Creísteis que llegaríamos a un final . No……
Llegue a la casa con mis dos capullitos y mi esposa.
Beatriz se encargó de hacerle los alimentos para su dieta de maternidad. Mi casa era como el desfile de moda todos entraban y salía, regalos para a ya, regalos para acá.
- Mama, voy a conseguirle biberones al bebe.
- si… hijo está muy hambriento mi nieto, me hace acordar cuando era pequeñito, tragón por sí solo.
- Doña Melissa, creo que está dejándome en vergüenza.
Violeta se estaba burlando de mí, eso no me agradaba.
- hay hijo…. se me olvida que eres amargado.
- Ash. Que mujeres tan insoportables.
Llegue al supermercado para escoger los biberones de mi chiquitito, bebe. Estaba que no me cambia por nada del mundo, era padre de dos hermosas criaturas.
Empecé a buscar un paquete de toallas de mujer, de eso estaba seguro que no sabía un carajo, con estos años nunca me había tocado comprarlas, mi mujer siempre se había hecho cargo de esas cosas.
Me acerqué a la estantería y ahí vi una cantidad de cosas que con a las que sin alas y no encontraba que significaban.
Mire a todos los lados, hasta que visualice una chica joven, me rasque la ceja dudando en preguntarle sobre esto.
Resignado decidí llevar una de cada una, pero no le preguntaría a nadie cosas, que como hombre no usaba.
La cajera me miraba raro cada vez que le largaba un paquete de esas cosas de mi mujer.
Llegue a casa con todo lo que supuestamente compraria y creo que me pase en las compras, me llamo la atención muchas más, para mi hijo.
- ¡oh por Dios! Te trajiste el supermercado.
- no exagere madre….
Y como siempre tomándome de parches estas mujeres, entregué lo que trajeé me fui al estudio. Me encerré allí, haciendo que trabajaba…quería dormir, me sentía agotadísimo.
Un toque en la puerta me saco de mi delicioso descanso.
Me levanté con pereza de la silla, abrí para encontrarme a mi suegro.
- tienes cara de muerto, hombre…
Abrí más para que siguiera.
- si…un poco, ha sido duro esto de la boda, el nacimiento de niño. No he podido dormir.
- te entiendo, así me toco cuando nació mi hija, y eso que no estuviste cuando vino Valeria, fue una total locura.
- me imagino, suegro, la verdad me hubiera gustado haber estado allí, a lado mi Violeta y Valeria.
- bueno, bueno. No nos vamos a poner triste, mira ahora tiene ese precioso mostrito, para que disfrute la paternidad.
Sonreí, sabía que mi suegro buscaba subirme los ánimos, estaba feliz con la llegad de mi chiquito, todo fue tan apresurado que no me había preparado para el momento.
A veces veo esos padres frescos en la vida y he comprobado que lo son porque le huyen a lo más bonito el nacimiento de un hijo.
- bueno te dejo para que sigas descansando, aprovecha que están dormidos y ahora no te van a necesitar, para eso están las viejas a ya.
- Gracias.
Cuando don Francisco salió, volví a ponerle seguro a la puerta, me recosté sobre el sofá y no supe en que momento me dormí.
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Editado: 02.05.2022