Predilecto

CAPÍTULO 19

CAROLINE

 

Han pasado dos semanas desde la última vez que hable con Hoffmann, y no es que no haya querido; sino que salió de viaje, según Bruno asuntos privados y no me quiero involucrar enviando mensajes como si tuviésemos algo.

—estás un poco ausente, Carol —me dice Leslie desde el sofá. —no hemos salido a beber, en todo este tiempo y Bruno no te iba a reportar.

—No tenía ganas, he estado hasta el cuello de trabajo, hemos tenido que avanzar bastante y sobre todo he ayudado a ese mismo Bruno con algunos contratos.

—Hoy es viernes, vayamos por unos tragos y te despejas.

Me mira con súplica.

—Bien, también la vida se trata de diversiones esporádicas.

—Esa es mi chica, voy a ducharme y llamaré a mi chico, también él merece un descanso.

—Olvidas algo.

—¿Qué?

—Llamar a Alex.

Aunque Alex vive con nosotras hay días en los que simplemente desaparece, es como un gato; tienen un hogar, pero siempre van con los vecinos, pasa más tiempo aquí que en su casa.

 

Hemos llegado al sitio acordado, Alex y Bruno ya nos están esperando.
—Hola, chicas. —nos abraza Alex, —Ya las extrañaba.

—Yo a ti no, eres un mal amigo.

—Vamos Les, no seas rencorosa.

—Sabes que Carol es puro trabajo y yo quería salir y divertirme, pero tú deseas desaparecer de mi vista.

—oye, dejen de pretender que soy aburrida, simplemente que no soy alguien que desea beber los siete días de la semana, tengo una figura que cuidar. 

—Y un empleo—secunda Bruno, —Nuestro jefe es un maldito controlador y desde que no esta, desea todo a su modo. Creo que entre más años tiene más maldito huraño se vuelve. 

—No hablemos de empleos y vamos a divertirnos. —digo mientras alzo un shot de tequila. —me urge. — bueno hay muchas cosas que me urgen en este momento, no he tenido relaciones con nadie externo desde Adam y eso me tiene confundida. 

Bruno y Leslie se ponen de pie y hacen su espactaculo bailando tango, mi chica si que sabe mover esas caderas que la vida le otorgo. Bruno trata de seguirle el ritmo, pero sigue siendo un poco tieso para esa música. 

—¿Dónde estuviste estos días?— le pregunto a Alex. 

—en mi apartamento, trabajando y bueno una chica que conocí vino a verme, no quería meterla en casa con ustedes porque ese es nuestro lema, "hasta no estar seguros nadie entra en casa". 

—ese lema se debe cumplir, es nuestro mandamiento. —le palmeo la espalda. —¿Y dónde esta esa chica?

—tuvo que volver de emergencia, su trabajo es más oficinesco que el mío. yo soy mi propio jefe, ¿recuerdas? 

—que mi padre no te escuche, que se opone. 

Alex le hace las actualizaciones a las paginas de la tienda de souvenir y de las cafeterías a mi padre. mientras que Leslie se encarga de la mercadotecnia de lo mismo. 

—Tom es como mi padre, le valgo lo que sea. —brindamos con la cerveza que tenemos de frente. —ahora si me permites esa chica de allá me esta haciendo propuestas, deberías hacer lo mismo él de allá busca tu mirada. 

Las horas transcurren, mientras nosotros seguimos moviéndonos en la pista de baile, Alex desapareció con la chica y yo estoy con él latino que sabe muy bien como mover ese cuerpo, ya tengo los párpados un poco pesados y de vez en cuando no logro distinguir si son dos o una cosa.

—¿Qué tal si nos vamos a mí departamento? —me susurra el chico en mi oído. —mira que ese vestido pide a gritos que te lo arranque de encima. 

¿por qué no? No he tenido nada desde que estuve con Hoffmann, él  y yo supongo solo fue algo de momento.

no esta mal tener sexo sin compromiso. el sexo aún es tan tabú, que da jaqueca explicar porque puedes vivir tu sexualidad con quién tú deseas sin ningún lazo.

siempre y cuando sea con aprobación de ambos y cuidándonos para protegernos de enfermedades o un embarazo.

—Por supuesto, solo tomo mi bolso y mi abrigo. —la vida no se hizo para desaprovechar oportunidades. 

Cuando me acerco a la mesa Bruno esta hablando con alguien por celular, hasta que los veo, siempre se meten sabrá dónde. 

—Caroline…

—Solo vengo por mi bolso, le dices a Leslie que hoy no llego y por lo que veo Alex tampoco, tienen la casa vacía, podrás corretearla por todos lados, excepto mí habitación. —tomo mis cosas.

—Oye, espera…

Me doy la vuelta y le digo adiós con la mano, tengo urgencia.

—¿Nos vamos? —Él chico me tiende su mano. 

—por supuesto, andando. 

Salimos y el aire me golpea fuertemente en la cara, estamos esperando el coche que nos llevará a casa, me pega a él y siento sus labios recorrer mi boca, no le privó de nada, me acaricia la espalda y cuando está a punto de tocar mi trasero... siento unas manos alrededor de mi cintura que me despegan del chico. ambos nos miramos, pero la voz que suena en mi oído hace que termine de mojar las bragas. 

—Te ibas sin mí, Hübsch.

Él chico nos mira confusos.

—Oye hermano, deja de tocarla si no quieres que te parta la cara, —me jala hacía su pecho, pero las manos de Hoffmann me detienen.

Adam levanta una ceja y suspira tan fuerte.

—Creo que él que debe soltarla es otro, ella es mía.

¿Qué? Dios, ayúdame estoy demasiado ebria para distinguir que sucede. Ya no beberé, lo juró.

Hoffmann lo reta con la mirada ya que se niega a soltarme.

—¡Angriffe! —dice mi jefe sin quitarle la vista.

 solo veo que un pastor alemán salta sobre él chico que me sostiene, me suelta y trata de correr, pero el animal le toma el pantalón entre el hocico haciéndolo caer.

—¡Ayuda! —grita y de desespero comienza a llorar.

Dios, si decides castigarme adelante.

Hoffmann, no parece querer detener el ataque del perro.




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