Llegué al bar La Mentirosa como todos los fines de semana, como siempre cuando entraba era el centro de atención y era de esperarse ya que soy el multimillonario más joven de Londres.
-¿Qué se siente de que cuando entres a un lugar todos te miran?
- Que te digo hermano, yo sé lo que todas quieren pero sólo algunas puede - miré con seducción a cada mujer que voltió a verme.
Pasé toda la noche disfrutando como siempre viendo a que mujer me llevaría a mi departamento de soltero porque ninguna de ellas entraría a mi casa, hasta que de pronto vi entrar a un grupo de jóvenes alocados entrar al bar, miré a uno por uno sin ninguna importancia hasta que la Vi entrar a ella; alta, delgada de cabello castaño atado en una coleta alta que me dieron muchas ganas de tomarla en mis manos, sentí algo extraño en ese momento que no pude entender así que decidí observar cada uno de sus movimientos tal vez sería la mujer que me llevaría ese día.
Seguí disfrutando de la noche pero sin quitarle el ojo de encima, cuando vi que un tipo quería ligar con ella, sentí como mi mandíbula por alguna extraña razón se tensaba pero el muy idita no se quitó el anillo que tenía puesto y lo mandó a rodar, algo que me gustó porque no quería que alguien la tocara hasta que fuera mía. Las copas ya se le habían subido y quería llevarla conmigo pero no podía hacer un escándalo, en eso veo que habla con su amiga y salen un momento del bar; la seguí con la mirada y aguardé un momento esperando que regrese pero como no ingresaba decía ir a ver pero justo en ello entré sóla.
-Cómo es que su amiga la deja sola cuando está borracha? - pensé - bueno me tocará cuidarla a mi.
-Todo está bien? Escucho que me dice alguien al oído - era una chica rubia de buen cuerpo con unos labios muy carnosos estaba más cerca de lo que quería pero no la aparté.
-Sí todo está muy bien - contesté un poco frío pero pareció no importarle - se acercó un poco más a mi y puso su mano en mi pecho algo que no me gustaba y cuando iba a quitar su mano ya la tenía pegada a mi. Como pude la separé y cuando voltié a buscar a la chica misteriosa ya no estaba con su grupo de amigos, ni en la barra; la buscaba pero no lograba encontrarla hasta que la vi salir por la puerta principal.
-Cómo va a manejar estando ebria?- lo pensé y salí detrás de ella. Mis amigos me llamaron pero simplemente los ignoré.
Cuando salí la vi caminando un poco raro por los tragos y fue algo que me causó mucha gracia, no era de darle importancia a esas cosas pero con ella por alguna extraña razón lo era; la seguí hasta que vi que se subió a un horrible carro que no sé como podía seguir en circulación definitivamente debía seguirla.
Mientras conducía podía imaginar mis labios sobre los de ella, acariciando cada centímetro de su cuerpo y tirando de esa larga cola que tenía, esas imágenes hicieron que sintiera como mi entrepierna iba creciendo cada vez más, cuando un claxon me sacó de mis pensamientos y Vi como intentó esquivar un auto pero se terminó estrellando contra un árbol en ese momento sentí como todo mi cuerpo se paralizó en ese instante.
Lo único que hice fue salir del auto e ir a ver que estuviera bien, por suerte lo estaba sólo tenía un corte en la cabeza y era por el golpe del timón, el conductor del otro auto también se detuvo, algo que agradecía pero sabía que ella había tenido la culpa así que le dije que no se preocupara que era su amigo y que yo me encargaría, el hombre dudó por un momento pero al final se fue.
Sabía que no podía llevarla a un hospital ni llamar a una ambulancia porque se darían cuenta que está borracha y la encerrarían así que no se me ocurrió otra cosa que llevarla a mi casa, la saqué del auto y la subía al mío luego llamé a mi seguridad para que tirarán esa cosa que llamaba auto.
En el camino a casa llamé al único doctor que me ayudaría, Miguel era mi hermano pero éramos muy diferentes aunque ambos teníamos dinero, él era más de estar en casa con su novia de años mientras yo estaba de fiesta, sabía lo que diría pero no tenía otra opción.
-Miguel necesito que vayas a mi casa urgente - dije sin más
-Hola hermano que gusto saludarte - dijo con ironía algo para lo que yo no tenía tiempo.
-Una amiga tuvo un accidente y necesito que la revises te espero allá - corté la llamada sin esperar una respuesta.