Habían dormido como pudieron, ya que los nervios de la última misión estaban a flor de piel. Y no solo eso, al fin y al cabo hoy se decidiría todo y además de que por fin volverían a sus vidas normales, ¿qué habría pasado con sus padres al llevar unos días sin llamarles? Esa fue la pregunta que más le resonó a Chloe en la cabeza, ya que como de costumbre, Edén solo se centraba en la misión y se olvidada de todo lo demás.
En cuanto se levantaron, hicieron lo mismo un día más, se lavaron, desayunaron y se pusieron la ropa que les preparaba el profesor, siendo la de hoy la más actualizada a lo que ellos conocían, ya que al fin y al cabo, el año del salto era 1989.
– Es la última misión, Edén – le comentó Chloe tras acabar de vestirse –. Espero que luego te centres en todas las excusas que hay que decirles a papá y a mamá – cruzó sus brazos poniéndole cara de pocos amigos –. Te centras en lo tuyo y te olvidas de lo más importante, quienes somos, de dónde venimos y nuestra vida – pausó –. Todo esto ha sido de… Película. Luego en la vida real no te creas un héroe ni vayas por ahí siendo un agente secreto – le advirtió.
– Tu hermana tiene razón – apareció Albert por la espada listo para la acción también –. Todo lo que os ha ocurrido… Ha sido culpa mía al fin y al cabo… – Pausó –. Y seguramente nunca volveréis a hacer algo de esto, así que lo mejor que podéis hacer, es olvidar que ha ocurrido todo esto y regresar a vuestras vidas cuanto antes…
– ¿Qué será de usted, profesor? – Preguntó Edén de repente.
– Pues… No lo sé – soltó el profesor con un vacío inmenso –. Puede pasarme cualquier cosa… Pero yo haré lo que sea con tal de protegeros, ¿entendido? – Les miró y a continuación abrió el portal sin avisarles –. Último salto, última misión. Tened mucho cuidado y no os despeguéis de mí, vamos a un día bastante caótico e importante – pausó –. Tenemos que hacer que todo siga su curso para que el muro de Berlín sea derrumbado.
– ¿Alemania? – Soltó Edén exhausto.
– ¿Espera, qué? – Se sorprendió Chloe –. ¿Cómo vamos a hacer eso? ¿Qué se supone que intentará cambiar el enemigo? ¿Seremos capaces de lograrlo? Es algo… Muy grande, ¿no?
– Crucemos y os explicó la situación, vamos – Albert, a diferencia de otras veces, cruzó el primero, dejando a los hermanos solos allí.
– ¿Sigues sin darte cuenta de lo qué es todo esto, verdad? – Le dijo su hermana agarrándole del brazo para detenerle –. Cuando regresemos… Tendremos que dar respuestas al gobierno, y si no las sincronizamos, sabrán que estamos mintiendo. Y si lo hacemos… Nos detendrán o vete tú a saber… – Pausó –. Espero que dentro de todo esto, te lo estés tomando en serio y tengas unas respuestas coherentes que dar. Porque literalmente nos jugamos el pescuezo de nuestras vidas. Y no solo eso… A mí me da la sensación de que Albert nos está ocultando algo.
– ¿A qué te refieres con eso? – Edén se quedó a cuadros.
– Sus respuestas a nuestras preguntas… No son del todo correctas, no sé – suspiró ella –. Faltan cosas por cuadrar, se ve de sobra si estuvieses atento… Pero como estás a tu rollo… – Masculló –. ¡Esto es más grande de lo que tú y yo pensamos! ¿Es qué no lo ves?
– Será mejor que crucemos el portal, Albert nos está esperando – Edén no hizo caso a eso y cruzó el portal, no teniendo más remedio Chloe, que seguirle y hacerlo también.
Aparecieron como de costumbre en un callejón oscuro y triste, pero ambos se fueron hacia la esquina con la calle que tenían delante, que era donde estaba Albert esperándole, observando los dos el ambiente melodramático y tenso que se palpitaba por ahí, reconociendo al final de la calle, el muro de Berlín.
– ¿En dónde estabais? – Les regañó el profesor.
– Teníamos que resolver unas cosas de hermanos, ya sabes – respondió Chloe mirando como al final del lado opuesto al muro, había una especie de manifestación o algo así –. ¿Puedes contarnos qué se supone que tenemos qué evitar?
– En verdad… Es bastante sencillo, ya que si todo ha ido bien, el gobierno habrá detenido a todos los enemigos en la base oculta, aunque como era de esperar, siempre se escapa uno… – Señaló hacia la entrada de un edificio que estaba bastante vigilado, aunque no apuntaba ahí, si no hacia unos metros más allá, más concretamente al enemigo que ya se habían cruzado anteriormente en Paris, en el Titanic y en el Apolo 11.
– ¿Otra vez él? – Masculló ella sorprendiéndose a la vez.
– Logró escapar del gobierno por los pelos, de hecho… Está solo en esta misión, por eso digo que debería de ser muy sencillo evitar lo que quiere hacer… – Pausó al percatarse de algo raro.
– ¿Y qué se supone que debemos de evitar? – Preguntó Edén mirando fijamente al muro –. ¿Cuál es el plan?
– El enemigo hará todo lo que sea para que el líder del Consejo del Estado de la RDA no dimita – explicó –. Es uno de los detonantes que hace que se derribe el muro.
– Entonces… En pocas palabras, hay que evitar que hable con ese hombre, ¿no? – Llegó Chloe a esa conclusión.
– Si, pero… Espera un momento, esto no estaba escrito así – el profesor se puso tenso –. No debería de ocurrir esto.
– ¿Qué ocurre? – Chloe miró como el enemigo, que iba trajeado, se acercó al edificio vigilado y entró como si nada al interior –. ¿No me digas que ese edificio es dónde se encuentra el líder?
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Editado: 20.09.2024