Predilecto

CAPÍTULO 39

ADAM.

 Pasamos una noche exquisita en este hotel de paraíso, decir que no es tranquilo y hermoso sería la peor mentira del mundo, además de que tengo a la mejor compañía que pude haber deseado: Caroline ilumina mi vida, mis días, mis tristezas, mis alegrías son gracias a ella, mientras la observo afirmo que se ve bellísima en ese bañador rojo que resalta en su piel blanca, su cabello negro es un deleite, veo como disfruta de las olas mientras estoy acostado en una tumbona. sonrío cuando mi cerebro me juega sucio enviándome un recordatorio, una alarma que solo me recuerda lo que me he negado a sentir toda mi vida. Pero como siempre hacemos con las alarmas, la pospongo otro rato. 

me coloco los audífonos y pongo la canción que me recuerda a ella, y no, no es una de ese Elvis. es otra.

la escucho atento y mi pie logra moverse en contra de mi voluntad, mientras la veo a ella acercarse escurriendo por todas partes, me pongo de pie rápido y la cubro en una toalla.

—¿Qué escuchas? —cuestiona con una enorme sonrisa.

—una canción.

—quiero creerlo.

—Cuando fui a Londres escuché una canción que te define.

—¿Cuál?

—es secreto.

—dime, no seas Odioso.

—No. El día que te diga cuál es entenderás muchas cosas.

—¿Por qué no hoy?

lo pienso dos veces, pero algo me dice que no diga nada.

—Porque cuando diga lo que guardo, ese día me liberare de una condena, y podré estar bien. Y tú ya no podrás escapar de mí. 

trago saliva, cuando mis pensamientos quieren salir a flote y derrumbar todo. «tranquilo»

me mira y continuó hablando, con ella me es fácil.

—hay cosas que no sabes, Caroline y es mejor no saberlas, porque cuando lo averigues dejarás de quererme. —desvío la mirada. —nadie puede querer a alguien como yo.

—Te quiero, con todo…

no dejo que termine ya que le doy un beso en la comisura de sus labios. 

besar solo la comisura de alguien que aprecias, es tenerlo todo pero a la vez nada. es el paraíso y a su vez es agonizante, es recurrir a lo tierno para no tomarlo con fiereza. 
 

cuando terminamos de besarnos me mira y sonríe, ¿ya dije que su sonrisa es preciosa? 

si me dijeran que si he visto la gloria de Dios, diría que sí pese a que sea ateo, la veo en la sonrisa de mi Señorita Cooper. 
 

a la hora de salir del hotel no encuentro a Ulises, por lo que solo optó por enviarle un mensaje agradeciendo su excelente servicio. Lo esperaría pero debo ir a Alemania. 

siento que los problemas que cargo sea juntado en un solo sitio y en cualquier momento se van a desbordar. 

 

contigo morirá tu apellido, nadie querrá estar con alguien como tú, mucho menos tener descendencia.

—No puedes amar, no tienes un corazón.

 

Desde hace un par de horas llegamos a Alemania, disfrutamos mucho la estadía en el hotel.

Pero ahora también las palabras de Caroline me dan vuelta.

—La mira como todas deseamos ser vistas.

—¿cómo quieren ser vistas?

—Con Amor Adam…

Trago saliva.

Ella quiere algo que jamás le podré dar y soy egoísta porque no la voy a soltar. 

en estos momentos me odio, me odio porque mi mente esta llena de mierda, hace unas horas tenía pensamientos totalmente nuevos y de mi total agrado, pero ahora solo hay sombras y sentimientos reprimidos que me están orillando a la nada, al vacío. Me obligan a terminar con lo bueno que me ha pasado en la vida… Vaya mierda los pensamientos intrusivos. 
 

me miro en el espejo del baño antes de salir, ella sigue arreglándose y lo único que quiero es que la tierra me trague. que la vida me de la Paz que creo merecer. 

—Caroline, vamos, terminemos con esto. —le grito, entre más rápido mejor, me acomodo la pajarita. 

Se me hace tan hipócrita venir a este evento, dónde claramente no debería estar, no yo, no ella.

Debí quedarme en el hotel o en Vancouver, no aquí, no pertenezco a esto. No son mi familia.

—A diferencia de ti, yo si tengo una familia, Adam. Tienes más que yo, pero a la vez no tienes nada.

—Vamos, —me besa, un beso cálido que me vuelve a la realidad. Una realidad donde ella no sabe que me atormenta. 

No contesto y salimos rumbo al salón donde llevaran la despedida.

—Yo si tengo un Hogar, tú solo tienes una casa.

El nudo que siento en el estómago me duele.

Comienzo a sudar, odio estar entre ellos. «Ansiedad»

Llegamos y siento como Caroline me observa y me habla, pero la ignoro, no a propósito, mi sistema simpático se prepara para la huida o ataque, no se cual me va a sorprender esta noche. Sigo en mis pensar, joder…

Hasta que siento su mano cálida sosteniendo la mía que esta sudorosa.

—estoy aquí ¿lo recuerdas?—me mira con dulzura, sin malicia ni lastima. me mira como ella sabe, con Amor. 

La miro, trago saliva y asiento.

La aprieto suavemente y sí, no estoy solo, estoy con ella. Me mentalizo. 

 

Dejamos nuestros abrigos y veo a la mayoría del personal de la clínica; doctores, enfermeros, asistentes, e incluso están los trabajadores que comenzaron con mi Industria.

la voz de mi madre hace interferencia en mi mente.

—Viniste, Alphonse, llego. 

Mi madre duda en acercarse, pero lo hace.

—que alegría me da tenerte aquí… gracias.

Asiento. 

—Gracias de ¿qué? Es su responsabilidad como hijo.

—Alphonse…

—Nada Evi, deja de hacerlo sentir especial… que no tiene nada especial. 

—es nuestro hijo...

—Un hijo que se olvida que tiene padres y prefiere pasear a un maldito animal antes que hablarnos a ti y a mí. Es un desagradecido Por no decir otra palabra, pero ya lo pagará cuando llegue su momento, —se ríe con burla, —Espera, no creo que tenga familia, con el temperamento que se carga dudo que lo tenga.

—Alphonse basta… 




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