Predilecto

CAPÍTULO 36

ADAM
 

 

Hemos tenido días buenos y días malos, pero somos un dúo y sabemos superarlo.

Después de ver su cara de satisfacción por haber hecho feliz a veinte personas, valió la pena todo.

Admito que en mi vida había hecho una obra de caridad, a nadie.

Veía a gente pidiendo  caridad y si era joven no le daba, podía trabajar, si era muy viejo lo ignoraba.

Sí, soy un maldito egoísta, pero por algún motivo Caroline se veía tan preocupada por ver quien la merecía más. En mi vida nunca había sido empático, con nadie.

No sabía siquiera que eso existía, pero ese día sentí la necesidad de apoyarla a ella.

Tardamos un par de semanas en enviarlas, ella hizo notas y cartas, enviando su buena vibra por el mundo.

Me sentí Orgulloso, por alguien que no era yo.

Cierta vez John dijo, que Caroline era un Ángel y que Dios se había equivocado al enviarlo a la tierra, tal vez sí.

Pero he aquí, que yo sería un maldito monstruo que estaba dormido ante su encanto y así quería mantenerme. Porque si despertaba sería un maldito caos.

—A mí si me quiere, dice que soy un Orgullo, que yo si soy una persona solidaria y amable. Que comprende su labor.

—Eres un egoísta, alguien como tú jamás haría el bien a la gente.

Tú jamás serás feliz, eres un monstruo y los monstruos son infelices, no tienen corazón para amar, por eso nadie te quiere, Adam.

—yo siempre tengo lo mejor, soy un ser amoroso, la gente adora a la gente amorosa y repudia a los egoístas.

 

Las palabras que me habían dedicado años atrás hacen eco en mi cabeza, como siempre.

Como cada día, como cada vez que las decían, pero ahora con más peso...

—¿Estás bien? Estás sudando.

—¿Qué?

—¿Te sientes mal?

Niego.

Volteo a ver la ventanilla y veo las nubes, tan efímeras.

—Nadie está orgulloso de ti, nadie te admira, mírate tú y mírame a mí.

Volverlos a tener juntos, es una maldita pesadilla.

Pero al menos antes de que sea esa reunión, hoy disfrutaré el día.

Vamos en camino a la inauguración del hotel de Ulises.

Ya mañana me estreso.

Caroline esta frente de mí y Dunkel a mi lado.

—de verdad ¿Estás bien? Puedes decírmelo.

—Por supuesto, Gracias por acompañarme.

—No es nada.

Se pone de pie y se sienta en mis piernas, me abraza y me acaricia el pelo.

—estaré aquí, cuando me necesites.

—No digas cosas que no podrás cumplir.

—Exacto, jamás diría algo que no voy a cumplir. —me besa,—somos un dúo ¿recuerdas?

asiento y trato de sonreír.

—Bien, así me gustas más, Adam.

—Promete ¿qué aunque las cosas se pongan feas te quedarás? —escondo la cara entre su cuello— que pase lo que pase estarás a mi lado, cómo el gran dúo que somos.

—Claro, Adam.

Asiento y le beso la nariz.

No podría decirle nada de lo que pasa por mi mente, ella no debe mezclarse con mis malos recuerdos, no puedo dañarla de esa forma, así que trato de poner mi mejor cara, ella lo merece.

 

 

 




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