Tuvieron que reconocer los dos, que la estancia en la guarida de Albert había sido mejor que la del granero. Y es que el profesor les había cuidado muy bien y se había asegurado de que estuviesen lo más cómodos posibles, de hecho, tenia chocolate y anoche arrasaron con una tarrina entera entre los tres. A pesar de todo eso, Edén seguía feliz y en su mundo, pero Chloe no, es cierto que anoche el profesor les intentó explicar todo, pero muchas respuestas tenían incoherencias y aquello no le gustó a ella, ya que confirmaba más aun sus sospechas de que había algo detrás de eso mucho más grande que no les quiso contar.
Cuando se levantaron por la mañana, aparte de ser recibidos con un desayuno completo intercontinental, también tenían la ropa del siguiente salto que iban a realizar, preguntándose Chloe el cómo había sacado la ropa a aquellas horas de la mañana. Pero eso lo dejó en segundo plano al ver que la ropa era más normal de lo habitual, era antigua, pero dentro de lo que cabía era algo más estándar.
– Buenos días – Albert pasó por delante de ellos, y es que claro, habían dormido en el sofá cama, por lo que era normal que el profesor estuviese por allí merodeando –. Si todo va bien tenemos el penúltimo salto, desayunad, cambiaos y preparaos. Es importante estar despejados antes de una misión.
– No te lo preguntamos ayer, ¿a dónde es el salto? – Preguntó Edén dirigiéndose hacia el plato con tostadas que había en la mesa.
– Eso para luego, primero desayunar y tener la mente tranquila – respondió Albert desde su habitación.
– Bobadas… – Susurró Chloe desde el sofá sin que nadie le escuchase, desperezándose para dirigirse a la mesa para desayunar junto a su hermano –. No comas como un desesperado, por favor – le dijo al ver que ya se había zampado una tostada –. No quiero que te atragantes, de nada te sirve comer rápido, saltaremos cuando los dos estemos preparados.
– ¡Escucha a tu hermana! – Gritó el profesor desde su cuarto otra vez.
Edén masculló y redujo su velocidad de comer para ir con la tranquilidad de siempre, acabando de desayunar al rato junto a su hermana, poniéndose a continuación la ropa que les trajo el profesor. Chloe llevaba un vestido morado estrecho con una falda y Edén vestía con una camisa blanca y unos pantalones negros lisos.
– ¿A qué época vamos? – Preguntó Chloe acomodándose el vestido –. Parece que nos acercamos a la actual.
– Nos vamos al año 1969 – contestó Albert saliendo de su habitación con su ropa ya puesta y sus cacharros escondidos por cualquier bolsillo que llevase –. Tenemos que salvar el despegue del Apolo 11 – agregó, lo que hizo que Edén se fascinase al escuchar aquello, ya que nunca había visto un cohete despegar en su vida –. Debería de ser una misión fácil – añadió –. ¿Estáis listos? – Se puso delante de ellos.
Ambos asintieron, Chloe levemente y Edén efusivamente.
– De ser así… Allá vamos – Albert sacó su pequeño aparato de portales y apunto hacia la pared en la que no había nada, abriéndose un portal de golpe que cruzaron los tres sin apenas pestañear.
Aparecieron en la parte trasera de una gasolinera muy demacrada, de hecho, olía fatal y no había nada ni nadie por su alrededor. Al menos durante unos segundos, ya que como siempre, algo iba a pasar, y es que una pequeña furgoneta apareció por la pequeña carretera de doble sentido y se adentró en la estación para recargar gasolina. Aunque antes de hacerlo, el hombre que lo conducía se metió en la tienda para comprar algo.
– Por explicaros un poco… – Habló Albert mientras observaba todo su alrededor –. Estamos dentro del centro espacial, es una gasolinera que usa la gente que trabaja aquí. Tenemos que montarnos en esa furgoneta y robarla para dirigirnos al almacén situado a un kilometro de aquí, que es donde se supone que estarán los enemigos.
– ¿Por qué no hemos aparecido allí directamente? – Quiso saber Chloe –. ¿No nos hubiésemos evitado hacer todo eso?
– Sí, pero… No sé el lugar exacto en el que aparece el enemigo… Y si de una casualidad abrimos dos portales en el mismo sitio… La tierra se vería envuelta en un agujero negro, así que lo mejor es prevenir y aparecer en algún otro lado – pausó –. Y… ¡Corred! – Albert salió del escondite y se dirigió hacia la furgoneta, siendo perseguidos por Chloe y Edén, que la rodearon para sentarse por el lado opuesto al del conductor –. No queda mucha gasolina, pero nos servirá para llegar hasta allí – agregó viendo el indicador antes de acelerar, adentrándose en la desértica carretera –. Y sé lo que piensas, ¿no es bastante obvio llegar con una furgoneta al lugar en el que está el enemigo? – Se adelantó a Chloe –. Por supuesto… Pero el almacén tiene dos accesos, así que con un poco de suerte… No estarán por el que iremos nosotros – giró a la derecha bruscamente para meterse por un camino de tierra que se adentraba en el interior de un bosque, donde lo recorrieron durante un par de minutos hasta que se encontraron de enfrente con el almacén –. No hay nadie… – Susurró deteniendo la furgoneta lentamente para hacer el menor ruido posible –. Deben de estar dentro, recordad, no os separéis de mi – les miró –. Y si hay peligro, escondeos – se bajó del vehículo meticulosamente.
– No hagas nada raro – agregó ella a su hermano, ya que sabía de sobra que estar junto al profesor le hacía hacer cosas que no debía –. Entiendo que te emociones, pero por tu vida antes que la suya – sentenció moviéndose para bajar por donde Albert, dejando a Edén solo para que bajase por su puerta.
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Editado: 20.09.2024