Predilecto

CAPÍTULO 16

CAROLINE.

Después de que llegué a casa, me encerré en mi habitación y pensé en lo cerca que estaba de acostarme con mi Jefe, el cuál es un gruñón y un hombre Odioso, aunque admito que así como es de odioso esta de bueno y besa riquísimo. sus besos, sus manos, todo en él es tan... me niego a seguir pensando en él, ningún hombre me había hecho sentir eso y mira que he tenido mis experiencias. 

aunque, pese a todo eso, me intriga porque se comportó de la manera en que lo hizo al final, como si hubiera esperado tanto como yo, como si hubiera sentido la misma corriente que yo sentí al decirle que me tendría que ir. me sentí como cuando juntas dos imanes pero no dejas que se toquen y con fuerza los separas. tengo mil dudas sobre él y por lo que he visto se que la responsabilidad y la disciplina lo han forjado hasta hoy, es un hombre que hasta donde sé el trabajo es su mayor pasión y esta bien, pero todos merecemos que alguien vea nuestros esfuerzos, que nosotros lo veamos y también descansemos de quiénes somos, estamos estigmatizados en seguir siempre el patrón que la gente nos impone y no debería ser así. 

mi plan no es ser su salvadora, pero sí sacarle una sonrisa, unas palabras y que él noté que es más que solo el CEO de la industria. merece sonreír más. 

 

Estoy preparando emparedados de mermelada y crema de avellana, galletas, carnes frías y quesos. Jugo, agua y vino.

Lo meto todo en una canasta.

—¿Picnic? Porque no dijiste nada anoche, me pude haber parado mas temprano a ayudarte. —dice Alex.

—En realidad es una cita, pero te deje un poco de todo en la nevera. ¿Leslie vino a casa?

—¿Una cita? —se rasca la cabeza —no, me imagino que paso la noche en casa de su novio o en su apartamento. 

—sí… —no termino de hablar cuándo la canción Sonne de Rammstein suena fuera de la casa.

—¿Qué mierda? ¿Sales con un miembro de la secta satánica o qué?

—Le gusta esa música.

—Sé quedará sordo, deberías donarle un dispositivo auditivo.

—no es necesario, te veo después.

—Yo creo sí, luego se hacen los que no escuchan...

—Por cierto, carga tus llaves, o si no sabes perfectamente que se quedan en el macetero de afuera. no sé porque me interrumpiste anoche. 

—Lo siento Carol, solo que tenía dudas de donde estabas. 

—Esta bien, pero fue tonto que me llamarás. sabes donde están las llaves de emergencia. 

—Lo sé, pero ese tipo no me dio buena vibra, además ni sé donde están las llaves de mi casa. — se queda pensando, —creo que tendré que llamar de nuevo al cerrajero. 

—No seas distraído, busca en el cajón de utilidades, puede que ahí estén. Me voy. 

—usa el gas pimienta si es necesario. 

Lo ignoro y salgo, solo veo la cabeza de Dunkel en la parte trasera sacando la lengua, con una pañoleta roja, pareciera que disfruta de la música.

Subo y Adam me saluda con un movimiento de cabeza.

Suena Du Hast y empiezo a mover la cabeza cantando el coro de la canción, Adam me ve y se comienza a reír.

Se escuchan agresivas las canciones, pero tienen ritmo, volteo y canto el coro con Dunkel que mueve el rabo, Adam se une a cantar.

Se ve sexy, hablando alemán.

Llegamos al parque, jugamos con Dunkel un rato, después acomodó todo y los llamó para que vengan.

Adam le saca sus trastes a Dunkel y le coloca agua y comida, mientras yo termino de servir.

Estamos comiendo plácidamente, amo comer al aire libre.

—¿Por qué estuviste de mal humor toda la semana?

—la mayoría del tiempo estoy de mal humor. —bebe de su botella de agua, se ve atractivo.

—Adam, las personas se entienden comunicándose, te cierras bastante. —le sonrió.

—Nunca he sido de hablar mucho.

—Conmigo si hablabas.

—un poquito.

—Así es, extrañé hablarte, porque si, es odioso estar a tu lado y no hablar, porque siento que solo estás juzgando el trabajo ajeno.

—siempre juzgo el trabajo ajeno, además  tú fuiste la que dejo de llevarme café.

—¿Estabas molesto porque no te lleve café? No sabía que te interesaba tanto eso.

—No, el café no me importa, puedo comprarlo yo mismo e incluso una cafetería y hasta los cafetales, lo que me gustaba era que cuándo me llevabas el café me preguntabas sobre mi día, cómo estaba o cómo me sentía.

Que presumido y que tierno.

—¿Qué tenía de especial eso?

—Mucho, Caroline, son preguntas tan normales y simples que se olvidan muchas veces. —me mira. —Tenía años sin que una persona se parará frente a mí y me lo preguntará e incluso llegué a olvidar lo que sentía o cómo eran mis días. Dunkel fue el único que ha estado allí y no huye de mí, me sentía visto como una persona normal hablando de sus días, pero la semana pasada dejaste de ir y me volví a sentir invisible.

Ahora comprendo lo importante que es preguntarle a alguien sobre su estado de ánimo o sobre su día, no sabemos si lo que guarda en su interior quiere salir corriendo y lo esté torturando.

—¿Por qué volviste a ser invisible? Todos te vemos…

—Todos me ven como el jefe, como una maldita máquina que quiere corregirles sus errores y es verdad. De hecho me sentía cómodo, pero apareciste tú y me hiciste sentir la necesidad de hablar.

—Eso me hubiese servido de mucha ayuda las primeras semanas, odiaba tus señas.

—Lo sé, suelo sacar lo peor de mí, —le da un mordisco a su emparedado. —de hecho, estoy esperando que huyas, vas rompiendo récord.

—Soy una buena competencia para Bruno y Dunkel.

Se ríe sonoramente.

—comienzo creer que sí, pero hablo mas contigo que con Bruno.

—¿por?

—Siempre acapara la conversación y la verdad no me molesta, no me gusta que las personas sepan más de lo necesario.

—¿y qué es lo necesario?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.