tensa, e irónicamente se ha convertido en un escudo que pretende salvar mi vida. Adam es el maravilloso hombre del que he estado enamorada desde que era solo una adolescente y esta noche he descubierto que es una criatura sacada de algún libro de ficción, un vampiro que al intentar protegerme ha rebelado su verdadera identidad.

Mi persona es una mar de confusión y mi cabeza está llena de demasiadas interrogantes; sin embargo, la prioridad es lo que enfrenta en este instante. No se trata de un rival, son dos vampiros, que a simple vista podrían pasar por chicos ordinarios y apuestos, probablemente el motivo por el que lograron traer a esta chica hasta aquí. A quien no solo estaban dispuestos a usar como alimento. Recordar la escena con la que me he topado al cruzar los arbustos, tras seguir sus gritos desesperados, hace que la rabia se eleve dentro de mi pecho y que desee hacer algo más que simplemente observar. ¡Malditos! Es enfermo, más que horripilante y al mismo tiempo es un contraste, al compararlo con la bondad y amabilidad de Adam.   

―Quien debería estar avergonzado eres tú ―Adam sacude las manos, que dejan ver unas uñas inusualmente largas y afiladas, las mismas que sus atacantes, de eso no hay duda, las heridas que su rostro y cuello muestran lo confirman.

Un nuevo estremecimiento me recorre al analizar a detalle su aspecto.

El más alto de los dos vampiros, quien parece ser el más desagradable y el líder, ladea el rostro de un modo extraño, haciéndolo crujir.

―Veamos de que estás hecho, aunque debo advertirte, una vez que hayamos terminado contigo ―sus ojos conectan con los míos. Demasiada inhumanidad reflejada en ellos, que me cuesta creer que Adam pueda ser similar a él. Error. Adam nunca podría ser como él. A pesar de toda la distancia que ha puesto entre los dos, jamás lastimaría a un inocente―. Voy a follarlas antes de beberme hasta la última gota de su sangre. ¡Lo voy a disfrutar demasiado!

―Inténtalo. ―La fiereza de su respuesta me deja sin aliento, especialmente, ante el matiz crudo de su voz. Nada que haya escuchado antes o que quiera volver a escuchar.

No hay más palabras, ambos atacantes se lanzan sobre él. Su figura se convierte en un borrón, que dibuja marcas sobre la helada superficie del bosque. Gruñidos, golpes e incluso podría jurar que huesos rompiéndose interrumpen la quietud de la noche.

Con impotencia, alterno la mirada entre la pelea y la chica que se supone debo proteger. Es demasiado joven, no puede tener más de 20 años y eso me hace sentir más pena por ella. Las marcas en su cuello han dejado de sangrar, pero continua inconsciente; no obstante, por mucho que quisiera hacer algo para ayudar a Adam, tengo presente que soy incapaz.

El dolor que recorre mi mejilla derecha es la prueba más clara de que no podría hacerles frente, probablemente ni siquiera teniendo un arma en mi poder, son demasiado rápidos y fuertes. Ha bastado un pequeño golpe para que prácticamente me dejaran fuera de combate.

Adam. Cierro mis ojos, rezando mentalmente, aun cuando las ideas preconcebidas sobre las criaturas de la noche me indiquen que tal vez no debería hacerlo. Pero si no fuera por él, ambas estaríamos muertas.

Los sonidos de la lucha, me regresan a la realidad. No puedo creer lo que contemplo, me parece estar inmersa en alguna especie de sueño, probablemente alguna pesadilla. La visión de la sangre no es algo que disfrute, mucho menos viniendo de Adam. Él es veloz, más que eso, pero ellos son dos y no muestran compasión.




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