Predilecto

CAPÍTULO 26

ADAM

El señor Ledesma, me llamó para hacer que Caroline fuera retirada de la venta, un hombre con poca tolerancia a las mujeres y yo decidí ponerlo al límite, claro con mi mejor colega del sexo opuesto.

Ella, como muchas mujeres tiene una gran capacidad para hacer las cosas que se propongan, nadie debería de llamarlas débiles o denigrar su desempeño laboral.

Recuerdo la llamada.

—No tolerare que una mujer esté en todo esto. Así que arreglé lo.

—Yo no tolero las órdenes, si quiere las piezas bien, si no la puerta esta lo suficientemente ancha para que usted y su equipo dejen mi empresa, prefiero un cliente perdido que a una colega siendo tratada como inferior. Así que o cambia sus modales, o se va sin nada.

—Pero…

—Pero nada, si las compra bien, si no también.

 

Estaba un ochenta por ciento seguro, de que la compra sería cancelada y toda mi inversión y tiempo se irían por la borda, pero valía la pena con tal de ver a Caroline poniendo a ese señor en su lugar.

Sonrío al imaginar la escena tan patética de ese señor llamándome. Nosotros los hombres seremos fuertes en muchos sentidos, pero la mujer no se queda por detrás, de hecho no sé porque siempre suelen decir que la mujer debería estar detrás nuestro, lo que está detrás no se ve, ni se aprecia lo hermoso. 

Cómo en los bosques, los inmensos árboles suelen cubrir el hermoso alba, o el inmaculado firmamento. los árboles nos dan vida y sombra, pero el alba nos ilumina y nos demuestran que la vida continúa, ambos son importantes, pero siempre hay que ver más que un  solo ángulo.

Recibo un mensaje.

Bruno: no pierde el tiempo.

En seguida me carga la foto dónde el imbécil de Francis, está dándole una tarjeta a Caroline y ella sonríe. Como siempre.

Bruno: tendremos visitas, la próxima semana. Lo presiento, soy fanático de las Guerras de Titanes. #TEAM_ADAM.

 

Borro la sonrisa de inmediato y siento una sensación extraña recorriendo mi cuerpo.

—hijo, ¿Te ocurre algo? —me toma del brazo, ni siquiera se de que hablan ella y mi padre. 

Miro a mi madre y niego.

—¿Cómo te va la vida en Canadá?—me mira con cariño, como cuando era un niño y le daban mis calificaciones. —¿No extrañas Berlín?

—Bien, veo que decidieron tomarse unas vacaciones cortas en Londres. —sorbo de mi  taza, —Por supuesto que extraño, sin embargo me ha caído bien el cambio. —Trato de no sonreír. 

—Decidimos venir a verte, porque tú no eres digno de ir a vernos. —mi padre me mira molesto.— y si no es porque la prensa te ha seguido, seguiríamos sin saber dónde estás, con lo mucho que me cabrea salir de mi ciudad. 

— sabes; es que nunca están en casa y bueno no suelo enfermarme demasiado para ir a una consulta… No pasa nada que salgas de allá, sirve que respiras nuevo aire. 

—Adam, querido, no seas tan duro con tu padre.

Asiento y bebo de mi chocolate caliente. ¿Yo él duro?

Los padres piden tanto respeto, exigen comprensión y se niegan a ser Juzgados, pero no evitan juzgarte, e irónicamente no respetan ni comprenden.

—Este muchacho no sabe lo que es el Respeto, ya quisiera yo haberle hablado a mi padre como tú, seguro que me hubiera volteado la cara de un bofetón. —dice mientras sonríe a un grupo de personas. es un hipocrita. 

—Alphonse, por favor. —mi madre lo calla y centra su atención en mí. —quiero que te cuides muy bien, hay mucha mujer oportunista y al saber quién eres seguro que te encuentran los ceros que te sobran y guarde Dios la hora en la que te embauquen. cuida tu patrimonio. 

—Nuestro mujer, además no te preocupes que tu hijo no agarra ni un resfriado, con ese temperamento tan detestable que tiene. —se burla el hombre que me dio vida. 

—Es mi heredero, Alphonse, así que es su patrimonio aunque te molestes. Ya veré yo que queda para la caridad. —me sonríe, —eres brillante hijo. 

—A parte de escuchar cómo eligen en que debo gastar mi dinero, —los miro a ambos, —Porque es lo que yo he trabajado y porque soy el único qué tal parece esta más involucrado... además de escuchar sus absurdas conjeturas de mi personalidad ¿a que han venido? Saben que mi tiempo es limitado, tengo asuntos más importantes que resolver que estar aquí en un desayuno nada familiar y todo incómodo. 

—también vinimos porque ya nos retiraremos y queremos que estés en el evento que nos harán los miembros de la clínica. —dice mi padre. 

—manda fecha, hora y lugar a mi asistente, puede que tenga libre y asista. Si no, pues les envío el obsequio, todas mis felicitaciones y amor con él chofer.

—Nada más hablas para decir estupideces, mejor permanece callado. —se pone de pie, tratando de intimidarme. 

—Alphonse…

—efectivamente padre, probablemente el entregado Doctor no diga tantas. —me pongo de pie también. 

—Deja de burlarte, muchacho incoherente. 

Asiento, bebo todo el chocolate y me preparo para irme. 

—nos vemos después. —ya los tolere más de lo que debía. 

—pero, hijo…

me llama mi madre, pero ella eligió a todos, pero nunca a su hijo. y ya es muy tarde para clamar atención.

Tomo a Dunkel y salgo del restaurante.

 

El cielo nublado me recibe, me acomodo las gafas y empiezo a caminar, la rabia que siento dentro es descomunal.

Ese maldito imbécil hablando con ella, no se puede quedar quieto, no puede dejar nunca lo que es mío.

No me puede dejar nada, siempre quiere toda la maldita atención, pero a mí lado él no es nada.

No es nadie, no tiene tanto como yo, y esta vez no dejaré que me quite algo que de verdad aprecio. Y si mi rabia va dirigida a Francis Archivald. 

 

Camino y camino hasta llegar al edificio en el que me adentro.




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