Predilecto

CAPÍTULO 23

CAROLINE

 

Estamos cenando y hablando de todo y nada, ya saben temas sin sentidos que a veces surgen y que gracias a ellos después te desplazas a temas más profundos.

—No me diste las gracias hoy.

—No preguntaste a tiempo.

—Eso no es justo, te pregunte al final del día; me las debes.

Se queda pensando y niega.

—¿Cuál es el verdadero fondo? —me mira inexpresivo —sí, porque te molestas cuándo no lo hago.

Suspira y me mira como si estuviera pensando si decirme o no.

—Una historia larga y aburrida.

—Cuéntame, estaré aquí para juzgarla por mí misma.

—¿Segura? Esto nadie lo sabe. —asiento y le sonrío.

—Mis padres, ambos son Médicos. Alphonse y Evi Hoffmann. Han dedicado su vida a sus pacientes, sin importar lo que dejen detrás.

Bebe de su cerveza y enfoca su vista a la nada.

—por lo que debes deducir que yo fui una de las cosas que dejaron detrás, aun siendo dueños de la clínica en la que trabajaban; nunca tuvieron un día completo a las atenciones de su único Hijo, dejándome a cargo de una enfermera, desde mis primeros meses de nacido hasta que me pude hacer cargo de mí mismo.

Me mira y sonríe tímido.

—Mis compañeros de clase siempre al salir del colegio, sus padres los esperaban y hacían la pregunta ¿Cómo estuvo tu día, cariño? ¿Qué hiciste hoy? ¿Aprendiste algo? Mientras a mí el chofer me esperaba con la puerta del auto abierta y solo me sonreía.

Incómodo no es la palabra que debo usar, para su estado.

—Siempre desee que alguien me cuestionara eso, ya que no era un niño que hablara mucho, porque estaba solo. —lo último lo dice con amargura. — nunca me lo preguntaron y si lo hicieron fue con un fin de obtener algo, no les importaba escuchar. Nadie quería ser amigo de un Nerd, creían que era diferente a ellos, pero solo era un niño tímido.

—Adam… —me hace una seña de que pare.

— Yo no tenía el control de ser así, no me justifico, pero así estaba acostumbrado. En el instituto seguía igual pero ahora las personas se acercaban por interés, a mis padres les iba generosamente bien y todos querían un beneficio de ello, entonces fue por decisión propia que aleje a todos, excepto a un idiota que anda por el mundo que se hace llamar Bruno.

—¿Entonces por qué él no sabe esto?

—Simplemente lo omití, comenzamos con un poco de diversión, pero yo era fiel a mis estudios.

—¿Y tus padres?

—Crecí y ellos siguieron ausentes, su lema era “Ellos necesitan de papi y mami, tú debes entender eso.” O “Tú tienes todo, deja de ser un egoísta e insensible.” Hasta antes de entrar a la carrera tuve una conversación real con ellos, un caos, pero la tuve.

—¿Por qué?

—Mi padre se sentó frente a mi en la sala y mi madre lo siguió, fue una escena bonita, por fin veía que usaban los muebles. —evoca el pasado y sonríe con naturalidad. —¿Qué estudiarás Adam? Fue su pregunta, y sin dudarlo conteste; quiero ser Ingeniero Biomédico, estalló en carcajadas, nunca lo había visto reírse así, pero después de varios minutos empezó a cuestionar y no cedí en mi decisión, se puso de pie del sillón y salió hecho una furia, él quería que yo fuera como él ¡Como diablos iba a ser como alguien qué no conocía! Que solo sabía su nombre, su profesión, edad y domicilio.

—pero tu padre empezó con industrias Hoffmann.

—Como distribuidor, yo a veces iba a la empresa y descubrí ese mundo tan magnífico, lo decidí y lo hice. Madre me apoyo en contra de todo, fue su disculpa por no haber estado.

—¿Nunca les dijiste como te sentías?

—No, ellos ya habían decidido y yo también, a veces escuchaba a mi padre preguntarle a mi madre ¿cómo puede estar una persona sin hablar? pero Si hablaba me callaba, si hablaba no tenía la madurez para entrar en el tema, por eso he sido así siempre.

—No sabía que esto era tan importante para ti, gracias por contármelo todo, —me pongo de pie y acuno entre mis brazos su cara llenándole de besos su frente. —sé que no te gustan los abrazos…

—Si me gustan, pero entiende que nadie me había dado una muestra de cariño sin recibir nada a cambio.

—Acabas de condenarte.

—¿Por qué?

—porque te abrazaré tanto como pueda.

—Acepto, siempre y cuando dejes de abrazar a todos los demás, no me gusta compartir, odio que toquen lo que es mío, que se Jodan y consigan a su propia Caroline…

Me siento sobre su regazo y le beso.

—Sé que no soy una buena persona, soy difícil de entender y que no siempre diré lo que deseas escuchar…

—¿Por qué me dices esto?

—Para que entiendas que no siempre que este callado estoy de mal humor, o sea sí pero no tanto.

Nos reímos juntos.

—¿Y Dunkel? —pregunto cuando se nos une.

—Dunkel me lo regalo un amigo.

—¿Bruno?

—No, Ulises Ferreira. —sonríe con aprecio mirando a su compañero.

Me suena el nombre del amigo, pero no sé de dónde…

—Caroline, sería agradable que vinieras aquí.

Me hago la desatendida.

—Ya estoy aquí.

—Sabes a lo que me refiero y sabes que no lo repetiré.

—tengo mi casa Adam, no puedo dejarla.

—Claro que puedes, es agradable tu compañía.

—Lo pensaré, pero no te prometo nada.

Asiente y me besa el cuello.

 

Han pasado cuatro semanas desde que Adam y yo compartimos más que la empresa para vernos.

Solemos bailar, cantar, salir a pasear con Dunkel, ir a comer e incluso salir de la ciudad.

Él se ha abierto un poco más conmigo, cuándo no quiere hablar con alguien solo me voltea a ver y ya sé que desea de esa persona y yo se lo hago saber.

Hemos encontrado la forma de entendernos.

Procuramos siempre pasar un buen rato agradable solo para los dos, a veces envía pequeños obsequios y algunos muy costosos, me hace sentir cómoda en su casa y ahora él también me abraza antes de dormir cada noche, lo hace cuando cree que estoy dormida, pero logro sentir esa calidez de sus fuertes brazos sobre mis costillas y sus labios sobre mi sien.




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