Tenían un problema, y es que ayer, entre que transformaban la habitación de Edén en un despacho al más estilo detective e ideaban como esconder todo en caso de que sus padres entrasen ahí, no tuvieron tiempo para planear los siguientes pasos, ya que se hizo de noche rápidamente y se tuvieron que acostar. Por lo que no tuvieron más remedio que idearlo mientras iban camino de la escuela.
– Tenemos que entrar en el despacho de Albert… ¿Cómo lo hacemos? – Preguntó Chloe a su hermano –. Se encuentra en la primera planta y por si fuera poco está rodeado de aulas, por lo que es imposible ir en el recreo…
– Habrá que entrar cuando no haya gente por el pasillo – soltó Edén –. Lo que significa que o vamos mientras se imparten las clases o vamos cuando el colegio este cerrado.
– Prefiero la primera opción, porque colarnos con el colegio cerrado puede ser peligroso. Y no solo eso, nos podrían expulsar – tragó saliva ella al decir eso, ya que no se podía imaginar la cara de sus padres si eso llegase a pasar.
– Pueden expulsarnos de igual manera si nos pillan en el despacho del profesor… – Susurró su hermano –. Aunque sí, yo también prefiero la primera opción.
– Para ello tendríamos que inventarnos una excusa para salir en mitad de la clase – pensó Chloe mientras ponía su cabeza a trabajar –. ¿Y si decimos qué nos encontramos mal y que tenemos que ir a la enfermería? – Pausó –. Aunque necesitaríamos el justificante que da la doctora – masculló.
– De eso no hay problema – soltó Edén con una sonrisa entre dientes –. Me deben un pequeño favorcito, así que de eso me encargo yo – vaciló mientras se detenía delante del último semáforo que les separaba de la clases.
– Solo nos falta una cosa – le miró fijamente –. La hora exacta a la que debemos de salir de la clase – ambos pusieron sus relojes uno al lado del otro para comprobar que iban exactamente iguales de hora –. ¿Vamos en segunda hora? – Propuso ella bajando el reloj –. A primera sería demasiado cantoso… A segunda podríamos decir que nos ha sentado mal el desayuno… ¿9:37? Para ser exactos.
– Me parece buena idea, aunque se nos ha olvidado algo importante – recalcó su hermano cuando se puso el semáforo en verde –. Una vez que lleguemos al despacho, ¿cómo vamos a entrar? Estará la puerta cerrada con llave. Y las llaves estarán en secretaria…
– Mierda – refunfuñó ella al no acordarse de ese detalle, empezando a pensar en todas las alternativas posibles, aunque tuvo que cortar aquello al ver como Stacy se aproximaba hacia ellos –. Improvisaremos sobre la marcha, ¿vale? – Se detuvo de golpe para esperar a su amiga.
– Veremos cómo sale esto… – Edén no muchas esperanzas en aquel plan, pero era lo único que tenían ahora mismo, así que tal y como prometió a su hermana, él llevaría los justificantes falsos. Así que para ello, iría a visitar a Odell, un alumno que estaba dos cursos más avanzado que él y que le debía un favor por salvarle una vez de un campamento. Por lo que para no perder más tiempo, salió disparado escaleras arriba y en vez de dirigirse en línea recta hacia el edificio, giró a la izquierda para dirigirse hacia el pequeño teatro que estaba adjunta a la escuela. Rodeando el edificio al completo hasta llegar a la parte de atrás, dónde el edificio hacia un pequeño callejón, lugar donde se juntaba toda la gente mala y lugar donde efectivamente, se encontraba Odell junto a un par de chicos de su edad –. ¡Odell! – Gritó a mitad de camino.
– ¡Pequeñín! – Soltó él al verle –. ¿Qué haces por aquí? No es un sitio que te incumbe mucho – dio algo a los dos chicos que tenía en frente y a continuación estos se marcharon en dirección de Edén –. A no ser que vengas a…
– Cobrar ese favor que me debes – terminó la frase él cruzándose con los dos chicos y llegando a la posición de Odell –. Y lo necesito cobrar ya…
– ¡Uy! – Vaciló con una sonrisa –. ¿Una urgencia? Normalmente cobró el doble por ese tipo de cosas, pero ya que te debo ese favor… Dime, ¿qué es?
– Necesito dos justificantes de la enfermería. Uno a mi nombre y otro al nombre de mi hermana – explicó él –. Y si puede ser, a la misma hora o con unos pocos minutos de diferencia para que no sea tan evidente.
– Vaya, vaya, vaya… Los hermanitos no son tan buenos como aparentan… – Sonrió Odell –. Te los puedo hacer, sí – señaló su mochila, en la que a saber que llevaba ahí dentro –. Aunque me llevará unos minutos y es probable que llegues tarde a clase.
– Me da igual – respondió Edén intentando parece que aquello no le suponía ningún problema, aunque en el interior, si sus padres se enterasen…
En cuanto Odell le dio los dos justificantes falsos, Edén las guardó en la mochila y se fue de allí con tranquilidad para hacerse parecer el duro, empezando a correr en cuanto torció la esquina. Llegaba 10 minutos tarde y por si fuera poco, su clase estaba en la segunda planta, así que todo lo aprendido en educación física lo ejecutó ahí, llegando a la puerta de su clase casi sin oxigeno. Llamando a la puerta dos veces antes de recuperar el aire y entrar para enfrentarse a las atentas miradas de sus compañeros.
– Edén, llegas tarde – le regañó la profesora, que estaba apuntando cosas de matemáticas en la pizarra.
– Lo siento, me entretuve más de la cuenta… – Bajó la mirada y se fue a su asiento lo más rápido posible para que nadie le mirase más. Aunque si ya lo había pasado mal, no se quiso imaginar luego cuando tenga que interrumpir la clase.
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Editado: 20.09.2024