Chloe, 16 años, de tez morena casi tirando a blanca, con el pelo rizado de color negro, mofletes carnosos, ojos marrones y complexión media, y Edén, 15 años, tez morena, un poco más alto que ella, ojos de color verde, pelo rubio y con flequillo, eran unos hermanos muy inseparables, de hecho, eran la envidia de sus respectivas clases, ya que la mayoría de veces les solían decir que siempre habían querido tener un hermano o hermana así. Pero ellos dos ya estaban acostumbrados a recibir ese tipo de comentarios y ya no les afectaban en nada, yendo cada uno a su bola.
– Esta tarde tenemos que acabar la partida de Dragones y Mazmorras – comentó Chloe a su hermano mientras golpeaba una piedra con el pie derecho –. Porque a este paso no la vamos a acabar nunca – se colocó bien su mochila rosa, que llevaba un llavero de un conejo y que pesaba no sé cuantos kilos por todos los libros que llevaba ahí dentro.
– ¡Es verdad! – Respondió Edén eufórico, ya que era su juego de mesa favorito desde la infancia. De hecho, se pasaba horas y horas estudiando todas las estrategias posibles, así que podía decirse que era un fanático del juego –. Usaré a la bruja de tal forma que remontaremos todo – agregó dando un pequeño salto de alegría, haciendo que botase su vaciada mochila, ya que la clase de Edén tuvo la suerte de que fue la primera en incorpora tablets como libros, por lo que no tenía que preocuparse de llevar nada de eso.
– Y de paso, podíamos pedirles a papá y a mamá que nos compren algo para merendar, ¿qué te parece? Como compensación de que hemos superado la mitad de la semana – propuso ella con su mirada fija en el escaparate de una panadería por la que estaban pasando en ese justo instante.
– Ya sabes lo que te van a decir – respondió su hermano con la mirada puesta hacia delante, ya que iban a cruzar la avenida principal del pueblo. Y es que, a pesar de tener una población de casi 14000 habitantes, siempre había una gran cantidad de coches excesiva debido a que era una carretera que unía varios pueblos –. Nada de comida hasta el fin de semana – añadió parándose delante del semáforo, que por si fuera poco, era de pulse botón y justo se acababa de cerrar.
– ¿Crees qué si les chantajeamos diciéndoles que hemos sacado un 8 en los exámenes de lengua, nos lo compraran? – Chloe se fue hacia el semáforo y pulso el botón, uniéndose a ellos dos un grupo de varias chicas que también irían a la misma escuela –. No sé en qué momento dijeron que no podíamos comer guarradas entre semana… – Masculló.
– Ya lo intentamos una vez y salió mal, ¿no lo recuerdas? – Le insinuó su hermano, que miraba como un camión de gran tonelaje hacia paso delante de ellos a toda pastilla –. Casi nos castigan de por vida cuando se lo preguntaron a la profesora Eva…
– ¡Es verdad! – Recordó ella al instante –. Que mal lo pase la semana posterior a esa… Toda la clase se entero y… – El semáforo se cambió y a continuación empezaron a cruzar todos –. Hablando de eso, tengo la exposición de Biología… Que pereza… – Refunfuñó –. ¿No podía ser de otra cosa?
– Te quejas por algo que yo te ayude a hacer – le recriminó su hermano dándole un empujoncito –. A mí no me has ayudado con el trabajo de lengua, es injusto – cruzó los brazos y se adelantó a ella para indicarle que estaba indignado.
– Edén – Chloe corrió hasta llegar hacia él –. Sabes de sobra que la lengua tampoco es mi punto fuerte… Además, que el finde pasado no estuve en casa.
– Aun me pregunto cómo es posible que te diese permiso mamá para irte con tus amigas – Edén bajó las manos y empezó a subir unas largas escaleras que había frente al paso de peatones –. A saber lo que haríais… – Le miró de reojo indignado –. Luego yo le pido ir un torneo y empieza a poner mil excusas, ¡no es justo!
– Quizás… Si te esforzarse más y empezases a sacar mejor nota… – Chloe empezó a subir los escalones de dos en dos para tardar menos y llegar así la primera, viendo por fin la escuela. Que era un edificio normal de ladrillo con cinco plantas y un par de campos de futbol y baloncesto en la parte trasera –. Deberías de pensar en apuntarte a las clases de apoyo – agregó ella esperando a que subiese su hermano mientras ojeaba la puerta de la escuela por si veía a algún compañero.
– ¿Qué más da si se mucho o poco? Lo importante es aprobar, ¿no? – Masculló él llegando por fin al último escalón, donde resopló para coger un poco de aire.
– Deberías de hacer ejercicio – le recriminó de mala manera –. Yo llevó seis kilos a la espalda y mira como lo he subido – hizo un gesto para indicar lo supuestamente cachas que estaba –. Y no he resoplado.
– Esa postura házselo a… ¿Cómo se llamaba el chico que te gustaba? – Pausó –. ¿Mario? ¿Lucas? Seguro que le causas una buena impresión – vaciló riéndose.
– Ja, ja, ja – soltó ella sarcásticamente –. Habría que verte a ti cuando algún día tengas… – Pausó para mirar que estuviesen solos –. Novio… – Añadió casi susurrando, ya que Edén no se lo había contado ni si quiera a sus padres y aquello le causaba mucho estrés y miedo –. No sé a qué esperas a contárselo – empezó a andar hacia la entrada de la escuela por el camino principal, que tenia flores plantadas en sus laterales –. Mama es…
– No hace falta que me repitas la misma historia una y otra vez – masculló Edén comenzando a enfadarse –. Ya lo diré cuando yo quiera y cuando esté preparado. No hace falta que me… – Alguien le agarró del brazo y le asustó por la espalda –. ¡Adam! – Se giró hacia su único amigo que tenía en clase, era igual de alto que él y llevaba una gorra roja –. Te dije que no lo…
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Editado: 20.09.2024