Predilecto

CAPÍTULO 46

CAROLINE.

Tuvo un mal momento, está enojado, está herido, no sabe lo que dice.

Bruno y yo nos vemos, él está  igual de preocupado que yo.

No decimos nada, solo esperamos. de alguna forma se enteraron periodistas, la familia Hoffmann tiene un muy buen prestigio, y hasta ahora he visto que lo intenten acosar de esta forma los paparazzis ya Que  están afuera intentando entrar pero los guardias les niegan el acceso. 

Lo vemos salir pasado media hora, se agarra la herida y cojea un poco.

Ni nos determina cuando pasa junto a nosotros.

Sale y detiene un taxi esquivando a los reporteros. No les dice nada solo los pasa como si no fueran nada. 

—Caroline, creo que debes irte al hotel, no es un buen momento… —Bruno se acaricia el puente de la nariz.

—¿Qué? No, iremos con él. —ya estoy un poco más tranquila al verlo de pie.

—Caroline, yo sé lo que te digo… — se exaspera.

—Yo también. —me niego a escuchar el consejo de mi amigo. Necesito ver que estará bien.

Cuando nos vamos a acercar azota la puerta del taxi y se marcha. los peridistas tratan de seguir el auto, pero este acelera.

—Señor Hartmann, unas preguntas, por favor. —se nos dejan venir y yo no sé como actuar.

—¿Quién es la señorita? ¿Cómo fueron los hechos de esta noche?

preguntas y más preguntas.

—Lo mismo que saben ustedes, lo sé yo. —sonríe, tratando de mantener la calma —pero como observamos él se encuentra bien, con permiso.

—¿Ella quién es? ¿Por qué él se fue solo?

Bruno me toma del brazo y me indica que lo siga, no permite que me hagan preguntas. 

Detenemos un Taxi y subimos.

Bruno va diciéndome que aún puedo ir al hotel, pero no quiero, mamá decía que una promesa no se debe romper, debemos cumplir con ella.

La ansiedad se hace presente y Bruno solo me mira y trata de sonreír, pero no le sale.

Llegamos a un pequeño hospital canino,  nos fijamos si no hay mas periodistas una vez que bajamos. 

Adam no se ve por ningún lado cuando nos adentramos.

nos sentamos en la sala de espera.

—Eres la mujer que ahora todos querrán saber de ti.

—¿Por qué? —lo volteo a ver.

—pareja mía no eres, en mis redes hay fotos mías y de Les, por lo que esos buitres buscaran la forma de saber quién eres, eso les generara dinero. —se ríe —claro, si no es que ponen una nota amarillista poniendo que sigo de infiel y con la mejor amiga.

me rio sin ganas.

—¿Esa es tu preocupación?

—Claro, ya le envié un mensaje a Les, explicándole. Y ha prometido que no me castigará. 

asiento, se que trata de disipar la tensión.

—Escucha, yo sé que de Adam sabemos lo esencial pero no todo. —se pone de pie, —sea cómo sea, tratemos de entender como se siente, no esta reaccionando a como tú lo conoces... 

Guarda silencio, volteo y Adam viene caminando con lentitud, está molesto, triste… no sé.

—¿cómo está? —pregunto.

Me mira, pero me mira con coraje.

—Mal, Jodidamente mal, le tendrán que amputar la pata donde recibió el impacto.

—Lo siento…

—¡No lo sientas! —grita, haciendo que retroceda, — es más ¿porque sigues aquí? Ya debiste haberte marchado como todos los demás, hace mucho que debiste hacerlo. —se me acerca con pasos firmes.

—te dije que estaría contigo, somos un dúo, una pareja… —ingenuamente le contesto.

Suelta una carcajada.

—Usted y yo no somos nada señorita Cooper, usted no ocupa un lugar en mi vida… —Traga saliva. 

—Comprendo que estés molesto, que tu dolor es el que está hablando.

—¿Cuál dolor? ¿molesto? Mejor vete, Caroline, antes de que realmente me veas molesto. No soy un maldito payaso al cuál le gusta divertir a la gente, ni tampoco quiero que me tengas lástima y decidas quedarte solo porque tu lado noble te lo pida. 

—¡Ya te dije que no! Estoy aquí porque te quiero… — le hablo en el mismo tono.

—y ¡una mierda! Eso es lo que me importa que me quieran, no me interesa, no me interesa usted, ni verla con amor, o que me abrace o que me pregunte sobre mi día, no me importa nada de ti Caroline, en la cama la pasamos bien es todo y se acabó, así que puedes marcharte a la hora que desees ya obtuve lo que quería de ti y la verdad ya me aburrí… es momento de que cambie de persona, estaba tan bien sin ti, todo era más llevadero, pero llegaste y todo se fue a la mierda… todo se fue a la maldita mierda, ¡vete! Deja de joderme la vida con tu  buena vibra. 

grita como si fuera un demente.

—vámonos Caroline, deja que se quede solo. —Bruno, me toma del brazo. — al final le da la razón a su padre.

no sé que hacer, una lucha interna, quedarme o irme.

—Eres un imbecil, no debes hablarle así. tu maldito enojo no te da el derecho de que la maltrates ni que la hagas sentir mal, estamos igual que tú de conmovidos. 

Cruzan miradas y Bruno niega molesto.

—Rompiste el límite, Adam. Tu padre debe estar orgulloso de que por fin seas lo que espera de ti. 

—Jódete. —se da media vuelta.

Las lágrimas salen sin mi permiso.

—Tienes razón, cumplí mi promesa de estar contigo.

Me doy la media vuelta y salgo con Bruno.

Él me abraza en todo el camino, me siento fatal, me siento muy mal. Siento como mi cuerpo empieza a debilitarse y como el pecho me duele.

—pero quería venir, bien me dijiste que me fuera. 

—Tranquila, todo pasará.

—en lo que pasa me duele y mucho. —me recargo en su pecho, —no debió decir lo que dijo.

—Yo sé que no debió, pero es Adam y cuando realmente se molesta nadie lo puede detener. 

 

 

 

 




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