Por Una Promesa De Amor

Capítulo 1

Olivia llevaba en sus manos su maletín ejecutivo, además de una gran sonrisa. Fue un día genial en que le daría una sorpresa a su prometido en el apartamento que él había comprado para vivir con ella luego de la boda..

Eran los días más felices en su vida, tenía nervios por la cercanía de su ceremonia matrimonial, pero también tenía mucha alegría, su felicidad era contagiosa, estaba totalmente convencida que Alonzo era su gran amor, con quién pasaría el resto de su vida.

Entró al apartamento, todo estaba silencioso hasta que comenzó a subir las escaleras, la escena a media luz llamó poderosamente su atención, la música denotaba un ambiente de mucha pasión, se acercó a pasos lentos tratando de sorprenderlo duchándose, aún en su cabeza no había pensamientos que la hicieran dudar, pero la crueldad de su destino quebró su sonrisa en un terrible amargo al escuchar la carcajada de Dana; su mejor y única amiga.

Dana Russo no se sorprendió de verla allí, ella disfrutó de ver como la tristeza y el dolor quebró a quien le dió su confianza, compartió su casa y hasta su familia considerándola su hermana.

—¿Alonzo? —preguntó con su voz temblorosa, su rostro palido y sus manos frías por la impresió— ¿Dana....tú? —no era cualquier persona, era su mejor amiga, juntas desde muy pequeña, compartiendo desde la merienda de la escuela, su ropa y cualquier accesorio, y ahora lo que creía prohibido.

—Olivia....cariño. —dijo él al notar su presencia, pero ella estaba totalmente fuera de sí, paralizada ante lo que observaba, y ajena sin quitar la vista de su amiga, casi su hermana, así la estimaba ella— ¿Por qué vinistes aquí, ahora? Yooo...—se turbaron sus palabras en medio de su propia encrucijada.

—Te lo dije mi amor. —dijo Dana sin dejar de disfrutar de la tina— Mientras más rápido hablaras, Olivia sufriría menos...perdóname amiga, siento pena por tí, pero podrás entender el motivo por él que no te acompañé a tu cita con la diseñadora.

Olivia abrazó su maletín ejecutivo, sus lágrimas no cesaban, pero reaccionó volteando y caminando con rapidez, bajó las escaleras, de momento se detuvo y volteó a mirar hacia arriba, en dónde quedó el hombre el cual amaba con la que creía su mejor amiga.

Su corazón daba fuertes latidos, y más cuando sintió que no era importante para él aúnque ella le había entregado toda su confianza y su amor.

Su prometido no hizo el menor esfuerzo de seguirla para darle una explicación, tampoco le pidió perdón.

Ella se alejó caminando con esos tacones puntiagudos, aquellas largas calles hasta salir de aquel lujoso lugar, sus pensamientos pasaban veloces por su cabeza en dónde se repetían todo lo cariñoso que él era durante su noviazgo, un hombre atento y consentidor capaz de darlo todo por ella, y ahora no hacia el más mínimo esfuerzo por alcanzarla, y su amiga, a quien ella acogió en su vida creyéndola una hermana, parecía satisfecha de aquella acción en dónde Olivia perdía la fé en el amor, perdía la creencia de que la palabra es poderosa para el honor y la lealtad, pero sobre todo perdía la vida.

Retrospección.

Olivia, estaba empezando a ser exitosa en su trabajo, gozaba del amor y atención de su padre, y su vida parecía marcarse hacia la felicidad.

Ella disfrutaba de su felicidad, recordaba como lucía su vestido de novia y no paraba de sonreír mientras se autoabrazaba con sus manos en su pecho.

—Señorita. —su mente estaba muy ocupada en su felicidad que no escuchaba al taxista— Señorita, disculpe...ya llegamos— ella estremeció su cabeza y observó la mirada del hombre en el retrovisor, volteó para mirar en dónde estaba y apenada exclamó.

—Perdóneme, estaba distraída, qué pena...

—Tiene usted una sonrisa muy hermosa, seguro está muy enamorada.

—Lo estoy, y muy feliz por eso, ya pronto mi novio y yo vamos casarnos, tendremos una hermosa familia.

—Felicidades señorita, ahora recuerdo que mi difunta madre decía que, el amor es magia, y realmente lo es...el amor la hace mas hermosa.

—Gracias.

Ella bajó del auto y entró a su casa casi corriendo y sin parar de sonreír, vió a su padre sentado tratando de probar los alimentos, pero que al verla se transformó recobrando energías como si ella fuera su mejor medicina.

—Mira qué hermosa mi princesa.

—Papi, vine rápido a cambiarme, quiero darle una sorpresa a mi futuro esposo, luego le pediré que me apoye en un caso, es muy talentoso. —decia mientras se dejaba consentir por su padre— vendré muy tarde.

—Las sorpresas les gusta a las mujeres, no a los hombres, espero que te vaya bien, pero que no olvides a este anciano que soy. —Olivia rió a carcajadas.

—No exageres papi, te amo...¿Cómo crees que te olvidaré?

—Mas te vale Olivia, y dile a Alonzo que por aquí lo espero, tenemos una conversación pendiente. —ella rió aún más y abrazó a su padre.

—Estaré en esa conversación... sé que se trata de mí.

—No, es una conversación entre hombres. —el hombre besó su frente y ella no paraba de reír.

—Papi, no seas exagerado, pobre Alonzo.

Presente.




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