Predilecto

CAPÍTULO 30

CAROLINE

Salgo a comer y ya no veo el auto de Adam, se enoja por nada. O yo no sé qué se traigan esos dos, Ego de hombre: con apariencia dura como el barro y  tan frágil Como el mismo. 

Francis se fue a su empleo, después de la discusión. No me quiso decir nada de porque las indirectas tan sarcásticas que se dijeron. Algo pasa y ninguno quiere mencionarlo. 

Voy y compro una hamburguesa y me la como en la camioneta mientras escucho un audiolibro. Hoy no tengo ganas de nada, tengo mucho que hacer.

Veo la hora y me quedan veinte minutos, así que decido ir a comprar una botella de vino para Margot.

mientras ingreso a la vinateria, voy pensando en la persona que debo de elegir para donarle una prótesis.

es muy difícil tomar esta decisión. ¿Cómo eliges quien si se la merece y quien no? 

si todos la necesitan, amo las labores sociales siento que es algo que mi madre me inculco muy bien, pero a su vez me llenan el corazón de pesar al saber que no elegiré a la mayoría, las piezas son muy caras, son ultima tecnología no tengo tal solvencia económica para comprar s todos los que me mandan correo. Con las sillas de ruedas y aparatos auditivos es más fácil, esos suelo donarlas cada dos meses. Las protesis son cada año. 

 

Llego y Hoffmann también va llegando, su Rolls -Royce Va delante de mí. 

Me bajo de la camioneta y entro con el obsequio de Margot.

Tengo que elegir a quién le donare la prótesis.

Espero el ascensor.

Subo y sube Hoffmann, que está leyendo un sobre.

—¿Quién cumple años?—me pregunta. 

—nadie ¿por?

—El obsequio.

—ah, es un regalo para Margot, hoy es su aniversario De bodas. 

Deja de ver el sobre y asiente.

—¿Sigues molesto?

—No.

—¿Celoso?

—¿Debería estarlo? —me mira con duda. 

—Tal vez...

—¿Tal vez qué?

no le contesto y sonrío, se enoja por nada.

—Tal vez... Deberías saber que no tengo ojos para nadie más, solo para Don corajes y Mi odioso.

—¿Quién carajos es Don corajes?

—¡Tú! ¿Quién más?

sonríe y se acomoda sus gemelos.

Salimos y le entrego a Margot su botella.

—un presente pequeño, pero que espero que lo disfruten. —le sonrío. 

—Gracias, será perfecto para después de la cena.

—No es nada.

Agradece y se sonroja al ver a Adam.

—Señor, en un momento le llevo los documentos que necesita. 

—Alguien me dijo que era tu aniversario. así que puede irse, para que se arregle y haga todo eso que las mujeres hacen.

—¿De verdad señor?

Asiente y Margot empieza a tomar sus cosas.

—Gracias, es el mejor.

Asiente.

nos metemos a su oficina. 

—eres muy amable. —le susurró. 

—Un poquito. —me sonríe. 

Lo abrazo y le doy un beso.

Me mira sorprendido.

—Te los mereces, Aunque solo hagas corajes por nada. también haces cosas buenas por los demás. 

—Lo haré más seguido entonces. —se sonroja. 

—¿cómo estuvo el viaje?

—Interesante.

—No te gusto, ¿cierto?

—en absoluto, mis padres están bien, todo va tranquilo por allá, Dunkel estuvo bien.

—y tú ¿cómo estuviste?

—Estresado, aburrido.

—Ya estás aquí.

—Claro.

—puedo ¿trabajar contigo aquí en tu oficina?

—Claro que puedes, incluso puedes estar sobre mi regazo. —me mira con picardía. 

Su sonrisa es perfecta, adoro hacerlo sonreír.

Voy por mi laptop y me siento frente a él.

Estoy leyendo los correos, no sé a quién elegir esta vez.

Cada año se vuelve más complicado.

—¿Qué te estresa?— deja de hacer lo que estaba haciendo y me mira con atención. 

—Nada.

—Dime... —se recarga por completo en la silla, perdiendo la postura elegante que suele usar, —El estrés es un factor nocivo para la salud, liberación de cortisol, provoca ansiedad y demás problemas, ¿No querrás todo lo que conlleva eso verdad? Debemos conservar nuestro estado Homeostático. 

—Nada. ¿Y ese diagnóstico? —me rio con él. 

—No tengo idea, ahora dime que ocurre Es una orden, señorita cooper.

Lo miro y le cuento todo. 
—me gusta la labor social, así que desde que entre aquí a trabajar he donado prótesis a personas que difícilmente pueden  conseguir uno de tus productos. solo puedo costear una, por año, así que me llegan correos diciendo que desean ser el ganador y no sé a quién elegir. 

—Eso no es para que te preocupes. —se ríe y no se que pensar. 

—¿Qué? ¿Cómo qué no?

—No, te estás preocupando por nada, la verdad.

—Adam…

Se pone de pie y me quita la computadora.

Hace algo que no veo, porque su ancho cuerpo me bloquea la vista.

—Tienes un trasero fabuloso. —le digo en voz alta. 

Suelta una carcajada muy fuerte.

Nunca lo había escuchado reír así.

—En verdad, ese pantalón azul hace que se te vea exquisito.

—Con ropa o sin ropa, soy exquisito.

—Confirmo lo dicho. —le doy un pequeño azote en su trasero.

me pongo de pie y lo abrazo por la espalda.

—Adoro tu perfume, hueles tan fresco.

con una delicadeza, casi con miedo, besa mis nudillos y acaricia mi mano.

un gesto tan delicado, tan simple, pero a la vez tan  íntimo.

—Listo, ya no te preocupes. —me sonríe y veo que sus mejillas Otra vez están sonrojadas. 

Vuelvo a concentrarme en la donación.

—¿Qué?

—Qué ya no te preocupes, de hecho, ve por tus cosas y vamos a pasear. Ha sido un día muy largo. 

—pero, la donación…

—Ya está arreglado Caroline. —se recarga en el escritorio, cruza los brazos y las piernas.  

Tomo mi Laptop y veo que a los veinte correos les confirmo las prótesis.

—pero… yo no tengo para pagar eso.

Levanta una ceja.

—Ya veo, me quieres condenar a tu lado.

Vuelve a carcajearse, es tan ronca, como su voz.

—Sí, pero no de esa forma, aunque no me niego. 




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