Predilecto

CAPÍTULO 9

CAROLINE.

 

Han pasado dos semanas desde que Hoffmann está aquí y realmente es un grano en el culo, tal y como lo definió Bruno, Margot al igual que yo y todos tenemos que tratar de entenderlo, solo habla cuándo se requiere o se molesta, es preciso en cada palabra y no repite; todos dejamos incluso de respirar para entender cada cosa que sale de sus labios, o cuando se molesta empieza a gritar tanto que no se le entiende por la rapidez de sus palabras, incluso creo que mezcla el alemán con ingles.

Sí, lo afirmo Odio a Adam Hoffmann. Pero desde que esta aquí siento la necesidad de traerle un café, aunque solo he recibido un gracias. Me cae mal, y es muy raro que a mí alguien me caiga mal puesto que no suelo fijarme tanto en los demás, sin embargo con él la ecuación sale mal en el último factor, hay algo de él que me hace guardar un poco la calma es un misterio ante los ojos de todos, las secretarías como algunas ingeniero le coquetean y él ni se inmuta, no me como el cuento de su seriedad, siempre he pensado que los más serios son los más dominantes en lo sexual, buen en todo. esa masculinidad que destila confiezo que me atrae, que ve a medio mundo con desprecio y no se preocupa por otros, lo he observado. 

hoy no me dirijo a mi trabajo con mi habitual camioneta, anoche me fui a beber unas copas con un tipo y he de decir que necesito todo el aire fresco para revivir que se pueda, tuve una grandiosa noche de eso no tengo duda, tomo el casco antes de salir y de monatarme en mi Vespa color amarilla. 

voy manejando y al ver la calle sola cierro los ojos recibiendo el aire, Dios, amo estos detalles, la pesadez de la noche anterior se marcha. 

hago una parada en la cafetería y de inmediato acelero para llegar al empleo. 

los chicos me ven y se ríen al verme montada en mi pequeña amiga. puedo comprarme una más grande pero esta me gusta porque siento que ando por las calles de florencia, comiendome una rica pasta o a un italiano, no sé que sería mejor. 

los saludo y les doy su café, me encamino y saludo a todo el que se me atraviesa, subo y me compongo un poco el cabello. 

—Hoy es jueves Margot ¡Ánimo! —es lo primero que le digo en cuanto la veo. 

—Usted tan radiante, como siempre.

—Gracias, pero empieza el día como te gusta. —le entrego un café y un pastelillo.

—Eres la razón por la que me motivo a venir a este lugar.

Le sonrío y la abrazo.

—¿Esta Hoffmann?

—Pasa, llegó hace cinco minutos.

Tocó un par de veces la puerta, pero no contesta.

—Puedes entrar, —miro a Margot y me enseña su móvil. —Me envió un mensaje.

—es incorregible.

Entro y despega la vista de los documentos que sostiene en las manos, lo Odio, pero se ve atractivamente Odioso.

—Buenos días, le traje un café.

Asiente.

—¿Todo bien? —me mira y se quita sus gafas. —¿le ha gustado la ciudad? — me señala la silla y por ende me siento.

—Muy bien, me agrada el sitio, es frío tiene buen panorama. Lo único que no me agradaba era la comida, pero como usted dijo es cuestión de acostumbrarse.

Le sonrío y muevo yo la cabeza afirmativamente, si estoy soñando no me despierten.

—Que maravilla, en verdad.

—Tal parece, por cierto empezaré a depositarle lo de mi café.

—No se preocupe, es un gesto que me gusta hacer.

—Lo he visto, a media empresa le trae café, si continúa así se quedará en bancarrota...

—Claro que no, solo a usted, a Margot y a los vigilantes.

—y el suyo.

—Obviamente, hoy es un día maravilloso ¿No cree?

—Sí, es tentativo.

—a ¿qué? —no sé porque me acaloro, o tal vez sí, recuerdo la noche con ese sujeto y mejor vuelvo a la realidad donde Adam me ve con interés.

—a querer quedarse en la cama, hoy llegué cuarenta y cinco minutos tarde de mi hora habitual.

—A un así llego puntual.

—así es… —me mira y bebe de su café.

—Bueno, dejo que siga trabajando Hoffmann.

—Gracias.

Sonrío, alguien amaneció de buenas. tal vez algo ocurrió en esos cuarenta y cinco minutos de retraso que lo hizo hablar y agitarse, borro las imágenes que llegan a mi mente de él, con esos pantalones de traje y los tirantes por un lado, mientras el reloj dorado le brilla con la luz tenue de la noche. siento las mejillas sonrojadas por lo que finalmente le digo:

—Por nada, si ocupa algo me llama.

—No lo dude.

Salgo y me satisface esa pequeña charla. desde que era niña siempre hablaba con toda la gente, los maestros me tenían que cambiar de lugar, y cuando ya no se podía me pasaban al frente, incluso los maestros llegaron a caer en mi platica.

yo hablo hasta con la pared, mi madre siempre me seguía el juego, la amaba tanto, si yo soy feliz ella lo era el doble, cuando se fue, mi padre tomo su lugar, pero nunca fue lo mismo. ahora él sería mi amigo, a veces noto que lo enfado,  pero me ama y me sigue el juego.

soy hija de un matrimonio que realmente se caso por amor, mi madre era una mujer emprendedora y capaz de hacer lo que deseará, hiija única de un matrimonio con un pequeño negocio de miel de Maple, el cuál es muy local aquí, Gracias a ese negocio que ella heredaría conoció a mi padre, un Ingeniero industrial que su deleite eran los panqueques con ese maple local y como resultado de eso llegué a existir. mis padres son personas que no tenían malicias ni ninguna conducta negativa al mundo, por ello mi temperamento tan tranquilo. en fin, me dedico a mi labor y borró el recuerdo de ellos. 

después de hacer mis cosas llaman a mi puerta, hago que pasen y un Bruno alegre se adentra a mi oficina. 

—Debo de suponer que alguien vino en compañía de su mejor amiga. —me sonríe. 

—Claro, esa miniatura se distingue muy bien. 

—quiere decir que amaneciste de mejor humor el día de hoy que lo acostumbrado. 




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